Contra el genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad

El fin de la impunidad: Diputados sancionó ley de cooperación con la Corte Penal Internacional

Los legisladores estuvieron rodeados por un público selecto: el canciller Reinaldo Gargano, el subsecretario de Educación y Cultura Felipe Michelini  que ocupó una banca en sala, debidamente autorizado-, ministros de la Suprema Corte de Justicia, la fiscal Mirtha Guianze, varios embajadores, familiares de desaparecidos y representantes del Colegio de Abogados y de varias organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Daniela Payssé (Asamblea Uruguay), presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Diputados, agradeció emocionada que se le hubiera designado como miembro informante para este proyecto de ley, al que consideró histórico y que ya había sido aprobado por unanimidad en el Senado.

Payssé dijo que nuestro país pasará a la vanguardia en cuanto a penalizar estos crímenes en su legislación, iniciando un camino del que aún restan trascendentes etapas, y recordó el Estatuto de Roma como el primer paso hacia el juzgamiento de crímenes que ofenden, agravian  pasó con sutileza y poder de síntesis por la etimología de la palabra «lesa»- a la humanidad.

La Corte Penal Internacional tiene jurisdicción para juzgar individuos, no Estados, que hayan cometido determinados delitos que entren en esa calificación tanto como en la de genocidio y crímenes de guerra, todos declarados imprescriptibles. El texto presentado mantiene la estructura de un anteproyecto que elaboró el doctor Oscar López Goldaracena en marzo de 2005, en cumplimiento de lo solicitado por la Subsecretaría del Ministerio de Educación y Cultura.

El Estado uruguayo deberá ahora cumplir con las obligaciones contraídas al ratificar el Estatuto de Roma, creando los instrumentos necesarios para compatibilizarlas con el derecho interno. Sin embargo  aclaró Payssé- este proyecto permite ir más lejos y cumplir con obligaciones también pendientes por ratificaciones de otros tratados de derechos humanos; por ejemplo, la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes y la Convención Interamericana sobe la Desaparición Forzada de Personas.

El artículo 9º es particularmente significativo, porque excluye la posibilidad de invocar la obediencia debida y, como circunstancias excepcionales, la amenaza o estado de guerra, inestabilidad política o cualquier otra emergencia pública. Mientras tanto, el artículo 13º incorpora la intervención del denunciante, la víctima o sus familiares en los procesos vinculados a los crímenes juzgados. Y el artículo 15 prevé como agravantes, sin perjuicio de lo establecido en el Código Penal, que las víctimas sean niños, adolescentes, mujeres embarazadas o personas con limitaciones de salud física o mental por su edad, enfermedad o cualquier otra causa.

Además, en el texto se crean figuras penales, innovando, por caso, respecto de la pornografía de menores y del tráfico internacional de personas.

 

El fin de la impunidad

A continuación de la extensa, pormenorizada y precisa presentación de Payssé, otros legisladores usaron de la palabra.Hubo dos exposiciones que agregaron elementos a lo ya dicho, enriqueciendo el informe sobre el proyecto desde distintas visiones y con diferente matiz político.

Una fue la de Beatriz Argimón (Correntada Wilsonista), quien  tras destacar como toda una señora la espléndida intervención de Payssé y advertir que no redundaría- proclamó que con esta ley se termina la impunidad y la calificó como un gran aporte que debe impregnar no sólo a los legisladores sino también a la educación en derechos humanos y estar presente, incluso, en la futura formación de abogados y magistrados. Posteriormente, valoró la unanimidad que en esta legislatura se alcanzó sobre un tema tan complejo, superando las distintas posiciones partidarias gracias a un rico intercambio en todos los ámbitos. Finalizó con una calificación: «Este es un legado a las nuevas generaciones», y con un emotivo reconocimiento: «Para las mujeres es muy importante haber incorporado entre los crímenes de guerra a las violaciones y abusos, que se han sufrido durante tanto tiempo y en tantos lugares sin que hasta ahora así se les hubiere considerado».

