Declaró en el Juzgado que Javier Morassi fue el escribano en la venta de Idafal

Marinone negó vínculos con "lavadores" del Cártel de Juárez

El fiscal Gilberto Rodríguez interrogó exhaustivamente a Marinone en el marco de una denuncia presentada a fines de junio pasado por el inspector retirado Roberto Rivero sobre lavado de dinero del narcotráfico en Uruguay.

Según información aportada por agencias extranjeras a la Justicia argentina, que también investiga el funcionamiento de una célula del Cártel de Juárez en ese país, el veterinario estaría estrechamente vinculado a los hermanos Nicolás y Domingo di Tullio y a Mirta Beatriz Llera. A través de dos sociedades anónimas el cuarteto adquirió una residencia en el barrio Lugano de Punta del Este y dos campos en el paraje Las Bolas, del departamento de Flores.

Ayer Marinone reconoció ser el principal de Idafal SA, propietaria de un campo en Flores y que el escribano Javier Morassi fue el notario que actuó en la compraventa. Según explicó Della Valle, se presentaron los títulos de propiedad y se deslindó toda otra vinculación con posibles actos delictivos. Además anunció que se presentará un recurso para que la jueza Canessa libere el embargo que pesa sobre esa propiedad.

El abogado explicó que su defendido administró campos toda su vida; «es su profesión», señaló. Entre sus contratantes estaban los hermanos Di Tullio, propietarios de varios campos en la zona de Balcarce, donde reside el veterinario. «El de Flores es el primer campo de su propiedad y se encuentra con este lío», dijo Della Valle.

¿Está o no está requerido?

La presencia del veterinario Raúl Oscar Marinone en el Juzgado de Maldonado sorprendió a quienes siguen el caso con atención. En el documento que el fiscal mexicano Juan Ponce presentó a su par argentino Eduardo Becerra el 12 de julio pasado se asegura que se pidió a Interpol «la localización, detención y presentación» contra 13 personas, entre las que se encuentra Marinone.

Sin embargo, ayer el veterinario salió de territorio argentino, ingresó a territorio uruguayo y volvió a su país sin que ninguna autoridad hiciera efectiva la solicitud del procurador general de México, que a la vez es jefe de Interpol en esa nación. Pero Della Valle sostuvo que sobre su cliente no existía ningún pedido de captura ni impedimentos para salir de la Argentina.

Los hechos que lo vinculan al Cártel de Juárez

En el oficio de la Dirección Nacional de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas del 16 de marzo pasado, que ocasionó una verdadera conmoción nacional y la destitución de dos policías a raíz de las acusaciones realizadas contra el periodista Danilo Arbilla, se dice que «uno de los trabajos más importantes realizados por el escribano Javier Morassi para los hermanos Di Tullio fue la compra de propiedades rurales. Las mismas se realizan a través de Idafal SA, cuyo presidente y único director testaferro de los Di Tullio es Raúl Oscar Marinone, ciudadano argentino». También informa que la sociedad anónima tiene como sede el estudio del escribano Morassi en Montevideo.

Como se sabe, este documento fue desestimado por la Justicia y la propia Dirección Antidrogas, porque «no se habían verificado todos los extremos contenidos en él». Pero en el documento de 13 páginas entregado por el fiscal Ponce a su par Becerra surge otra historia, que complica la suerte de Marinone.

«A finales de 1998 la Oficina Central Nacional de México tuvo conocimiento de que integrantes de la célula argentina del Cártel de Juárez integrada por Nicolás Di Tullio, Mirta Beatriz Llera y Raúl Oscar Marinone, entre otros, habían realizado reiterados viajes a Uruguay para continuar con la operación de lavado de dinero con la recepción y envío de maletas de dinero y la compra de establecimientos agrícolas ganaderos y de una mansión vacacional en Punta del Este. Por otra parte, las autoridades de los EEUU, representadas por funcionarios del Departamento de Tesoro, Aduanas y en forma paralela con información aportada por esta OCN, continuaron las investigaciones de la operación Casablanca por la cual se remitieron a Mercado Abierto Bank y Mercado Abierto Casa de Cambio en Argentina las sumas que sirvieron para que operara la célula del Cártel que se encontraba oculta en ese país, principalmente la familia González Quirarte y Jorge Iñíguez Martínez y su grupo operativo».

