LAS VERDADERAS CARTAS DE RIVERA A RAMÍREZ

Derecho de respuesta de Manuel Flores Silva en defensa de Fructuoso Rivera

«De todos los caudillos del río de la Plata, contando lo mismo los que le precedieron que los que vinieron después de él, Rivera fue el más humano: quizás en gran parte porque fue el más inteligente» José Enrique Rodó, El Mirador de Próspero.

La República ha titulado que «Rivera quiso matar a Artigas» ya que «un investigador uruguayo encontró en Corrientes una carta que cambia la historia y habría sido ocultada» (23/09/07, nota central de tapa y dos páginas) y luego que » Historiadores certifican autenticidad de carta de Rivera para matar a Artigas; colorados callan» de modo que » La educación, la política y la sociedad reflexionan sobre la carta del ex presidente y su intención de matar a Artigas» (25/09/07, una página y destaque en tapa).

 

No se descubre nada sino que lo inverso: se oculta lo importante

Confieso que me extrañó que se presentase como novedad, y aún como noticia ­y, todavía, que se sostenga que antaño la mencionada correspondencia había querido ser ocultada por los pérfidos-, algo de lo que se tenía bastante conocimiento hace ya ocho décadas y que, incluso yo, recordaba vagamente haber leído. Sin ir más lejos que mi modesta biblioteca, encontré referidas las dos cartas que «descubre» la fuente del periodista de La República en el clásico catálogo documental de Reyes Abadie, Bruschera y Melogno, » Documentos de Historia Nacional y Americana: el ciclo artiguista«, (1951, completas), en otro clásico como » Lavalleja» de Eduardo Salteraín y Herrera (1957) y en otro clásico de Salteraín, » Rivera, caudillo y confidente» (1945), así como encontré a las misivas referidas por mi abuelo materno Juan Bautista Silva en » Rivera Político» (1949). Obviamente la fuente original mencionada es el muy conocido historiador y cataloguista correntino Hernán F. Gómez en su clásico » Corrientes y la República Entrerriana» (1929,Corrientes). ¡La fuente de La República dice haber encontrado la carta en el lugar (Corrientes) … donde se la catalogó por primera vez públicamente hace 78 años! ¿Dónde dice haberla encontrado? En el Archivo de Corrientes «Sala 2, Don Hernán F. Gómez, Correspondencia Oficial, años 1810-1921″. ¡El archivo del que la publicó hace décadas! Un facsímil de la misma fue publicada ocho años después en Uruguay por Setiembre Raúl Vera, » Aclaraciones Históricas – La prueba de una gran traición» (1937), por Antonio M. de Freitas en » El levantamiento de 1825, Preliminares de la Cruzada Libertadora. Adhesión popular» (1944) y, luego, por Oscar Montaño en 1997 en » Umkhonto» y por Gonzalo Abella en » Artigas, el resplandor desconocido» (1999). ¡Qué primicia se ha conseguido el periodista!

Las últimas cuatro fuentes fueron todas facsimilares y de las últimas dos sólo tuve noticia por internet. Estas nueve fuentes existentes antes de la publicada por La República las encontré en un ratito. Quien pase una tarde en la Biblioteca Nacional trae por lo menos una docena de alusiones bibliográficas más. No es información nueva, entonces, como se presenta falsamente, ni ha estado escondida nunca por el diablo como cree la paranoia de los simples de espíritu. Es, simplemente, que muchísimos historiadores nacionales serios (de diferentes tendencias historiográficas, sea liberales, revisionistas, marxistas, etc.), en conocimiento de ella, no le dieron importancia, ya veremos por qué, salvo la que le dan algunos fundamentalistas ignotos que no se acercan a la disciplina histórica en talante ni académico ni científico, sino para expresar la «saña de los mediocres», dijera un intelectual uruguayo.

Por ejemplo, los propios Reyes Abadie, Bruschera y Melogno ­seleccionando documentos de su trabajo de 1951- publicaron en 1968 una crónica histórica ahora valorativa muy pormenorizada de ese tiempo («El ciclo artiguista», 1968) y, dichos autores, que en su trabajo documental sí habían trascripto las cartas de junio de Rivera a Ramírez, las que publica ahora el periodista de La República, ni mencionan esas cartas en su trabajo valorativo de 17 años después, pese a haberlas trascripto, reiteramos en su catálogo documental no valorativo antaño. No le dieron importancia. Y no lo hicieron pese a ser revisionistas, esto es anti liberales, esto es anti riveristas. Sí, por el contrario, en su trabajo, los aludidos autores mencionaron otras cartas de Rivera a Ramírez, anteriores en 90 y 60 días a las que publica La República. Y las mencionaron porque las que no publica ahora la fuente de La República son las importantes y las que publica ahora La República no son importantes, como veremos.

Veamos. Rivera es rodeado y se rinde el 2 de marzo. Escribe de inmediato a Artigas, Ramírez (gobernador de Entre Ríos), López (gobernador de Santa Fe) y a Bustos (gobernador de Córdoba) explicándoles a todos que ha debido rendirse, que conserva las fuerzas orientales reunidas y que precisa infantería y vuelve a pelear contra lo que define como un enemigo, el portugués, peor que el español. A Ramírez, le escribe, antes de saber que ha defeccionado en el Pilar, el 4 de marzo y el 4 de abril, así como le escribe a Bustos el 3 de abril (el contenido de las otras cartas de marzo de Rivera a Artigas y López se conoce por las alusiones de las otras cartas pero no se han encontrado las cartas). En esas cartas está el verdadero pensamiento de Rivera. Y esas cartas, desde luego, sí las reproducen en su trabajo valorativo Reyes Abadie y sus colegas. Y son las que saltea ­cuidadosamente- la fuente de La República.

