En la última revisión del Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales, de EE.UU., el “trastorno de la ingesta de alimentación selectiva” –ARFID- por sus siglas en inglés (Avoidant Restrictive Food Intake Disorder), es reconocido como patología, que se inicia a edad temprana y puede impedir la ingesta de ciertos alimentos hasta entrada incluso la adolescencia.

Los especialistas apunta que quienes sufren este síndrome, pueden llegar a sufrir deficiencias nutricionales, debido a la falta de variedad, y en tanto en la mayoría de los casos diagnosticados, los alimentos que se evitan son los más ricos en fibras, vitaminas y minerales, como las frutas y legumbres frescas y la carne de pescado.

Las perspectivas a nivel escolar son menores a la media

“El crecimiento está en función del valor calórico y nutritivo de la dieta. También lo está el crecimiento neuronal e intelectual. Un niño que es muy selectivo a la hora de comer tiene un rendimiento académico muy malo. Tendrá un fracaso escolar prácticamente seguro”, dijo el presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, Jesús Roman, a BBC Mundo.

Añadió que existen además serias posibilidades que el niño “al tener esa selección y faltar muchos nutrientes”, tenga menos defensas e incluso sufra de anemia. Señala en esa línea que el tratamiento escapa a los nutricionistas y que en tanto es básicamente psiquiátrico debe contar con apoyo en esa área.

“La ayuda nutricional es fundamental sobre todo en casos en los que el paciente necesite una recuperación física, pero el tratamiento es psicológico y psiquiátrico como con la anorexia y la bulimia”, enfatizó.

La atención de especialistas es muy importante, ya que la tendencia en general puede ser la de conformar a los niños con alimentos que sean menos problemáticos a la hora de la comida, lo que además de limitar los nutrientes, conlleva a la limitación de agregar nuevos alimentos a la dieta y cierra un círculo vicioso en el cual el niño solamente come algunas cosas y nada en absoluto que le sea desconocido.

La insistencia y la paciencia, aparecen aquí como las bases de un proceso educativo alimentario, donde los mayores además deben dar ejemplo para evitar que los más pequeños rechacen, aquello que los adultos no comen.