Cotugno, el más nombrado. Cambios de postura a último momento tornaban desfavorable aprobación del proyecto de ley

Incierta votación: discusión sobre ley de  Salud Sexual proseguía esta madrugada

Tres de la tarde del 4 de noviembre. Los diputados ya habían pasado por la media hora previa y se disponían a iniciar la sesión propiamente dicha. Un rayo de sol, que a esta altura del año ingresa sin permiso por una de las claraboyas de la sala de sesiones, iluminaba parte del recinto en forma casi cenital.

Muy parecida a esa imagen brumosa que en los filmes se reproduce cuando se busca simular un mensaje divino proveniente de los cielos. ¿Alguien los estaba observando desde el más allá? No creo. Las barras se iban ocupando lentamente con gente en contra y a favor del proyecto de Salud Sexual y Reproductiva que estaba por comenzar a tratarse. Entre el público se destacaba la figura de la veterana edila de la Lista 15 Glenda Roldán, ferviente defensora de la ley que, a poco de ubicarse protagonizó un incidente con un activista del grupo «pro vida», contrario a la norma. «¡No me faltes el respeto guacho atrevido!», le gritó Roldán luego de que el activista le recordara su edad y le anexara un término escatológico. Otra mujer que portaba collares con inequívocos signos cristianos le recomendó al activista de «pro vida»: «tené cuidado…! ¡no te enfrentes a una integrante de las puertas de las tinieblas¡». Luego de estas escaramuzas algo dementes, la decisión de desalojar las barras por parte del presidente de la Cámara iba a ser cuestión de minutos. Luego efectivamente pasó.

 

Posiciones

Luis Gallo Imperiale (Asamblea Uruguay) fue el diputado que abrió el fuego en las exposiciones. Ser el primero tiene más riesgos que ventajas porque los que luego lo suceden lo aluden de una u otra manera. Gallo debió ser interrumpido abruptamente porque a la presidencia de la Cámara llegó el alerta de una posible bomba colocada por alguien en alguna zona donde se ubica el público que asiste a presenciar las sesiones. Falsa alarma. Luego de una verificación policial, las barras volvieron a ocuparse pero por tan solo algunos minutos, ya que la espontánea manifestación de apoyo de un grupo del público sobre una exposición del diputado Javier García (Alianza Nacional), determinó su definitivo desalojo. La edila Rondán fue de todos la que más se molestó por la decisión y demorando su partida se fue como dice un tango: como con bronca y junando. García había desarmado a Gallo sobre los números que el frentista había dado como ciertos referidos a las mujeres que, por causa de abortos clandestinos, fallecen en nuestro país. Las posiciones que se fueron sucediendo durante toda la sesión no despertaron mayores sorpresas. Ya se conocían las cartas que cada uno iba a esgrimir y por donde se desgranarían sus discursos. Beatriz Argimón (Alianza Nacional) habló como hacía bastante tiempo no lo hacía, tanto que hasta nos habíamos desacostumbrado a su timbre de voz. Dijo que lo hacía como integrante de «la bancada femenina» y que adelantaba su rechazo a la posibilidad de abortar legalmente como propone la ley pero que no obstante ello acompañaría «algunos capítulos de la ley» como el que alude a la educación sexual. Inmediatamente, Sandra Etcheverry (Alianza Nacional) se sumó a la postura de su colega fémina pero recordó que tiempo atrás su bancada había presentado un proyecto de ley que nunca se trató referido a establecer como obligatoria la inmunización contra el cáncer de útero. «Estamos en defensa de la vida», subrayó Etcheverry y miró para todos lados como para que quedara claro. Sergio Botana (Alianza Nacional) intentó ser muy práctico y sentenció que «ésta es la ley del aborto» y que «todo lo demás es envoltorio». Fue el único legislador que defendió las amenazas de monseñor Nicolás Cotugno sobre la decisión de excomulgar a todos aquellos diputados que voten afirmativamente la norma y aseguró que la despenalización del aborto «es como si lo que está en la panza lo estamos matando sin que lo sienta nadie». Y le llegó el turno al diputado Washington Abdala (Podemos Más) que aparentaba estar ansioso de repetir su abandono de sala, como ya lo había hecho hace un año en el Senado cuando allí se votó la misma ley. Se autocalificó «ecléctico» ante el contenido de la ley, dijo que el debate era «incómodo» porque se sabía de antemano que el proyecto iba a ser vetado. Para Abdala lo más destacable en lo político era que la bancada del partido de gobierno «desoía» al Presidente Tabaré Vázquez e iba a votar una ley que éste vetaría. El diputado colorado le dedicó algunos conceptos al arzobispo de Montevideo. Lo calificó de «patotero» y que sus amenazas hacia el Parlamento «tienen aroma de inquisición». Recordó que no era la primera vez que Cotugno incursionaba en temas de Estado y de gobierno. «No hay que olvidarse, es un patotero», gritó Abdala sin explicitar a qué se refería.