Luego, el 5 y 13 de junio, Rivera contesta de hecho negativamente una invitación de Ramírez a combatir a Artigas valiéndose de la astucia para no delatar su acción frente a todo ese conglomerado de enemigos. Es que en junio Rivera ya conoce que Ramírez ha renegado de Artigas, el verdadero sentido del acuerdo de Ramírez con Buenos Aires, el papel de Sarratea y de Alvear (que viene de vivir en el Montevideo de Lecor) al lado de Ramírez y la estrecha relación de Buenos Aires (aliado ahora de Ramírez) con Lecor. Según ha opinado estos días la historiadora Ana Ribeiro se trata de una carta de pretextos para decirle a Ramírez que no. Rivera en esas cartas de junio le está contestando a un hombre del otro bando como Ramírez que está, además, en connivencia con los dominadores de la Banda Oriental y a quién, para peor, a Ramírez, Rivera le ha confiado en marzo antes de enterarse del abandono del entrerriano del artiguismo, los pasos verdaderos que se propone dar en pos de las metas libertarias de siempre. Los pasos que luego, además, dio, salvando a su gente y preparando en pocos años la insurrección. Esas cartas no expresan obviamente el pensamiento de Rivera y no son mencionadas por los autores antedichos en su trabajo valorativo. No pasan de un esquive diplomático. El contenido de las cartas con el verdadero pensamiento de Rivera fueron publicadas, por lo menos, en Reyes Abadie, Bruschera y Melogno, » Documentos de Historia Nacional y Americana: el ciclo artiguista«, (1951, tomo II) y en «El ciclo artiguista», (1968), en Eduardo Salteraín y Herrera » Rivera, caudillo y confidente» (1945), así como en Juan Bautista Silva en » Rivera Político» (1949).

El contenido de las cartas de junio ­el descubrimiento re contra viejo de la fuente de La República- no lo cree para empezar ni el propio Ramírez, que ha asegurado a su gobernador interino, esos meses, que Rivera no está con los portugueses sino que persistirá en organizar el partido patriota (» No crea Ud. que el coronel Rivera abrace jamás el partido de los portugueses; él quiere salir de las dificultades y salvar a su Provincia a costa de todo sacrificio«, 29 de febrero 1820). Así también Ramírez le escribe al Gobernador Bustos sobre Rivera: » de modo que conservándose con el decidido Patriotismo que hasta hoy ha manifestado, se pondrá muy en breve en disposic
ión de dar un golpe mortal al enemigo exterior luego que podamos acordarnos con él para este objeto, así lo creo
» (7 de marzo de 1820)

Razonando empero sobre el cómo ahora cualquiera dice cualquier cosa sin base alguna y una caterva de enajenados (mezcladores de datos fuera de contexto, de groseras categorías de análisis, de falsas teorías conspirativas, enajenadas, alienadas y turulatas, además de simpleza, simpleza, simpleza e ídem ignorancia) usan la historia falazmente como arma arrojadiza, me sorprendí diciéndome algo que jamás pensé que diría yo que soy muy anti revisionista, como cualquiera que profese principios políticos liberales republicanos: revisionistas-eran-los-de-antes. O, marxistas-eran-los-de antes. Porque, ahora, ese grupo de seudo historiadores entre los que se anota quién proporcionara la artera especie a La República, deforman la historia a tal grado que publican, por ejemplo, como lo han hecho, que el verdadero artiguismo está en la asamblea de Gualeguaychú, que corta ahora el tránsito sobre los puentes del Río Uruguay, y dislates de parecida y mucho mayor magnitud. ¿Será que el país vive la hora de la tontería? Será.

¿Por qué la fuente le ocultó al público de La República la existencia vieja de decenas de presentaciones bibliográficas de las cartas que se presentan ahora falazmente como descubrimiento­ publicadas completas por cataloguistas o por fanáticos anti riveristas o meras notas al pié de los historiadores serios- y se armó toda la fabulación del hallazgo actual cuando en realidad lo hizo el correntino Gómez hace casi 80 años, sin impacto alguno en la historiografía nacional? ¿Por qué se oculta, además, el verdadero pensamiento de Rivera presente cuando le remitió cartas con su pensamiento genuino a Ramírez, días antes, previo a saberlo defeccionado, también publicadas hace décadas, al día y al mes siguiente de tener que rendirse, pero pidiendo ayuda para la liberación de la Banda Oriental? ¿Por qué se las omite?

Estando a todas luces frente a una operación política que usa a la historia de excusa ­tergiversando su verdadero e inequívoco sentido- voy a proceder a contestar del siguiente modo: primero presentaré los hechos, que son meridianamente claros y desmienten rotundamente a la fuente de La República. Obviamente, Rivera nunca tuvo como mira, como intención ni como nada, ni traicionar a Artigas ni mucho menos matarlo. Luego analizaré por qué señalo que se trata de una operación política. Y aún más, intentaré definir la lógica que anima el modo de razonar que hay detrás de esta manera de hacer política y de deshacer historia. Un rasgo básico del pensamiento antiliberal e intolerante de esta tan poco republicana y actual época del país.

Porque este es un tema central. Lo que está en juego es el control de la representación del pasado, para deslegitimar al liberalismo político, para la destrucción de la legitimidad de la memoria liberal, consecuentemente republicana, única consecuentemente democrática. Se lo hizo en los años 60 y la identidad nacional toda cimbró. La cultura antiliberal hegemónica desde entonces reproduce antiliberalismo fundamentalmente a través del discurso histórico educativo. Se usó antes mucho el truco de la legitimación por «novedad» o «noticia», recubriéndose la labor de una falsa «cientificidad». Se lo intenta hacer ahora nuevamente. Entonces se lo hizo en un mundo bipolar, de cuestionamiento de la democracia. Era profundamente erróneo pero tenía cierto nivel. Era tarea de intelectuales y periodistas. Hoy está a cargo de «operadores» desencantados ­de utopía quebrada- en la necesitada tarea de demostrar que el «otro» es peor. La democracia ya no se puede cuestionar abiertamente pero, a medida que se les vacía su mensaje del presente, piensan que sólo tienen futuro si controlan el pasado. La «operación» es, en cierta forma, la negación del pensamiento, el triunfo de la maniobra sobre la reflexión. Y el presente, paradójicamente, les es estéril porque el pasado que difunden como identidad es una falsa y culpógena identidad nacional que sólo reproduce negación nacional y, consecuentemente, aumenta la migración juvenil de esta pampa ahora simplota y espiritualmente insatisfactoria.

 

El entorno histórico de la derrota artiguista

Para explicarse la nueva realidad, Artigas y Rivera debieron tomar nota que unos días antes de Cepeda (1 de febrero de 1820), se habían plegado a Ramírez, Carlos de Alvear (el mayor anti artiguista de todos los tiempos, que había tomado Montevideo en 1814, traicionando a Otorgués y asaltándolo por sorpresa y causándole una matanza, que luego como Director Supremo había enviado un Ejército contra Artigas) y José Miguel de las Carreras, chileno a quién Artigas había rechazado, que vivían bajo la protección de Lecor, los dos, hacía un par de años en Montevideo. Es decir que Ramírez tenía como «intelligentzia» reciente a dos amigos de Lecor. El 22 de enero de 1820 se había dado la batalla de Tacuarembó, que había exterminado al ejército principal de Artigas. Paradójicamente, era el peor momento de la Banda Oriental (Tacuarembó), pero el mejor de la Liga Federal (Cepeda).