El documento menciona la adquisición de varios bienes, entre ellos el Hotel Tourbillón de Mar del Plata y los establecimientos ganaderos Rincón Grande, El Espejo, El Estribo y Santavenera, así como también casas y apartamentos. A través de la Embajada de México en Argentina se presentó una acusación contra todos los mencionados y otros, por posible lavado de dinero del narcotráfico, ante el juez Rodolfo Canicoba del Corral. «El magistrado ordenó medidas precautorias contra todos los bienes y los declaró como imputados no procesados con restricción de abandonar el país». El 6 de octubre de 1998, la Dirección de Migraciones de nuestro país registra un ingreso a Uruguay vía Fray Bentos de un vehículo matrícula BOS631 conducido por Nicolás Di Tullio, y quien llevaba como acompañantes a Mirta Beatriz Llera documento 6141754 y a Raúl Marinone, documento 13211273.

Mirta Beatriz Llera es la vicepresidenta de Sasur SA, propietaria del chalet Holiday, comprado por la mujer al director del semanario Búsqueda, Danilo Arbilla, en 1997. En la operación intermedió la Inmobiliaria Costábile de Punta del Este y actuó como escribano Javier Morassi, quien también había asesorado con anterioridad al periodista en otras operaciones inmobiliarias.

A la vez, Mirta Beatriz Llera es la vicepresidenta de Idafal SA, la empresa que Marinone reconoció ayer como suya, por lo que también es propietaria de los campos comprados en Flores.

La mujer parece tener un papel preponderante en la organización de narcolavadores, ya que figura en cargos de jerarquía en varias de las empresas montadas por Di Tullio para hacer negocios con dinero de Amado Carrillo Fuentes, que provenía del narcotráfico.

Por ejemplo es vicepresidenta de Mirvet SA, propietaria de varios bienes al Sur de Buenos Aires, y ocupa el mismo cargo en el Hotel Tourbillón. En tanto, Marinone aparece mencionado en el libro societario del Estribo SA, propietaria de la estancia del mismo nombre en Argentina, donde se le nombra vicepresidente y director titular de esa sociedad presidida por Aldo Ducler.

Este es uno de los principales operadores financieros de los lavadores ya que presidía la empresa Mercado Abierto, que encauzaba todas las inversiones. También fue asesor económico de Ramón «Palito» Ortega cuando pugnó por la candidatura a la Presidencia de la República.

Información entregada a LA REPUBLICA establece que en mayo pasado Ducler alcanzó un acuerdo con autoridades de los Estados Unidos, por el cual se aseguró inmunidad a cambio de colaboración.

El fiscal Ponce había dicho al diario Clarín de Buenos Aires que «Ducler tendría que estar preso» y aseguró que «Nicolás Di Tullio, Raúl Oscar Marinone y Mirta Beatriz Llera siguieron actuando durante los años 1998 y 1999 como compradores y administradores de las operaciones de lavado de dinero en Argentina y Uruguay. Di Tullio y Mirta Llera recibieron transferencias de dinero en sus cuentas de Mercado Abierto y en el Citibank y figuran en documentos públicos de ambos países como compradores de propiedades sujetas a investigación.

En tanto, Raúl Marinone es un «prestanombre» para la compra de establecimientos agrícola-ganaderos en los dos países. Además es miembro del Consejo de Administración de las distintas sociedades que amparan las propiedades del Cártel y transporte de grandes cantidades de dinero».

El fiscal estudiará el expediente

Ayer la jueza Canessa recibió en forma extraoficial una copia del documento presentado por Ponce al procurador general argentino. En tanto el fiscal Rodríguez analizará el expediente antes de pedir otras actuaciones o solicitar el archivo del tramo que involucra a Marinone.

No se informó de los pasos futuros, pero el abogado Della Valle aseguró que su cliente «no tendrá ningún problema a futuro».

Pero, si la Justicia logra probar la existencia de llamadas telefónicas entre Marinone, el escribano Morassi, el contador Gonzalo Morassi y Mirta Beatriz Llera, la situación podría cambiar. Y a la vez aclarar circunstancias que aún permanecen en la oscuridad.

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