MEMORIA

Homenaje al “cura barrendero” Mauricio Silva, a 42 años de su desaparición

Este viernes 14 de junio se inaugurará un Sitio de Memoria en la Parroquia San Juan Bautista (Pocitos) en homenaje al sacerdote Mauricio Silva, quien ejerció el sacerdocio en dicho centro religioso y fue secuestrado en Argentina en 1977, en el marco de la dictadura militar, y aún permanece desaparecido.

Padre Mauricio Silva.
Padre Mauricio Silva.

La Comisión Nacional Honoraria de los Sitios de la Memoria invita a la colocación de una placa en la parroquia San Juan Bautista, en memoria del sacerdote Kléber Mauricio Silva Iribarnegaray, quien ejerció el sacerdocio en dicha iglesia.

La actividad se enmarca en lo dispuesto por el artículo 23 de la Ley 19.642 de Sitios de la Memoria Histórica del Pasado Reciente.

Su labor, siempre marcada por el compromiso con los más desprotegidos, lo llevó a radicarse en Argentina donde desarrolló su actividad religiosa como cura obrero empleándose en la municipalidad de Buenos Aires en el trabajo de barrendero. Desde allí realizó una fuerte actividad gremial y comunitaria.

En la mañana del 14 de junio de 1977 fue secuestrado por fuerzas represivas y desde entonces permanece como desaparecido.

A 42 años de su detención y desaparición se realizará un homenaje el próximo 14 de junio.

A las 17 horas se proyectará un documental en el salón parroquial de la Iglesia San Juan Bautista, mientras que a las 18 horas se realizará la colocación de la Placa de la Memoria. Participará Pitufo Lombardo.

Con posterioridad se realizará una celebración ecuménica.

El cura barrendero

Silva Iribarnegaray nació en Montevideo el 20 de setiembre de 1925. Mauricio fue su nombre religioso y familiar que adoptó en su confirmación, siendo seminarista salesiano. Fue maestro en la Patagonia, Lugar que le dejó profunda huella.

Participó como mediador entre la Iglesia y el líder de los cañeros Raúl Sendic. Experiencia que lo marcó profundamente.

Trabajó en la renovación de la catequesis en colegios como el San Juan Bautista, en la época de la renovación de la Iglesia después del Concilio Vaticano II.

Supo interpretar y poner en práctica las pautas de la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Realizó una lectura sabia de los documentos de Medellín. Ayudó a forjar hombres libres y responsables.

En 1970 ingresó como novicio en la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio, -continuadores de la espiritualidad de Charles de Foucauld- en La Rioja, con Arturo Paoli, siendo obispo Enrique Angelelli.

En 1972 fue clasificador de residuos, en Santa Fe, en Rosario. La represión ya se sentía, sobre todo con los que participaban en actividades sociales y religiosas.

En los primeros meses de 1973 fue madurando su proyecto de comunidad evangelizadora y de acompañamiento en medio de los barrenderos municipales, en condiciones de trabajo paupérrimas, recordó la organización Madres y Familires de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.

Luego se radicó en Buenos Aires donde trabajaba como barrendero municipal.

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