Rivera, con algunos cientos de hombres, había quedado en el país, como Jefe del Ejército Nacional. Cada vez con menos hombres y cada vez con menos espacio geográfico. La derrota de Tacuarembó iba a implicar que sus movimientos ya se anularan porque todo el Ejército portugués sobre él ­destruidos los 3.000 efectivos de Artigas, los 16.000 portugueses se concentraban sobre los 400 hombres de Rivera- lo dejaba sin espacio de maniobra. Rivera estaba rodeado, además, de » un número de familias bastante crecido» (Marta Campos de Garabelli, 1953). Enseguida después de Cepeda se le acerca a Ramírez el otro gran anti artiguista, Manuel de Sarratea (que ya en 1811, como triunviro de Buenos Aires le había comprado gente a Artigas, luego Ministro de Pueyrredón), de modo que Ramírez, Alvear, Sarratea y Carreras organizan el Tratado del Pilar. Las cláusulas de dicho convenio salvaban a una Buenos Aires a merced de las Provincias federadas, lo que le reportó la Gobernación de la misma a Sarratea. Artigas y Rivera creían que el triunfo de la Confederación sobre Buenos Aires después de 5 años, en Cepeda, le iba a dar el aire que necesitaba a una Banda Oriental exhausta y ya sin poder de resistencia ante los muy superiores ejércitos portugueses, sea en número, sea en pertrechos. Lo que estaba pasando en realidad es que Ramírez concentraba el mayor acumulado intelectual anti artiguista existente. Era el fin de un enfrentamiento cíclico de Sarratea y Alvear contra Artigas.

De acuerdo con Buenos Aires -a su pedido en realidad- Lecor ya había invadido con 2.000 hombres Entre Ríos en un plan que incluía la invasión a Corrientes y Santa Fé. La noticia de la derrota de Artigas llega al Pilar donde se está negociando el 21 de febrero. Allí Ramírez y López resuelven arreglar con Buenos Aires ­sobre la base de que Lecor suspende como suspendió la invasión- y que hubiere guerra con Artigas, quién exigía la guerra de todas las Provincias contra los lusobrasileños. Eso son las cláusulas secretas del Pilar: las armas, municiones y dinero para que Ramírez enfrente a Artigas.

Rivera, ignorante de todo ­le pide en su primer carta a Ramírez que le cuente qué se ha convenido en El Pilar- resuelve un armisticio para ganar tiempo. Como sus condiciones » son arduas» (comunicación de Lecor al Río de Janeiro), lo asaltan y debe rendirse el 2 de marzo. Escribe enseguida a todos, como hemos arriba dicho, pidiendo fuerzas y proclamando sus verdaderas y patrióticas intenciones. Más tarde, enterado luego de que Ramírez había defeccionado y Artigas se internaba en el Paraguay, Rivera tuvo que asumir la derrota. Porque de eso se trataba. De asumirla, administrarla y con el tiempo revertirla. Como hizo.

 

Las verdaderas cartas de Rivera a Ramírez

4 DE MARZO
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Carta de Rivera al Gobernador de Entre Ríos Ramírez. «… No tardé en ser invitado por la Comisión del gobierno de Montevideo para concluir la guerra por una transacción. En su consecuencia celebré una suspensión de armas mientras pudiese transigir directamente con aquel gobierno lo que mas interesase para solidar la paz; propuse varios artículos con el objeto todos de reanimar la opinión general, sofocar los partidos y concentrar la fuerza para con ella ofrecer un paso cierto al Sr. General. Mi fundada esperanza ha desaparecido por la absoluta negativa que ha hecho el Cuerpo Comisionado como lo demuestran los documentos que adjunto, por ellos aparece la felonía que han cometido los portugueses autorizados por los mismos paisanos (rigiendo el armisticio, en plena negociación, los portugueses, con el visto bueno de los orientales del Cabildo de Montevideo, lo sorprenden militarmente y lo obligan a rendirse ) Por no abandonar a los infelices que me acompañan he sufrido todo pero sin humillación y manteniendo siempre el orgullo militar a que se agrega el deseo que tengo de observar las miras que se proponen los de Montevideo. Este conocimiento guiará mis pasos con la mayor seguridad en lo sucesivo. Yo estoy informado por conducto cierto que se trata de ganarme por el dinero y las lisonjas. Seguramente no me conocen cuando así piensan. Quiero ver en fin que es lo que desean y de todo le daré circunstanciadamente aviso. Hágame usted la justicia de creer que ahora más que nunca deseo combatir a estos inicuos mucho más tiranos que los españoles» … » y quiero que se digne comunicarme sobre qué bases se ha firmado la paz con Buenos Aires, para mi inteligencia«.

3 DE ABRIL. Carta de Rivera al Gobernador de Córdoba, Bustos. (…) «libres como están todos los pueblos, por cuya causa hemos derramado la sangre americana hace más de 5 años, es muy natural que estas recompensas tomen la parte que les corresponde para alejar al tirano que en secreto se lisonjea de la posesión de todo nuestro suelo, el Barón de la Laguna.

Si por mi parte han cesado las hostilidades, no ha sido si no el íntimo conocimiento, quien ha dictado esta injusta pero imperiosa ley, conforme a la peligrosa situación en que me hallé después de las jornadas del Olimar y Tacuarembó. Éstas, sin extinguir el fuego patrio que me devora, me obligaban a mirar con más prudencia la salud general, y mucho más, viendo que las armas, lejos de disimular nuestros males no hacían más que consolidar nuestra esclavitud: tomé los remedios que diera la política.

Sin desistir de los principios que siempre me han animado, de sepultarme más bien sobre las cenizas de la gloria que sobrevivir a los progresos de la tiranía, creí oír la expirante voz de mi patria. Ella me ordenaba no sacrificar inútilmente las últimas fuerzas que, bien dirigidas, la restablecerían a su antiguo esplendor.

Con ese fin, después de haber pasado el General Artigas a la costa norte del Uruguay, vencido y perseguido por las fuerzas portuguesas sobre los indicados puntos, teniendo presente la dificultad de retirarme de la posición que obediente ocupaba y no olvidando al mismo tiempo la defección que nos habían causado las intrigas del General Lecor, manejadas por el Cabildo de Montevideo, entablé con la seductora comisión un armisticio como el único y mejor medio capaz de proporcionarme comunicación con las demás provincias para proseguir la defensa de nuestra libertad. Esta medida del principio fue subseguida por condiciones para el reconocimiento del nuevo gobierno, halagaba mi esperanza, pero pronto fue desvanecida por la felonía usada el 2 de marzo en mi campo de los Tres Árboles.

