"La agresividad del lado argentino ha ido aumentando a medida que los fallos internacionales le son cada vez más desfavorables"

Historiadora Clemente: "A Kirchner el conflicto se le fue de las manos"

Desde la época de las colonias, por la conocida rivalidad de los puertos, la historia de las relaciones entre los territorios que luego serían Uruguay y Argentina da cuenta de un gran número de enfrentamientos que sin embargo no llegaron a afectar los cimientos de la hermandad rioplatense.

Entre ellos la historiadora Isabel Clemente resalta los conflictos políticos del siglo XIX que originados en el enfrentamiento entre los partidos Blanco y Colorado con la participación de personajes de la vecina orilla desembocaron en la Guerra Grande y terminaron en 1851 con la firma de varios tratados con Brasil -que actuó como mediador- y que tuvieron resultados bastante nefastos para Uruguay ya que implicó la entrega de territorio, ventajas comerciales y la extradición de esclavos en favor del intermediario.

La catedrática también cita el diferendo ocurrido en 1903, durante el primer gobierno de José Batlle y Ordóñez, a raíz de la administración del Río de la Plata como consecuencia de la doctrina de la Costa Seca, formulada por el canciller argentino del momento, Estanislao Zeballos, por la cual Uruguay no tenía derecho usar el cauce sino hasta la orilla.

El diferendo quedó superado tras las negociaciones diplomáticas conducidas por Rufino Domínguez asistido por Juan José de Amézaga, nuevamente gracias a la mediación de Brasil en 1909.

Para Clemente el período más álgido de las relaciones bilaterales ocurrió durante la II Guerra Mundial como consecuencia de que Uruguay, que presidía un organismo interamericano denominado «Comité de emergencia para la defensa política del hemisferio» -cuya finalidad era prevenir la acción de las corrientes nazis- se alineó en 1941 con Estados Unidos enfrentándose a la neutralidad argentina que comenzó a ser definida por el Departamento de Estado norteamericano como pro nazi; situación que se vio reforzada por la presencia de varios partidarios de esa ideología en el entorno del general Domingo Perón, que en ese momento era una figura ascendente en el escenario político vecino.

Ese enfrentamiento determinó el nacimiento de una gran desconfianza mutua y el comienzo de la oposición uruguaya a las políticas peronistas que años después terminarían en un nuevo diferendo entre el gobierno de Luis Batlle Berres y el de Perón, que tras un nuevo corte de las relaciones diplomáticas finalizó gracias a la diplomacia de las primeras damas evidenciadas en la visita de Evita a Montevideo.

-¿Alguno de esos diferendos tuvo su origen en el descontento de una parte de la sociedad civil o eso es un elemento nuevo?

-Los diferendos siempre tuvieron su origen en la internacionalización de los partidos políticos primero, y luego en las relaciones de gobierno a gobierno. Esta es la primera vez que una organización de la sociedad civil asume el protagonismo. Es apenas cuando se organiza la protesta contra la instalación de las pasteras, y la misma encuentra eco en la política local entrerriana, que luego alcanza escala nacional, cuando el gobierno argentino interviene respaldando primero con mucha reticencia, después promoviendo la demanda ante La Haya y finalmente marchando -en general- a la saga de las peticiones de la asamblea ambiental.

-¿El recurrir a organismos internacionales es otro factor diferencial con los enfrentamientos anteriores?

-Sí, también es novedoso, nunca se había recurrido a ese nivel. Otro elemento nuevo es la ausencia de propuestas del gobierno argentino, que además accede a todas las peticiones de la asamblea, incluso arriesgando el prestigio internacional. Porque recurrir a La Haya con una demanda tan frágil, y el resultado que recibió, muestra el orden de prioridades que rige la política exterior argentina, en donde el prestigio internacional parece pesar menos que la buena relación con una organización provincial.

-¿Esa actitud del gobierno de Néstor Kirchner puede compararse con el accionar histórico del peronismo?

-Sí, es posible, porque en ambos casos hay una utilización del nacionalismo en su forma más primitiva, eso de Argentina potencia la canalización de nacionalismo hacia fines de política interna. Hay que recordar que Kirchner está buscando su reelección en medio de una situación difícil en la interna política con partidos que se separan y forman coaliciones en su contra como los alineamientos que surgen en torno al ex ministro de Economía Roberto Lavagna; más los resultados adversos en Misiones.

-¿El accionar del gobierno de Tabaré Vázquez también sigue un lineamiento histórico o se separa de la tradición diplomática nacional?

-El caso uruguayo también se corresponde con la línea de acción histórica, no ve grandes diferencias de parámetros en la forma en cómo se maneja actualmente el conflicto de cómo lo hizo en otros casos. Sólo que el contexto regional es distinto, porque el Mercosur generó una serie de compromisos entre sus socios con lo que se hace muy difícil una mediación de Brasil, lo que era habitual antes.

-¿La reacción del gobierno argentino a los anuncios de afectación de militares al predio de Botnia era esperable? ¿Podría militarizarse el conflicto?

-Ha habido rumores que hablaban de intentos de acciones violentas contra la planta de Botnia y la decisión responde a eso. Ahora esta vigilancia de la planta es mínima, son 12 o 15 soldados, no es un despliegue importante. No debería provocar un crecimiento del conflicto; pero como parte del discurso interno y con miras a una campaña electoral, el presidente Kirchner tomó esto como un gesto inamistoso y lo magnificó. Pero además hay que recordar que hace algunos meses la propia armada argentina escoltó buques con material para Botnia, es decir que ellos mismos usaron la custodia militar porque preveían posibles acciones de los ambientalistas de Gualeguaychu; o sea que es usual reforzar un poco la vigilancia.

-Con los antecedentes históricos a la vista, ¿podía preverse que el conflicto se prolongaría y adquiriría estos niveles de tensión?

-No, porque además el grado de virulencia, de agresividad del lado argentino ha ido aumentando a medida que los fallos internacionales le son cada vez más desfavorables. Es una especie de desesperación que va alimentando una paranoia que es muy difícil de controlar con recursos de diálogo diplomático porque requieren ya una acción de tipo cultural, de otras entidades distintas al gobierno.

-Siguiendo esa tesis se puede afirmar que si la Corte Internacional falla a favor de la medida cautelar solicitada por Uruguay contra los cortes de ruta se produzca una nueva escalada de violencia…

-Es posible, pero Uruguay no puede hacer otra cosa porque el corte de ruta es una violación del Derecho Internacional y fue Argentina la que puso el tema en La Haya, organismo que dictó una ordenanza solicitando que las partes se abstengan de agravar el conflicto.

El gobierno argentino explicó ese dictamen y en varias ocasiones pidió que no se instalaran los cortes, pero no lo escucharon; en ese sentido se puede decir que el conflicto se le fue de las manos. Kirchner dice no voy a levantar la mano contra ningún argentino y es una posición respetable pero le genera problemas internacionales, desde ese punto de vista el diferendo se le fue de las manos. *

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