ENTREVISTA

"Es sospechoso que expulsaran al cónsul Liard y no hicieran nada con el embajador"

El presidente del Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre, doctor Jair Krischke, quien denunció el espionaje contra Wilson Ferreira Aldunate en 1983, afirma que pudo existir una injusticia en la destitución del cónsul Raúl Liard y que, en todo caso, se debió actuar igual con el entonces embajador Alfredo Platas, actual asesor del canciller Didier Opertti.

Krischke reveló el caso de espionaje contra Ferreira Aldunate en julio de 1985 cuando demostró en la revista Veja que aquellas reuniones que el entonces exiliado líder nacionalista mantuvo en Porto Alegre con un grupo de dirigentes blancos que viajaron desde Uruguay, fueron controladas por los «servicios» brasileños.

En un informe de 29 páginas que entonces entregó al presidente José Sarney, Krischke evidenció que los servicios secretos de la dictadura brasileña seguían actuando y habían realizado un detallado seguimiento de Wilson, a quien intervinieron llamados telefónicos en el hotel donde se alojaba.

La denuncia de Krischke generó un escándalo político en Brasil, al confirmarse que el secretario de Seguridad Pública, Joao Oswaldo Levias Job, había mentido cuando declaró que los archivos de la dictadura, con las fichas de control sobre los ciudadanos habían sido quemadas.

El caso también tuvo repercusiones en Montevideo, donde el cónsul uruguayo en Porto Alegre, Raúl Liard, fue acusado por el espionaje. Luego de un sumario instruido durante tres años, por pedido del presidente Julio María Sanguinetti, el Senado terminó votando la destitución del funcionario.

Desde entonces, Liard ha sostenido que su expulsión fue un ajuste de cuentas políticas y, desde hace dos años, reclama que el Poder Legislativo vuelva a discutir su caso. Una semana atrás, Miguel Liard, hermano del ex cónsul, se refugió y pidió asilo en la Embajada de Venezuela, aduciendo ser perseguido por ex presidente Sanguinetti.

Liard y la «obediencia debida»

-Usted hizo la denuncia pública que determinó que el cónsul Raúl Liard terminara siendo destituido, acusado de espionaje…

-«Yo hice la denuncia teniendo en mis manos todos los documentos oficiales. Había un relatorio con el timbre del Consulado General del Uruguay, firmado por el señor Raúl Liard, que empezaba diciendo: «Tengo el honor de dirigirme al señor embajador, a fin de elevar a su conocimiento y de acuerdo a lo oportunamente conversado con Ud., los resultados de la visita…». Repito, «de acuerdo a lo oportunamente conversado», es decir con conocimiento del embajador, o mejor dicho por orden del señor embajador. Eso deja claro que lo que presentó el señor Liard no fue de «motus propio». Después de eso es que reproduce diálogos que Wilson Ferreira Aldunate tuvo con miembros de la juventud del Partido Nacional, con Fernando Oliú y con otros dirigentes blancos.»

-¿Ese informe era una evidencia de que se había realizado espionaje?

-«En el informe, el cónsul Liard también agregaba la lista de pasajeros que viajaron a Porto Alegre los días 27 y 28 de febrero de aquel año 1983, por las empresa Onda y TTL. Se incluía la lista de huéspedes del Hotel Concepción II y del City Hotel, con los respectivos boletos para la Delegacia de Registros Policiais, que era la vigilancia y control de la población flotante, además de los informes de los servicios de inteligencia de Brasil.»

-¿Se incluían informes de los servicios secretos brasileños?

-«Eso era lo importante para nosotros. Nos preguntamos de dónde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay logró obtener aquellos documentos. En aquella época, para nosotros en Brasil, era muy importante demostrar de manera documental que todavía los servicios de inteligencia seguían trabajando y que habían modernizado sus archivos, que ahora estaban microfilmados. No somos tontos, sabíamos que Porto Alegre era un centro importante de denuncias contra la dictadura militar en Uruguay y que el cónsul tenía la confianza de los militares. No olvide que en la pared de su despacho había un certificado de un «Curso de Informaciones y Contrainformaciones» otorgado por esos servicios.

-¿Eso implica la responsabilidad del cónsul Liard?

-Es posible que en el Caso Liard haya habido una injusticia, aunque tampoco podemos decir que el cónsul nada tuvo que ver. Es una situación en la cual si se adoptara la filosofía de la «obediencia debida» quien debería asumir la responsabilidad es el Embajador que dirigía la misión diplomática del régimen militar uruguayo en Brasil.

«Deberían hablar los responsables»

-Pero hubo un proceso en el sumario, un informe de la Presidencia de la República y una resolución de destitución del Parlamento uruguayo…

-Yo he leído la documentación sobre el proceso de destitución del señor Liard y me llama la atención lo que dice el fiscal de Gobierno, Dr. Francisco Falcao Bonasso, en su pronunciamiento del 24 de octubre de 1996. Le leo: «Por fin, estima el suscrito que seria conveniente en el caso la aplicación del art. 5 del decreto-ley 14.206, para la determinación de la sanción a aplicar al Sr. Raúl Liard, entendiendo que la destitución aconsejada por el Sumariante debe ser descartada en mérito a los importantes atenuantes ya mencionados en este dictamen». Y se agrega: «No obstante, también es claro para el fiscal que el Sr. Liard actuó así cumpliendo órdenes de su superior directo, el señor Platas. Sobre esto no puede caber dudas, en cuanto el ex embajador Platas también actuó como lo hizo y dictó la orden de servicio ya mencionada debido a la particular animosidad que el régimen político vigente en el país en 1983 tenía respecto al Sr. Ferreira Aldunate…..» Más aún, me llama la atención que como único testigo contra Liard aparece el funcionario Alvaro Moyano, sobre quien sabemos bastante acá en Porto Alegre. En un caso como éste, lo que se debe pedir es lo que pedimos siempre quienes defendemos los Derechos Humanos: simplemente Justicia.

-¿Cree posible, entonces, que Liard sea de alguna forma una víctima política?

-Se debe recordar, que al empezar los cambios por la redemocratización, algunos tipos se transformaron en peligrosos, porque sabían cosas. Y parece claro que era necesario echarlos para no tener problemas en el futuro. Yo creo que la república, la democracia y el estado de derecho tienen una exigencia fundamental que es la de una administración pública clara, transparente y no olvidar que todos somos iguales ante la Ley. En el tema, el embajador Platas era tan empleado público como el cónsul, conocía los hechos y quizás fue el autor de la orden que llevó a Liard a realizar el informe. Expulsar del servicio público al señor cónsul y no hacer nada con el señor embajador, es por lo menos sospechoso. Diría que sospechosísimo. La Asamblea Nacional uruguaya, como fiscal del Ejecutivo tiene la obligación de investigar y de una vez por todas aclarar el tema. Punir a los verdaderos responsables por esta página negra de la última dictadura militar en Uruguay. Sin embargo, tarda en hacerlo y uno se pregunta ¿por qué?, ¿cuál es la razón? Yo hice lo que me correspondía hacer.

Denuncié, en julio de 1985, esta situación de espionaje, tan pronto tuve conocimiento de los documentos, que eran documentos oficiales. ¿Qué fue lo que realmente pasó?. Deberían hablar los responsables. *

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