Todos los documentos que acreditan estos pasos serán presentados a usted por el Sr. Gobernador de Santa Fé, a quién en fecha 6 de marzo pasado se las dirigí, reservándome hacerlo con usted en los momentos que las delicadas circunstancias me lo permitieran.

No pudiendo conseguir la ratificación de las condiciones cuyos fines no se ocultan de usted, avisé a los Gobernadores de Entre Ríos y Santa Fé de mi espinosa situación, para que no se disfrazasen mis sentimientos; instruí al General Artigas para que en virtud del artículo 10 del Tratado del Cuadrilátero, pusiese en uso cuanto mis apuradas circunstancias y las suyas, las que seguramente encontrarían acogida y protección en los pueblos confederados. Esperando, pues, aquél dichoso instante, he tratado de observar la total fuerza de mis enemigos, la extensión de todos sus recursos, los auxilios con que cuentan y los apoyos sobre que descansan; e investigando prolijamente el estado de la opinión del vecindario en Montevideo. Por último he visto y conocido los despreciables instrumentos de que se valen los portugueses para ocultar su míseras miras y para justificarlas a la vista de las naciones que las observan, y en consecuencia, ha sido fácil convencerme de que todo es obra de execrable fracción que vendiendo nuestra libertad compraba su engrandecimiento …»… «La opinión más general en todo el vecindario de Montevideo por la expulsión de los portugueses, en la campaña raro será el individuo que no esté altamente resentido y que no se aspire a la venganza. Este cúmulo de ventajas objeto de mi continua imaginación y desvelos hace que me dirija a V. S. para que usando de las omnímodas y altas facultades que hoy ejerce en esa Provincia tome la parte más activa para auxiliarnos y protegernos, como para expresar por medio del diputado de esa provincia los sentimientos de todos los buenos orientales al soberano congreso, quién considerando la materia y sus trascendencias, determinará no dudo la restauración del país» «Nada más apetezco que la libertad de mi amada patria, única objeto de mis desvelos. Para contribuir a tan laudable fin puede contarse con inagotables recursos de boca y con mil y quinientos hombres de caballería que bajo mi dirección derramarán la última gota de su sangre primero que abandonarme. En esta fatal crisis aún me acompañan más de 400 bravos y a mi primera insinuación se presentará la provincia en masa para abrir si fuese necesario un paso a las fuerzas auxiliadoras» «Hoy veo todos elementos dispuestos a cooperar con los deseos de mi lastimada patria: hoy es que nuestra sacrosanta causa marcha majestuosamente a los altos destinos a que es llamada, porque así lo quieren las inmortales provincias confederadas. Nada más falta que mover los poderosos medios colocados por la justicia en manos de usted. Eternice su nombre y sus glorias defendiendo y ayudando a una provincia hermana que tantas veces ha empapado la tierra con su sangre por sostener la verdadera libertad.» … Termina la carta refiriéndose con cierta ironía a que » por fin se desenvuelvan los misterios que encierra nuestra carta magna firmada en el Pilar«

4 DE ABRIL. Carta de Rivera a Ramírez. «Cuando con fecha 6 del pasado comunique a V. la felonía de los portugueses fue en medio de los mayores apuros. Estos no han cesado por la suma desconfianza con que me tratan, yo todo lo sufro y consecuente con los fines que componen la plana mayor del enemigo no por averiguar sus conocidos secretos sino por medir poder y capacidad he tenido que desesperar al ver la absoluta nulidad de los que nos oprimen» … No es mi objeto recriminar, es sí el de buscar y solicitar remedios para aliviar a mi consternada patria. Por ella es que estoy sufriendo cosas incompatibles con mi carácter pero necesarias para mi fin. Con mi aproximación a Montevideo he descubierto los miserables instrumentos de que se ha valido Lecor para seducir la sencillez de los habitantes y comprometer su docilidad, pero hoy palpan estos incautos que aquel jefe no es escrupuloso en el cumplimiento de su palabra y si al presente sin mayor seguridad ha corrido el velo a sus detestables
intenciones, en lo sucesivo nos impondrá el duro yugo con poca diferencia de los españoles. Esta sola idea basta para electrizarme y para creer que penetrados los ilustres jefes que han roto las cadenas con que fuertemente oprimía Pueyrredón a las provincias romperán también con facilidad las que una ignorante nación está forjando para esclavizarnos. Principie usted… a estimular las demás provincias para que concurran a la obra que inmortalizará su nombre y sin la cual será menguada su gloria. Active usted la pronta declaración de la guerra por Buenos Aires, aquella sola bastará para alejar a nuestros nuevos tiranos … haga presente a todos los pueblos que yo a la cabeza de 1500 hombres de caballería espero sus fraternales auxilios. Suficientes son 2.000 hombres de líneas por un buen jefe para vencer a estos viles mercenarios. … El Entre Ríos y Santa Fe están vinculados a esta provincia por deber y naturaleza…. Remueva usted de una vez las dificultades para la pronta destrucción de los portugueses. Vuele usted a este territorio a recoger nuevos laureles. …. No desperdicie usted los instantes. Eternice usted sus triunfos, sus virtudes y su nombre … los portugueses tiemblan al solo discurrir las provincias federadas.» .. » Instruya al diputado de esa provincia para que haga presente al soberano congreso mis deseos y las razones que tengo….»
Debe pensarse que Lavalleja y Otorgués estarán luego al tanto del plan de Rivera puesto que fueron, después, oficiales del Batallón de Rivera, bajo ocupación portuguesa, así como Oribe fue oficial de las fuerzas bajo órdenes portuguesas.

5 DE JUNIO. De golpe, el principal responsable de la catástrofe, Ramírez, lo aprieta para ir contra Artigas. Le escribe a Rivera invitándolo a la tarea, el 31 de mayo, inmediatamente antes de que empezaran las hostilidades entre Ramírez y Artigas. Que Rivera fuese contra Artigas le convenía a Ramírez, Sarratea (Buenos Aires), Lecor y a todos que, por otra parte, están combinados. Pero la presión debe haber sido muy fuerte. Rivera zafa. Como puede. Con el discurso que quieren oír pero sin hacer lo que quieren que haga. Y no va, que es lo importante.

