El último representante emblemático de la dictadura dejó ayer el Ejército Nacional

Los torturadores agasajaron en el Centro Militar a "Pajarito" Silveira

Según narraron a LA REPUBLICA participantes en la recepción, la reunión se transformó en un festejo por la decisión del presidente Jorge Batlle de negar la información requerida por la Justicia argentina para citar a ocho militares uruguayos acusados de violaciones a los derechos humanos, entre ellos el propio «Pajarito» Silveira.

El agasajo tuvo lugar en el parrillero del Círculo Militar. Comenzó sobre las 13 horas y terminó aproximadamente a las 18 horas. El parrillero fue alquilado y el Círculo Militar como institución no tuvo nada que ver con la fiesta. Incluso, LA REPUBLICA pudo constatar que el presidente del Círculo Militar, teniente general (r) Raúl Mermot, se retiró de la sede una hora antes de que comenzara la reunión.

En el almuerzo de camaradería estuvieron presentes alrededor de unas cuarenta personas, todas del sexo masculino y vestidos de civil. De acuerdo a testimonios de participantes, estuvieron entre otros José «Nino» Gavazzo, Ernesto Ramas y Manuel Cordero. También asistieron los recientemente electos directivos del Centro Militar, Alfredo Lamy y José Baudean.

En la reunión, de la que también tomaron parte algunos civiles amigos de Silveira, se consumieron grandes cantidades de whisky, no hubo discursos y el ambiente era de «festejo doble». Algunos testigos del encuentro manifestaron su desagrado por el hecho de que «Silveira, fue visto en mangas de camisa, con una poderosa pistola al cinto».

En todos los corrillos del amplio y coqueto local de 18 de Julio y Juan Paullier se habló con satisfacción de la respuesta de Batlle. Como informara LA REPUBLICA desde el mes de febrero, en las sucesivas reuniones realizadas en el Círculo Militar y en casas particulares, los principales implicados en denuncias por violaciones a los derechos humanos establecieron una coordinación y sus preocupaciones básicas eran tres: los alcances del «estado del alma» propuesto por Batlle, las implicancias del «Caso Gelman», eventuales responsabilidades, una posible investigación que pudiera probar que María Claudia no fue la única argentina embarazada que trajeron para Uruguay y los exhortos judiciales que pudieran provenir desde el extranjero reclamando citarlos a declarar.

Los nervios de «Pajarito»

Según pudo saber LA REPUBLICA, Silveira pasó a retiro el martes cuando cumplió 55 años, la medalla de reconocimiento del Ejército la recibirá recién el año que viene.

Silveira estuvo estos últimos meses muy preocupado por la mención de su nombre vinculado a la desaparición de la nieta y la nuera del poeta Juan Gelman. Cabe recordar que según la investigación de LA REPUBLICA y la del propio Gelman, Silveira y el capitán de la Policía Ricardo Medina fueron quienes entregaron a la bebita secuestrada en la casa de sus padres adoptivos una noche de enero de 1977.

Silveira cayó en desgracia cuando asumió como comandante en jefe del Ejército el teniente general Juan Geymonat. Durante la gestión de su antecesor, Fernán Amado –ahora de viaje por Australia integrando la delegación olímpica– «Pajarito» llegó a ocupar un lugar de privilegio como integrante de su Estado Mayor Personal. En este período contó con la protección y trabajó al lado del comandante. El pase a retiro de Amado terminó con esa situación. Una de las primeras medidas que adoptó Geymonat fue excluirlo del Estado Mayor Personal y dejarlo sin destino. A Silveira sólo le restaba esperar nervioso su pase a retiro.

Los nervios de Silveira no estaban referidos solamente al caso Gelman, su nombre figura en todos los casos que se manejan en Argentina, España, Francia e Italia. Cualquier citación o exhorto internacional lo iba a tener como protagonista.

En los últimos días y ante su inminente pase a retiro, sus camaradas de la denominda «Logia del Aquelarre» decidieron organizar un homenaje-agasajo, expresándole su respaldo. Silveira tenía una inocultable expectativa por la respuesta que iba a dar el gobierno uruguayo al pedido del fiscal argentino que requería información sobre su persona, y que también comprendía a José Nino Gavazzo, Manuel Cordero, Juan Antonio Rodríguez Buratti, Enrique Martínez, Ricardo Medina, José Arab y Pedro Mattos.

El prontuario de Silveira

Decenas de denuncias presentadas ante el Parlamento y los organismos defensores de los DDHH ubican a Silveira en los principales centros de represión y tortura de la dictadura: en el Batallón de Infantería Nº13, «El infierno grande», en la casa de Punta Gorda, en La Tablada y el Regimiento de Artillería Nº1 en el Cerro.

Según las denuncias es un experto en todas las modalidades de tortura y en especial la picana eléctrica y las violaciones. Tuvo también un papel destacado como responsable del S2 (Inteligencia), del campo de concentración para prisioneras políticas que la dictadura montó en Punta Rieles, encabezó todas las operaciones de hostigamiento y tortura psicológica contra las detenidas.

Sobre la actuación de Silveira se presentaron decenas de testimonios ante organismos defensores de los Derechos Humanos, ante la Comisión de Diputados que analizó la represión durante la dictadura, ante el Senado de la República, por el senador German Araújo en 1985, ante la Justicia uruguaya, argentina y española.

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