Por el Partido Independiente, Iván Posada se limitó a desempolvar un viejo proyecto sobre sexualidad que en la pasada legislatura presentó su sector político. Tanto tiempo le dedicó a releer los pasajes de su antiguo proyecto que, cuando iba a decir qué postura asumiría en esta jornada sobre la ley en cuestión, desde la presidencia le cortaron el micrófono con el anuncio de «se le terminó el tiempo».

Y llegó el momento al diputado del MPP, Alvaro Vega. Desarmando cualquier argumento oficial, Vega sentenció que en esta maratónica sesión «no vamos a resolver nada». Escéptico ante el contenido de la ley dijo que era «totalitaria» y discurrió sobre la necesidad de que la población opte «por lo que más le convenga» en materia sexual ya sea en tren de reproducción o de placer, «las dos igualmente importantes». Dijo ser contrario al aborto y que la ley, de aprobarse, «no resuelve absolutamente nada» sobre la cantidad de mujeres que eligen interrumpir su embarazo.

El herrerista Jaime Trobo, haciendo gala de cierto conocimiento sobre aspectos jurídicos en materia familiar, comparó sin embargo la despenalización del aborto con «la pena de muerte» o el «genocidio». «Vamos a ver quién propone legalizar algunas de estas dos circunstancias», disparó Trobo.

Andrés Roballo (Alianza Progresista) que como se sabe es el único frentista que no acompaña la ley en general ni en particular, calificó la norma de «mala», dijo ser «humanista cristiano y de izquierda» y que «se estaba errando el camino» en el contenido del proyecto. Al final, dio la impresión de que a la argumentación de Roballo le faltaron 100 gramos para el kilo.

A esta altura del debate, cerca ya de la medianoche, las intervenciones eran hartamente redundantes y hasta los agnósticos le pedían al Supremo algún discurso particular en su contenido.

Luis Alberto Aparicio Lacalle Pou (herrerista) esbozó algo diferente y estribó su intervención en los problemas demográficos que existen en el país para rechazar la ley de Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva: «los jóvenes se van y tenemos una población envejecida. La base demográfica del Uruguay está derruida», sostuvo.

Eleonora Bianchi (Vertiente Artiguista) se centró en el nudo del debate. «Estar a favor de la despenalización del aborto no significa apoyar esa práctica», subrayó y destacó que «las mujeres abortan sus embarazos a pesar de la prohibición legal que hay en esa práctica» y que votaba a favor de la ley porque el aborto es una práctica que se realiza bajo riesgo sanitario y para evitar que ello siga ocurriendo.

La emepepista Ivonne Passada abrazó la posición manifestada cuatro horas antes por su colega Alvaro Vega y recomendó que lo medular de la ley en debate debería sancionarse en una consulta popular «porque de esa manera nos habríamos evitado este cruce de caminos». Jorge Pozzi (Nuevo Espacio) ventiló situaciones familiares personales al decir que tiene «primas que se vieron segregadas por la sociedad porque quedaron embarazadas siendo solteras». Confesó conocer en qué lugares se practican abortos clandestinamente y que «capaz que deberíamos denunciarlos».

Al momento de cerrar esta crónica, la suerte de la ley estaba en duda. Ya eran cin
co los diputados del Frente Amplio que manifestaron no votarla en general: Víctor Semproni, Carlos Maceda, Alvaro Vega, Andrés Roballo e Ivonne Passada. La sesión ya tenía 10 horas de transcurrida.

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