Esta y la siguiente son cartas conceptualmente en todo opuestas a lo que se ha visto que era el pensamiento de Rivera en las cartas previas, además de no haber sido escritas éstas de puño y letra de Rivera, según ha observado estos días la historiadora Ana Ribeiro. A ESTAS CARTAS DE JUNIO NUNCA SE LES HIZO CASO, SALVO PARA EL TRUCO VIEJO DE SU UTILIZACIÓN POLÍTICA, PORQUE CLARAMENTE CONTRADECÍAN EL VERDADERO PENSAMIENTO DE RIVERA. Para empezar Rivera hace de cuenta que no le escribió a Ramírez antes y le cuenta nuevamente todo el episodio del armisticio de febrero y la rendición de marzo. El centro de la epístola transmite un pedido a Ramírez de devolución de prisioneros brasileños que le pide que haga Lecor. Así como un pedido de Lecor de restablecimiento de lazos comerciales. Lo que evidencia que le ha trasmitido a Lecor el pedido de Ramírez, lo cual supone decirle a Ramírez que él, Rivera, conoce sus lazos con Lecor. Eso es la carta. Hace el relato de la mediación del Cabildo de Montevideo en términos inverosímiles para Ramírez, a quién le ha hecho ya el verdadero relato antes. Ramírez mismo sabía que lo que escribía Rivera no era lo que pensaba Rivera. La transparentización de las comunicaciones con Lecor supone decirle a Ramírez que no confía en él. Ya nunca más Rivera tratará a Ramírez ­cuya cabeza cortada tendrán Bustos y López antes de un año- con la confianza con que se trata a un patriota.

13 DE JUNIO. Al pedido de involucramiento de Rivera en la guerra contra Artigas le contesta diplomáticamente que debe obtener » un permiso especial del cuerpo representativo de la Provincia«, permiso que obviamente nunca fue tramitado. Evidentemente esta carta también está escrita para ser conocida por los portugueses, antes y después de enviarla, pues expresa que Lecor, una vez puesto en conocimiento de la carta que Rivera recibiera de Ramírez, le contestó que «(Lecor) había sido enviado por su majestad para proteger las legítimas autoridades, haciendo la guerra a los anarquistas, en el caso considera a Artigas, como autoridad legítima de la Provincia de Entre Ríos a usted». Le informa algo que Ramírez sabe de memoria, que Entre Ríos ya no corre ningún peligro.

Es increíble, sin embargo, que lo que fue en realidad una negativa a combatir contra Artigas se interprete como ¡un intento de asesinato! Luego se le da ­en la apoteosis y frenesí de la teoría conspirativa de la historia- al planteo retórico de terminar o concluir con Artigas ( en las expresiones de la carta «acabar» o «ultimar» con Artigas) el alcance de proponerse como mano asesina o sicario y transformar todo en un «quiso matar a Artigas, etc.». En el documento en que justamente se valió de la retórica para no participar en la lucha contra Artigas.

Dice un artículo de prensa (Correo) de estos días con acierto: «Lo de «aniquilar» o «ultimar» a Artigas, no son –obviamente– expresiones literales. Se trataba de liquidar su influencia, que –por otra parte– ya estaba francamente disminuida»

Por el contrario, su conducta en todos esos años difíciles en que debió guiar al país le valieron que por 27 votos contra 5 de Lavalleja, la Asamblea General le eligiera poco tiempo después primer Presidente constitucional del país.

Así describe su acción bajo el dominio portugués el propio Rivera en unas notas biográficas: «sólo se cuidó de hacer menos terribles sus desgracias, interponiendo su influjo para con los opresores y aprovechándose de él para romper algún día la cadena … para proteger a sus paisanos en la desgracia»… «organizar cautelosamente un partido patriota, que a su vez obrase la libertad de la Provincia«. O, como escribiera Rivera en 1826, se había tratado de «sacar partido de nuestra misma esclavitud para en tiempo oportuno darle al país su libertad que había perdido y con ella mucha sangre vertida y arruinada» O, como le escribiera Lavalleja a Rivera el 27 de setiembre de 1829, » su política ha sido la de gambetearles a los portugueses»

Dirá después Rivera, en una carta enviada a un amigo el 3 de octubre de 1826 ya desde Santa Fé, cuando Alvear le declara traidor por negarse a disolver el Ejército de la Provincia Oriental: » pero, amigo, lo que puede la ignorancia o la ingratitud y mala fe, no pierden estos miserables un solo momento de hacerme aparecer como traidor, la puta que los parió, traidor les he de dar yo si se descuidan»

Internado Artigas en el Paraguay, Rivera se hace cargo de los hijos de Artigas. De José María, el hijo legal de Artigas con Rafaela Villagrán, quien tenía 13 años y de Santiago, hijo de Artigas con Melchora Cuenca, que a la sazón tenía 3 años. Bernardina fue a hablar con Melchora Cuenca, al irse Artigas, a ofrecerle criar a la otra hija de Artigas, a María de un año, pero Melchora prefirió criarla ella en medio de sus dificultades y necesidades personales. Ambos hijos serán coroneles de Rivera a lo largo de los años.

Rivera le envía una primera carta a Artigas en 1839, vivo todavía el dictador Francia, y le envía una misión a invitarlo volver a su patria en 1841 cuando después de la muerte de Francia y de una breve prisión de 6 meses, Artigas es por primera vez plenamente liberado. Artigas tiene 75 años cuando la primera carta y 77 cuando la invitación a volver.

 

La anatomía moral de la cabeza de los neo-revisionistas

» El revisionismo histórico argentino, esa corriente historiográfica cuyo vigor al parecer inagotable no ha de explicarse por la excelencia de sus contribuciones, en verdad modestísimas…«. Tulio Halperin Donghy «El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia Nacional»

 

Como se sabe el revisionismo histórico nace en la restauración autoritaria del Paraguay d
e los 30, entre sus frecuentes desfiles con banderas nazis ­de la revalorización del autoritarismo paraguayo del siglo XIX, sustentar el autoritarismo de Stroessner- y se traslada a Argentina engarzado en las corrientes antidemocráticas. Halperin Donghi, en la misma obra, lo dice así: » El revisionismo tomará sus esquemas básicos de la interpretación del pasado de la misma fuente a la que debe lo más significativo de sus nociones políticas: el Nacionalismo de Maurras y sus aledaños en la derecha francesa… La exploración del pasado nace entonces como una tentativa de ofrecer el aval de la historia para la crítica de la Argentina del presente y esa crítica se organiza en torno a dos motivos centrales: el primero es el repudio de la democratización política…» El segundo será la conclusión de la derecha nacionalista sobre que la crisis interna se explica por la abdicación democrática a lo extranjero. La existencia del imperialismo externo como forma de legitimar la tarea por la caída de la democracia nacional. En ese momento se trataba de derrocar a Hipólito Irigoyen y entronizar al dictador Uriburu. Más adelante de entronizar a Rosas para fortalecer a Perón. De la derecha paraguaya y argentina el revisionismo tuvo, luego y siempre dentro del sendero antiliberal, un giro de influencia marxista. A principios de los años 60 el mismo se trasladó al Uruguay tratando de reescribir la historia nacional de manera de hundir todo lo liberal e imponer un sistema de análisis marxista particularmente pobre, puesto que fue un análisis más materialista que dialéctico, esto es un análisis con poca capacidad de comprensión y mucha de divulgación. Con ese instrumental carente de dialéctica la izquierda uruguaya tuvo que analizar la caída del socialismo real y, consecuentemente, dicho análisis está aún pendiente. Llegan al gobierno con una cultura pre-muro y tienen que gobernar un mundo en que los nacidos después de la caída del muro tienen ya mayoría de edad. La coartada cientificista que los protegía en el viejo mundo hoy más bien los deja al desnudo. Esa es la tremenda verdad a disimular.

A propósito del artículo de La República sobre Rivera, en el número inmediato de Brecha comentaba la historiadora Ana Frega: «En este marco (revisionista ), existen unos pocos ‘héroes’ traicionados (como Artigas) y unos cuantos ‘traidores’ (como Rivera y Ramírez)… ‘Todo este discurso es profundamente conservador, como puede verse sin dificultad’, apuntó Frega.

Además, un componente sin dudas seductor del discurso revisionista es la teoría conspiracional de las formas dominantes de conocimiento histórico, es decir, la idea de que nuestra visión e interpretación actuales del pasado son producto de alguna forma de ocultamiento interesado de los hechos, que debe ser removida para que la verdadera historia, la historia silenciada y ocultada, salga por fin a la luz.

El ‘gancho’ del revisionismo desaparece, sin embargo, cuando se advierte que poner las cosas en términos de ‘principistas’ y ‘traidores’ no ayuda mucho a explicar los hechos del pasado… no pueden ser explicados mediante el discurso finalista patriótico tradicional, pero tampoco mediante la dicotomización del mundo en héroes y traidores. ‘Es en el intersticio de esos discursos que se ubica la historia como disciplina científica’, concluyó Frega«.

En parecido sentido se expresaba un artículo de prensa (Correo) de estos días: «La pena es que estos temas no se plantean en el terreno serio de la investigación histórica sino con una clara búsqueda de efectismo. Nunca puede analizarse un episodio o un documento despegados de su contexto, porque resultan ininteligibles. Esto es, justamente, lo que se ha intentado… Por eso es lamentable que se planteen debates en un terreno de explotación política, tratando de degradar figuras enormes y haciendo planteos que hacen ininteligible nuestro pasado»

Por supuesto que las declaraciones de la Vicepresidente del Codicen, Marisa García, y del Consejero de Primaria, Oscar Gómez, respecto a cambiar la imagen de Rivera en la enseñanza a partir de estas cartas seudo novedosas, no habla más que de la incapacidad de ambos jerarcas para ocupar los cargos que ocupan, puesto que son docentes y opinan de lo que no saben. Además, la imagen de Rivera ya está maltratada por el actual discurso educativo.

La vulgata intelectual actual ha alcanzado en el país grados de decadencia desconocidos. No estamos frente al revisionismo. Estamos frente a algo mucho más tosco. ¿Ante que bicho estamos? Antes de ver este neo revisionismo y su cultura en un plano más académico describamos la lógica de esta suerte de neo revisionismo que protagoniza a una cultura que, como sus bases son falsas, no conduce a nada sino, a través del analfabetismo valórico, a la desintegración nacional. La cultura revisionista antiliberal y antirrepublicana ha implantado una cultura política ­la actual- infecunda, como toda cultura política irracional y cerrada, esto es en la que premisas falsas abortan dinámicas de nuevas conclusiones y nuevas premisas. ¿Cuáles son sus características?

1.- Dicotomismo extremo o grotesco. Todo es simple. El otro es «malo total» de manera que ello transforma, acrítica y automáticamente, al sujeto portador en «bueno total». La bondad de uno deviene no de sus propias condiciones sino de la maldad del otro y ello exime al «bueno» del juicio al que todos estamos sometidos. Lo convierte en sujeto histórico supra-juicio. Esa autoindulgencia será tanto más fuerte cuánto más «malo» resulte el otro. El otro es el demonio. El trabajo político cotidiano no es más que demostrarlo, permanentemente. Es la teoría de » un» demonio. Obviamente es mucho peor la teoría de un solo demonio que la de » dos» demonios. En la teoría de un demonio nacen los transpersonalismos (fascismo, comunismo). Por el contrario, el liberal no cree en la maldad per se. E, incluso, cree que el otro puede tener razón, sin que ello desintegre al primero. Lo grave del dicotomismo grotesco es que hace necesaria la tarea inicial de desdibujar la memoria y hacer olvidar que en este país se mató hace pocas décadas -no bien los antirrepublicanos y anti liberales se sintieron fuertes- en nombre de la «bondad» total (con postulados que hoy no resisten el menor análisis)- a gente inocente que finalmente no tenía nada que ver pero que se interpuso en el glorioso-camino-de-los-«buenos»-totales. Sangre de verdad, reciente, en el país que este año hace cien años eliminó la pena de muerte y la cadena perpetua.

2.- La omnisapiencia vacía. De este lado todo se sabe, del otro lado todo se ignora. Se cancela así cualquier prueba de conocimiento que rendir. No hay por qué saber de nada además de que de este lado siempre se tiene razón. En el caso, de historia. El otro es nulo/de este lado se es inteligente e iluminado. No sólo se da la grosería intelectual de dividir al mundo en «buenos» totales y «malos» totales sino que, además, se piensa que, con la misma simpleza, unos son los iluminados y los demás son todos simples a los que hay que vanguardizar primero y concientizar luego. Consecuencia, se trata a todo el mundo como objeto pasivo ­o aún tonto- a rescatar para la historia, que como se sabe, la usan en el bolsillo.

3. Subsidiariedad historiográfica. Se cancela la verdadera metodología de análisis histórico para sustituirla por una que sirva a las necesidades del presente político. La historiografía no es más que un arma táctica subsidiaria del presente. Ese es el debate de fondo, por ejemplo, en el problema de lo que se ha llamado «la historia reciente» y los despropósitos de muchas de sus hipótesis. La lógica es la de un público receptor de cualquier cosa. El público es concebido desdorosamente como un tomador de cualquier versión. Se funden la lógica del pasado y la lógica del presente, para la cual se debe poner a operar una determinada y s
implificante versión del pasado. Así, en realidad, de lo que se trata es de cancelar la inteligencia del público, el que tiene que ser comprador pasivo del discurso único. No importa el pasado ­y sus verdades- sino que importa de él una versión para manejar con simpleza el presente. Porque de lo que se trata es de imponer para el presente una lógica muy elemental, también dicotómica e iluminada.

