Impresoras 3D: Barcelona abre primer FabCafé de Europa, el tercero en el mundo
Imprimir la creación en 3D que a uno se le ocurra puede sonar futurista, pero ya llegó y se multiplica: Barcelona abre el primer FabCafé en Europa, para hacer realidad más de un sueño.
En el primer FabCafé de Europa, los clientes pueden imprimir en 3D sus creaciones de la más diversa indole, hacer prototipos en madera mediante una cortadora láser, o imprimir sobre comida, solamente algunas de las más curiosas posibilidades para el público, que debe pagar entre 8 y 30 euros, por sus demandas. En la espera el café es casi obligado.
Grabar el nombre en un anillo es la más sencilla, fabricar otro anillo similar también, materializar un diseño sobre los vaqueros, hacer murales en madera tallada a partir de modelos, han sido los primeros pedidos de los clientes que se hicieron presentes en el local de la calle Bailén.
El negocio está pensado tanto para los profesionales del diseño y la tecnología como para usuarios más generales, en tanto desde que se abrió el primer local de este tipo en Japón, se descubrió que más de la mitad de los usuarios no eran profesionales de rama alguna, sino simples interesados en generar sus deseos.
“Queremos que la gente las empiece a usar todos los días”
La directora-fundadora del FabCafé en Barcelona, Cecilia Tham ha dijo que la meta está ahora puesta en que la gente comience “a crear por si mismos, y queremos que la gente las empiece a usar todos los días”, en un mundo donde la reproducción de objetos deje de ser solamente bidimensional.
Es en parte por ello que ya anuncian “precios especiales de apertura” y creen que tampoco aumentarán más en el futuro. El material está incluido y en un cuarto de hora, se pueden troquelar hasta quince objetos pequeños. También hay una figura novedosa: el fabboy o la fabbgirl , quienes se especializan en ayudar a los novatos sobre todas las características y necesidades de sus necesidades referidas al 3D.
Otro punto destacable es que los usuarios de Internet, pueden descargar un diseño hecho en Japón y materializarlo en Barcelona, sin necesidad de intermediarios. “Sólo necesitan traernos el USB con la información y esperar a que se materialice», explicó Tham, en declaraciones que publica el diario La Vanguardia.
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