NEUROCIENCIAS

El cerebro tiene patrones de funcionamiento acordes a la estación y opera mejor en verano y en otoño

Un equipo de investigadores de la Universidad de Lieja, Bélgica, confirmó que la idea que solemos tener de que nuestro cerebro funciona según la estación del año, puede tener mucho de cierto, y el relevamiento efectuado prueba de hecho, que “pensamos” mejor en verano y en otoño.

Según el estudio, el cerebro muestra picos de actividad en verano. Foto: Wikimedia Commons.
Según el estudio, el cerebro muestra picos de actividad en verano. Foto: Wikimedia Commons.

El neurocientífico Gilles Vandewalle, de la Universidad belga de Lieja, y autor principal de la investigación, experimentó con 28 voluntarios a los que les escaneó el cerebro en distintos momentos del año, cuando estos resolvían pruebas de atención y de memoria de trabajo. Los cobayos humanos no debían estar influenciados por otros factores ambientales el día que hacían la prueba, por lo que los hacía estar en el laboratorio cuatro días o cinco días antes; los sometía a una luz y temperatura constante, y limitado acceso al mundo exterior.

La puntuación de las pruebas no varió entre estaciones, pero, sí lo hizo la actividad que mostraban ciertas áreas del cerebro con un pico de actividad en verano, cuando los voluntarios realizaban una tarea de atención, y otro pico en otoño, esta vez cuando hacían el ejercicio de memoria de trabajo.

Hay cambios pero no son endócrinos

Los investigadores afirman que los patrones de funcionamiento cerebral cambiaron sin que hayan habido alteraciones endocrinas, como mayor o menor segregación de melatonina, por ejemplo. Las reacciones obedecieron a factores del fotoperíodo, es decir a la duración del día y a la cantidad de luz recibida.

Para los analistas, se requiere de nueva investigación para establecer otros parámetros dentro del trabajo, pero están seguros que a lo largo del año, el cerebro funciona de distintas maneras, compensándose unos períodos con otros, en relación a su mayor o menor actividad.

Si bien se sabía con antelación que existe una relación entre las estaciones y el comportamiento humano (en relación a la tasa de suicidios, casamientos y hasta de embarazos), los técnicos no saben a ciencia cierta cómo podría haberse originado esta circunstancia. Posiblemente la evolución ajustó el reloj de las estaciones en nuestro interior, acordándolo con una menor actividad cerebral en invierno, cuando hay menos recursos disponibles, y una mayor activación cuando se requiere que el cerebro esté más alerta para conseguir alimentos.

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