4.- El pensamiento exclusivista. En el fondo no-pueden-creer que otros piensen de manera diferente a su verdad. No pueden creer que el «otro» en sustancia exista y no sea una mera anormalidad. No hay «otro» pensamiento: hay «malos» o traidores o gente todavía no iluminada. Por supuesto, el sistema de controles republicano les resulta absurdo. Es el otro ­sujeto histórico inexistente- preguntando por qué no se hicieron licitaciones en las adjudicaciones estatales y absurdos obstáculos de ese tipo a la acción mesiánica.

5.- El pensamiento fundacionalista. Si el otro no existe no puede tener, obviamente, pasado. La tradición es un imposible ajeno, salvo que sea una obra falsaria. En realidad, todo se está fundando porque si antes hubo otro, como el otro no existe en realidad no hubo nadie. Así, por ejemplo, son buenos porque son presentes, aunque resulten un espanto en un marco histórico comparativo con respecto a las diferentes etapas de construcción nacional. La ignorancia les permite creer que lo que descubren o aprenden en realidad lo están inventado.

6.- La sociedad polarizada. Buenos y malos, inteligentes y atontados, el «otro» ilegítimo y de falsa historia, la cosa es clara: la sociedad se concibe en polos. El anti liberalismo y el abandono de la matriz racional han llevado siempre a alimentar la polarización. La misma barre con todo matiz, con todo análisis de una realidad compleja, con toda construcción de equilibrios, de garantías, de derechos. Ya sabemos que un día barre con la vida también. Se empieza con estas tonterías intelectuales, que no resisten ningún análisis serio, y se termina en cualquier cosa. De todas las tragedias organizadas por los polarizadores se ha salido gracias a la tarea de los que distinguen matices en realidades complejas para construir equilibrios que otorguen garantías: «República» en fín.

7.- La hibernación ideológica. Todo debe ser cómo era. ¡Qué felices éramos contra Pacheco! Gorbachov, Felipe González, Ricardo Lagos, Anthony Giddens, etc., son unos hijos de su madre que creen que las cosas se mueven. En realidad el liberalismo político de Quijano y de Seregni nunca se pudo entender del todo. Menos el de Batalla, en su momento el frentista más votado. ¿Y Vázquez qué? O será liberal en lo político y su peor enemigo, o dejará de ser liberal. Así de sencillo. Nosotros que confiamos en el liberalismo final de Vázquez ya sabemos quienes serán, entonces, los fundamentalistas que se convertirán en sus peores enemigos. Cada vez que Vázquez ha tomado el hacia la tolerancia, le ha ido mal con ellos. La hibernación ideológica se fagocita inexorablemente a todos los liberales, incluso a los progresistas.

 

La hipótesis central de la obra de Halperin Donghi arriba señalada es que existe una suerte de paradoja historiográfica según la cual la escuela revisionista triunfó allí donde la acción política del antiliberalismo ha fracasado. Es decir, el antiliberalismo frecuentemente derrotado en la política triunfaba en la academia. Siguiendo, empero, ese razonamiento ahora tenemos dos problemas. Uno, el antiliberalismo ha triunfado en la política y se comienzan a ver, por el contrario, rechazos académicos cada vez más fuertes al revisionismo. La paradoja se ha invertido. Dos, el neo revisionismo, el revisionismo sin academia, es un mamarracho propio de inimputables. Ese neo revisionismo no aguanta el menor examen intelectual. Existe porque es funcional a un anti liberalismo que ya no es un postulado académico sino que ahora tiene los requerimientos permanentes y procaces de su éxito político. Es el momento más mediocre de la historiografía en el que aparecen unos dogmáticos de la insensatez y, sin embargo, son los únicos funcionales al antiliberalismo político en su apogeo. ¡Y, todavía, lo hacen caraduramente en nombre de una verdad absoluta! Cambalache.

advierte que poner las cosas en términos de ‘principistas’ y ‘traidores’ no ayuda mucho a explicar los hechos del pasado… no pueden ser explicados mediante el discurso finalista patriótico tradicional, pero tampoco mediante la dicotomización del mundo en héroes y traidores. ‘Es en el intersticio de esos discursos que se ubica la historia como disciplina científica’, concluyó Frega«.

En parecido sentido se expresaba un artículo de prensa (Correo) de estos días: «La pena es que estos temas no se plantean en el terreno serio de la investigación histórica sino con una clara búsqueda de efectismo. Nunca puede analizarse un episodio o un documento despegados de su contexto, porque resultan ininteligibles. Esto es, justamente, lo que se ha intentado… Por eso es lamentable que se planteen debates en un terreno de explotación política, tratando de degradar figuras enormes y haciendo planteos que hacen ininteligible nuestro pasado»

Por supuesto que las declaraciones de la Vicepresidente del Codicen, Marisa García, y del Consejero de Primaria, Oscar Gómez, respecto a cambiar la imagen de Rivera en la enseñanza a partir de estas cartas seudo novedosas, no habla más que de la incapacidad de ambos jerarcas para ocupar los cargos que ocupan, puesto que son docentes y opinan de lo que no saben. Además, la imagen de Rivera ya está maltratada por el actual discurso educativo.

La vulgata intelectual actual ha alcanzado en el país grados de decadencia desconocidos. No estamos frente al revisionismo. Estamos frente a algo mucho más tosco. ¿Ante que bicho estamos? Antes de ver este neo revisionismo y su cultura en un plano más académico describamos la lógica de esta suerte de neo revisionismo que protagoniza a una cultura que, como sus bases son falsas, no conduce a nada sino, a través del analfabetismo valórico, a la desintegración nacional. La cultura revisionista antiliberal y antirrepublicana ha implantado una cultura política ­la actual- infecunda, como toda cultura política irracional y cerrada, esto es en la que premisas falsas abortan dinámicas de nuevas conclusiones y nuevas premisas. ¿Cuáles son sus características?

