Avalan que el cáncer intestinal y la comida “chatarra” están directamente ligados
Dos equipos científicos conjuntos de las universidades de Edimburgo y de Aberdeen, en Escocia, llegaron a la conclusión que existe un vínculo directo entre la llamada “comida chatarra” y el desarrollo de patologías oncológicas intestinales.
Papas fritas industrializadas, hamburguesas no caseras, pasteles, galletas y bebidas gaseosas, aumentan el riesgo de pasar a ser paciente de cáncer, entre otra amplia gama de productos que ofrece el mercado alimenticio, en general todo de origen industrial.
El estudio mostró además que los factores como tabaquismo, antecedentes familiares e incluso el uso de bebidas energizantes, pueden llegar a determinar un porcentaje importante del riesgo del cáncer intestinal en particular.
El estudio fue realizado sobre un muestreo de dos mil personas diagnosticadas con cáncer contra otro grupo testigo que no desarrolló patologías oncológicas: aquellos que consumen con frecuencia galletas, chocolates, pasteles, papas fritas y toda la gama de “chatarras” tienen hasta un 18% más de posibilidad de contraer la enfermedad, según el trabajo publicado por la Revista Europea para la Prevención del Cáncer (European Journal of Cancer Prevention).
Los refrescos son altamente responsables del problema
Según estos científicos, los que consumen grandes cantidades de bebidas refrescantes tienen hasta un 12% más de posibilidades contraer patologías oncológicas intestinales, mientras que, por la otra banda, quienes beben cantidades moderadas de café, parece estar más protegidos contra estas enfermedades.
En sus recomendaciones finales, los técnicos opinaron que debe “renunciarse completamente a la comida basura, las bebidas azucaradas, y los dulces” y que la dieta occidental europea típica de los países más desarrollados conduce a una “muerte prematura” contraponiéndose a la llamada dieta “mediterránea” de mucha mejor calidad en cuanto a la salud preventiva.
Un aspecto distinto a lo habitual en este tipo de informes fue que los escoceses consideraron poco saludable el consumo de pescado, en tanto afirman que las formas de cocción en la cocina europea no son adecuadas para prevenir las consecuencias negativas de dicha carne.
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