La otra exposición considerable correspondió a Gustavo Bernini (Partido Socialista), quien, luego de elogiar a Payssé y a Argimón cual caballero decimonónico, confesó, con gran sinceridad, que sus palabras estarían teñidas de apreciaciones políticas. Y demostró que es un hombre de palabra: dijo que esta ley constituye un claro compromiso del Estado con los derechos humanos y precisó que «todo tiene un momento donde las cosas maduran». Al respecto, aclaró que entre esas cosas, para él convergentes, no sólo estaba el compromiso legal asumido hoy sino, además, «muchos otros acontecimientos que estamos viviendo», entre los cuales incluyó  con una capacidad de abarcamiento sorprendente- los juicios a represores, los procesamientos ya resueltos, la política de defensa de los derechos humanos del gobierno y varios más, desde la ley de humanización del sistema carcelario al Panes y pasando por otros planes de inclusión social.

Luego, con voces tan firmes y emocionadas como los preopinantes, hablaron Gustavo Espinosa (Foro Batllista), Gonzalo Novales (Alianza Nacional), Edgardo Rodríguez (Espacio 609) y Diego Cánepa (Nuevo Espacio). Fue una pena que, más allá de sus buenas intenciones jamás desmentidas, de la necesidad de expresarse y de mínimas variaciones de tono, información aportada y argumentos, todos incurrieron en un abundamiento caudaloso, innecesario, exactamente proporcional a cualquier cálculo infinitesimal.

Con Cánepa se cerró la lista de oradores y enseguida hubo un ligero desentendimiento acerca de cómo votar el frondoso texto. Carlos Signorelli (Foro Batllista) propuso, basado en el sentido común (¿y la impaciencia?), que se votara en bloque y sin lectura (¡si la unanimidad estaba asegurada!). Así se hizo y el proyecto fue aprobado y quedó consagrado como ley, generando un conmovedor aplauso desde las barras, al que se sumaron los propios legisladores, ya de pie.

Es un fin de fiesta excepcional, pensé. Sin embargo, Javier Salsamendi (Espacio 609) sintió necesidad de fundamentar el voto, mientras el canciller, Michelini, los ministros de la Corte, Guianze y los demás se estaban levantando para retirarse y quedaban momentáneamente desconcertados. Y así lo hizo. Por suerte fue breve. No sirvió de mucho. Porque fue entonces -cuando los ilustres desconcertados, ahora sí, se iban sin regreso posible- que pidió la palabra Iván Posada (Partido Independiente). Aunque también fue escueto, terminó hablando con las barras vacías y muchos diputados en estado de agitación, cuchicheando en grupitos o por celular.

 

Otros temas

En la media hora previa, Carlos Enciso (Correntada Wilsonista), tras dibujar una elocuente apología del campo nacional y de la Expo Prado, se mostró sorprendido por el anuncio de que el presidente Vázquez no concurriría a ninguno de los actos previstos por la Asociación Rural.

Le pidió al primer mandatario rever su posición, le recordó que así lo hizo el 25 de agosto en Florida y le recomendó que no use un helicóptero para llegar porque  dijo con una ironía que sonó impostada- «le bastará recorrer a pie los cincuenta metros que separan su casa de la exposición».

Aníbal Pereyra (Espacio 609) dedicó su tiempo a detallar, elogiosamente, la gestión que viene desarrollando en Rocha el intendente Artigas Barrios; Gustavo Espinosa (Foro Batllista) aludió a la situación del INAU, pasó revista a una serie de «despropósito
s que están ocurriendo» y criticó a sus directores, acusándolos de inducir ideológicamente a los funcionarios; Javier García (Alianza Nacional) se felicitó de que varios legisladores hayan concurrido a presenciar las maniobras de las que participó la Fuerza Aérea uruguaya en Brasil pero, a renglón seguido, sin hesitar, advirtió que nuestra soberanía está en riesgo porque los buques de la Armada no tienen combustible y «nuestros aviones prácticamente no vuelan»; al cierre, Uberfil Hernández (Espacio 609) exaltó la trayectoria del escritor Guillermo Lopeteguy y Jorge Patrone (Asamblea Uruguay) recordó al recientemente fallecido César Segovia, fundador de su grupo, legislador e incansable luchador social. *

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