1.- Dicotomismo extremo o grotesco. Todo es simple. El otro es «malo total» de manera que ello transforma, acrítica y automáticamente, al sujeto portador en «bueno total». La bondad de uno deviene no de sus propias condiciones sino de la maldad del otro y ello exime al «bueno» del juicio al que todos estamos sometidos. Lo convierte en sujeto histórico supra-juicio. Esa autoindulgencia será tanto más fuerte cuánto más «malo» resulte el otro. El otro es el demonio. El trabajo político cotidiano no es más que demostrarlo, permanentemente. Es la teoría de » un» demonio. Obviamente es mucho peor la teoría de un solo demonio que la de » dos» demonios. En la teoría de un demonio nacen los transpersonalismos (fascismo, comunismo). Por el contrario, el liberal no cree en la maldad per se. E, incluso, cree que el otro puede tener razón, sin que ello desintegre al primero. Lo grave del dicotomismo grotesco es que hace necesaria la tarea inicial de desdibujar la memoria y hacer olvidar que en este país se mató hace pocas décadas -no bien los antirrepublicanos y anti liberales se sintieron fuertes- en nombre de la «bondad» total (con postulados que hoy no resisten el menor análisis)- a gente inocente que finalmente no tenía nada que ver pero que se interpuso en el glorioso-camino-de-los-«buenos»-totales. Sangre de verdad, reciente, en el país que este año hace cien años eliminó la pena de muerte y la cadena perpetua.

2.- La omnisapiencia vacía. De este l

ado todo se sabe, del otro lado todo se ignora. Se cancela así cualquier prueba de conocimiento que rendir. No hay por qué saber de nada además de que de este lado siempre se tiene razón. En el caso, de historia. El otro es nulo/de este lado se es inteligente e iluminado. No sólo se da la grosería intelectual de dividir al mundo en «buenos» totales y «malos» totales sino que, además, se piensa que, con la misma simpleza, unos son los iluminados y los demás son todos simples a los que hay que vanguardizar primero y concientizar luego. Consecuencia, se trata a todo el mundo como objeto pasivo ­o aún tonto- a rescatar para la historia, que como se sabe, la usan en el bolsillo.

3. Subsidiariedad historiográfica. Se cancela la verdadera metodología de análisis histórico para sustituirla por una que sirva a las necesidades del presente político. La historiografía no es más que un arma táctica subsidiaria del presente. Ese es el debate de fondo, por ejemplo, en el problema de lo que se ha llamado «la historia reciente» y los despropósitos de muchas de sus hipótesis. La lógica es la de un público receptor de cualquier cosa. El público es concebido desdorosamente como un tomador de cualquier versión. Se funden la lógica del pasado y la lógica del presente, para la cual se debe poner a operar una determinada y simplificante versión del pasado. Así, en realidad, de lo que se trata es de cancelar la inteligencia del público, el que tiene que ser comprador pasivo del discurso único. No importa el pasado ­y sus verdades- sino que importa de él una versión para manejar con simpleza el presente. Porque de lo que se trata es de imponer para el presente una lógica muy elemental, también dicotómica e iluminada.

4.- El pensamiento exclusivista. En el fondo no-pueden-creer que otros piensen de manera diferente a su verdad. No pueden creer que el «otro» en sustancia exista y no sea una mera anormalidad. No hay «otro» pensamiento: hay «malos» o traidores o gente todavía no iluminada. Por supuesto, el sistema de controles republicano les resulta absurdo. Es el otro ­sujeto histórico inexistente- preguntando por qué no se hicieron licitaciones en las adjudicaciones estatales y absurdos obstáculos de ese tipo a la acción mesiánica.

5.- El pensamiento fundacionalista. Si el otro no existe no puede tener, obviamente, pasado. La tradición es un imposible ajeno, salvo que sea una obra falsaria. En realidad, todo se está fundando porque si antes hubo otro, como el otro no existe en realidad no hubo nadie. Así, por ejemplo, son buenos porque son presentes, aunque resulten un espanto en un marco histórico comparativo con respecto a las diferentes etapas de construcción nacional. La ignorancia les permite creer que lo que descubren o aprenden en realidad lo están inventado.

6.- La sociedad polarizada. Buenos y malos, inteligentes y atontados, el «otro» ilegítimo y de falsa historia, la cosa es clara: la sociedad se concibe en polos. El anti liberalismo y el abandono de la matriz racional han llevado siempre a alimentar la polarización. La misma barre con todo matiz, con todo análisis de una realidad compleja, con toda construcción de equilibrios, de garantías, de derechos. Ya sabemos que un día barre con la vida también. Se empieza con estas tonterías intelectuales, que no resisten ningún análisis serio, y se termina en cualquier cosa. De todas las tragedias organizadas por los polarizadores se ha salido gracias a la tarea de los que distinguen matices en realidades complejas para construir equilibrios que otorguen garantías: «República» en fín.

7.- La hibernación ideológica. Todo debe ser cómo era. ¡Qué felices éramos contra Pacheco! Gorbachov, Felipe González, Ricardo Lagos, Anthony Giddens, etc., son unos hijos de su madre que creen que las cosas se mueven. En realidad el liberalismo político de Quijano y de Seregni nunca se pudo entender del todo. Menos el de Batalla, en su momento el frentista más votado. ¿Y Vázquez qué? O será liberal en lo político y su peor enemigo, o dejará de ser liberal. Así de sencillo. Nosotros que confiamos en el liberalismo final de Vázquez ya sabemos quienes serán, entonces, los fundamentalistas que se convertirán en sus peores enemigos. Cada vez que Vázquez ha tomado el hacia la tolerancia, le ha ido mal con ellos. La hibernación ideológica se fagocita inexorablemente a todos los liberales, incluso a los progresistas.

 

La hipótesis central de la obra de Halperin Donghi arriba señalada es que existe una suerte de paradoja historiográfica según la cual la escuela revisionista triunfó allí donde la acción política del antiliberalismo ha fracasado. Es decir, el antiliberalismo frecuentemente derrotado en la política triunfaba en la academia. Siguiendo, empero, ese razonamiento ahora tenemos dos problemas. Uno, el antiliberalismo ha triunfado en la política y se comienzan a ver, por el contrario, rechazos académicos cada vez más fuertes al revisionismo. La paradoja se ha invertido. Dos, el neo revisionismo, el revisionismo sin academia, es un mamarracho propio de inimputables. Ese neo revisionismo no aguanta el menor examen intelectual. Existe porque es funcional a un anti liberalismo que ya no es un postulado académico sino que ahora tiene los requerimientos permanentes y procaces de su éxito político. Es el momento más mediocre de la historiografía en el que aparecen unos dogmáticos de la insensatez y, sin embargo, son los únicos funcionales al antiliberalismo político en su apogeo. ¡Y, todavía, lo hacen caraduramente en nombre de una verdad absoluta! Cambalache.

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