De la caña con butiá al calzado más famoso en el Río de la Plata

De la palma poca cosa no se extrae en Rocha. Sin embargo, lo más popular es sin duda su licor, popularmente conocido como caña con butiá.

Aunque su producción decrece con la emigración rural, aún es posible adquirirlo en varias épocas del año, a ambas márgenes de la ruta nacional 9.

Si bien cada variedad tiene secretos de familia, los conocedores afirman que las mejores son las producidas con frutos muy maduros, es decir, los que se recogen a comienzos de otoño.

La tradición dice que, en este proceso, deben macerarse dos quilos de fruta por cada uno de azúcar. Después de un período de fermentación, que para algunos lleva días y para otros hasta meses, se agrega un volumen igual al doble del producto fermentado. Hay quien incluso le agrega un poco de agua para suavizarlo. La preparación debe dejarse a la sombra y tapada durante al menos dos meses. Se afirma que cuanto más añejamiento mejor gusto tendrá, pero ello se está perdiendo, dada la baja en la producción ante una demanda constante e incluso en aumento. Se asegura que los turistas argentinos y brasileños que llegan a Rocha, difícilmente se vuelvan sin llevar una botella al menos. Y quien lo probó, repite.

Más allá del alcohol

Las hojas de palma butiacera han servido de techo a generaciones enteras de rochenses. Pero los quinchadores con estas hojas han desaparecido ante el abaratamiento de materiales más modernos.

Sin embargo, aún hoy galpones y chiqueros son techados con butiá capitata.

El alto valor nutritivo de la planta le da características forrajeras importantes, empleándose mayoritariamente en suinos.

Un producto selecto –pero prohibido– es la medicina de ella obtenida, conocida como la miel de palma. El producto se obtiene a partir de la cocción de la savia y consiste en una melaza espesa, oscura y almibarada, a la que se atribuyen poderes absolutos contra el asma y la tos. De cada palma se obtienen hasta cinco litros de miel y la planta muere. El éxito de la medicina en los años treinta era tal, que a fines de la década su producción y comercialización fueron prohibidas, debido a la primera exterminación masiva de palmeras con tal fin.

No obstante, aún hoy es posible encontrar quien afirme venderla, aunque los expertos aseguran que se trata en realidad de miel de butiá, producida a partir del fruto y no de la savia.

La tradicional fabricación de café de coco de butiá virtualmente ha desaparecido, aunque en algunas zonas rurales aún se torra y muelen las almendras que tienen dentro el carozo, para agregar el producto al mate.

Cuando la industria nacional disfrutaba de mejores tiempos, dos productos fueron famosos a raíz de la palma. Las ya citadas alpargatas, para las cuales la fábrica Rueda procesaba hasta 5.000 quilos anuales de hojas de palma y también la industria jabonera.

El jabón «de coco» se producía en realidad con coco de butiá y no con el publicitado coco de otra palmera que crece en zonas tropicales. Su tenor oleoso de hasta el 40% habilitó una industria local relevante, con centenas de carros descargando ante las moliendas los «cachos» de coquitos para procesar. *

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje