ESTUDIO

El cerebro humano se actualiza para acostumbrarse a lo inesperado

Un estudio publicado en la revista científica Nature revela que cuando el cerebro recibe una información diferente a sus expectativas habituales se produce una especie de error y debe actualizarse.

El cerebro humano se actualiza para acostumbrarse a lo inesperado.
El cerebro humano se actualiza para acostumbrarse a lo inesperado.

Según un estudio publicado en la revista de divulgación científica Nature, cuando el cerebro humano recibe una información inesperada libera dopamina para acostumbrarse al cambio y actualizar la información.

El estudio, llevado a cabo por la Universidad de Northwestern (EEUU), revela que cuando el cerebro recibe una información diferente a sus expectativas habituales se produce una especie de error.

«Esto ocurre constantemente en nuestras vidas», aseguró Thorsten Kahnt, profesor de neurología en Northwestern que participó del estudio.

Kahnt contó a modo de ejemplo que estando en el instituto se encontró con un amigo que solía llevar el pelo largo y rizado y verlo, vio que se había rapado. «Mi cerebro lo procesó como un error. Es entonces cuando la corteza orbitofrontal del cerebro actualiza la información, así sabes lo que tienes que esperar mañana», dijo.

«Siempre que hay una falta de coincidencia entre lo que esperamos experimentar y lo que realmente experimentamos, nuestro cerebro tiene que registrar el error y actualizar nuestras expectativas. Estas expectativas cambiantes son fundamentales para tomar decisiones», señaló.

Al tiempo que explicó que esos errores están relacionados con la dopamina, ya que, según el investigador, este neurotransmisor es liberado cuando la corteza orbitofrontal actualiza la información.

La investigación

Para la investigación los científicos trabajaron con un grupo de participantes hambrientos a quienes le mostraron diferentes comidas. Para crear diferentes identidades de resultados, los científicos usaron olores que corresponden a alimentos dulces y salados.

Los participantes aprendieron asociaciones entre los estímulos visuales y estos olores alimentarios mediante la observación repetida de pares.

En una primera etapa les acostumbraron a un tipo de olor, por ejemplo, el de las papas, para luego cambiar el olor de ese alimento, confundiéndolo con el de otro, como, por ejemplo, caramelo.

Luego, inesperadamente para el participante, los investigadores cambiaron la identidad del olor esperado, es decir se los expuso a una papa con olor a caramelo, y allí notaron que la actividad cerebral de estos se incrementó.

Los datos de resonancia magnética funcional mostraron que cuando se presentaba un olor inesperado, aumentaba la actividad en el mesencéfalo. El estudio demostró que en el momento en que se presentó el estímulo visual, los patrones de actividad de la resonancia magnética funcional en la corteza orbitofrontal codificaban la identidad del olor que se esperaba.

Una vez que la asociación entre el estímulo y el olor cambió, estas «expectativas de identidad» cambiaron en consecuencia.

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