Federico Fasano: el por qué de nuestra presentación

Federico Fasano Mertens eleva al Poder Ejecutivo Nacional este proyecto de televisión alternativa, digital y abierta, para toda la capital del país y sus alrededores, como una forma más de democratizar el sistema de comunicación vigente, hoy reducido a un puñado de ofertas uniformizadas por un solo patrón ideológico y cultural.

Un criterio de acceso al sistema de comunicaciones debiera ser la representatividad social de los emisores y no solo el juicio a posteriori de los consumidores. Esta es la única forma de democratizar el sistema.

Para impedir la imposición autoritaria de un solo cuerpo de pensamiento es necesario enriquecer el proceso mediante la participación de ofertas de distinto signo cultural e ideológico.

A medida que la comunicación avanza y que el peso de las regulaciones mercantiles se acrecienta, los partidos, las organizaciones sociales, los artistas y creadores de la cultura, los profesionales e investigadores de la comunicación y una gran parte de las instituciones culturales, religiosas u otras, ven alejarse la posibilidad de disponer de los medios de comunicación a la altura de su representatividad social. Si la vieja maquinaria de imprenta y la tipografía permitía a un sindicato disponer de un periódico no tan distinto de aquellos que circulaban comercialmente, las nuevas tecnologías de la comunicación hacen hoy inalcanzable la posibilidad de competir incluso para grandes agregados sociales.

Los medios de comunicación en el Uruguay no son representativos ni en proporción, ni en el fondo, ni en la forma, de las distintas fuerzas sociales que componen la Nación. Existe una distorsión de la representatividad social. ¿Qué tiraje, cuántas horas de televisión y de radio representan a la fuerza de trabajo en el país?

Para superar esta situación de injusticia distributiva de la palabra y la imagen en el país de los uruguayos es que nace este proyecto alternativo.

Nunca como ahora hubo en el mundo tantas personas en tantos lugares que hayan compartido en tal medida un sistema común de mensajes e imágenes.

La televisión, la comunicación electrónica, las redes cibernéticas constituyen la tecnología de mayor crecimiento e impacto de nuestra época. Su desarrollo condiciona las economías, las naciones, la cultura de la humanidad. Es un portentoso mecanismo de cuyo uso dependen valores que van mucho más allá del entretenimiento y la información.

Se viene la televisión digital, la gran revolución tecnológica en la televisión uruguaya. Las puertas de nuestros hogares se abrirán a la sociedad de la información debido a que la nueva tecnología permite la convergencia TV-PC convirtiendo al televisor en una eficiente terminal multimedia. La imagen televisiva va a tener la definición que ya posee desde hace tiempo la imagen cinematográfica. Pero ya sabemos que la variedad de mensajes no significa variedad de contenidos.

La televisión en sus diversas variantes condiciona hoy las formas de convivencia política, social y cultural de las naciones y de la comunidad internacional. Al extremo que incluso la guerra, la más devastadora de las actividades del hombre, está condicionada con la imagen televisiva, hasta el punto que los bombardeos en la guerra del Golfo se planificaron con una fuerte influencia de los horarios de los informativos de la televisión estadounidense.

La televisión se ha convertido en la niña mimada de las relaciones de poder.

Es otra manifestación más, aunque más clara que otras, de la distribución del poder en nuestra sociedad.

Constituye la maquinaria socializadora de mensajes hegemónicos de mayor penetración cuantitativa y cualitativa en todos los sectores sociales.

Es virtualmente la única estructura que oferta recreación al alcance de todos.

Este aparato hegemónico de tan alto potencial socializador actúa impulsando nuevos conjuntos de necesidades, intentando construir una cierta unidad cultural de apoyo al statuo quo.

Su influencia es tal que imperceptiblemente va creando nuevos modelos de realidad y credulidad.

Toda nuestra cotidianeidad está marcada por la recepción constante de mensajes y estos afectan nuestra sensibilidad, nuestra inteligencia y la forma de relacionarnos con los demás.

Los géneros aparentemente frívolos y de entretenimientos son también portadores de ideas.

En los últimos tiempos la televisión uruguaya ha transitado el perezoso camino de la televisión chatarra, de fácil consumo, alimento cultural pre digerido, esterilizado, higiénico, despersonalizado y con gusto a nada. Es lo que fascina sin dejar huella. La pantalla transmite el olvido. Es el olvido industrializado. Grandes porciones de nuestra juventud son amaestradas por la pantalla. Por eso los estudiantes no leen casi nada. La pantalla está llena de programas fuertes para un pensamiento débil. Se viene haciendo realidad el homo videns que predicaba Sartori: ‘’los ciudadanos están hoy más impactados por la televisión de lo que estuvieron en toda la historia de la humanidad, es un cambio civilizatorio’’. Abundan los programas que fabrican y venden noticias como si vendieran una pasta de dientes. Esa seudo espectacularidad informativa  enmascara una real miseria cultural. Campea el minimalismo moral vaciado de categorías éticas. Un minimalismo moral digitando una explosión audiovisual de personajes guapos y ricos, pero no felices, que nos enseñan que los dos pilares que sostienen al mundo son el dinero y el sexo. En lugar de lenguaje tenemos jerga. En lugar de principios tenemos eslóganes y en lugar de ideas, pirotecnia intelectual. Hasta la belleza es de plástico y siliconas. Y en lugar de vida, tenemos televisión. Nada existe si no sale por televisión.  Ni un hombre, ni una mujer, ni un producto.

Nuestro proyecto se propone intentar modificar lo más que pueda esta situación. Proponemos una televisión de nuevo tipo para ayudar a vivir y a pensar sin domesticar a la gente, una televisión que airee la vida pública del país, incorporándose al observatorio crítico de la sociedad civil.

Nos proponemos hacer una televisión inteligente, de mirada profunda, de esencialidades. No nos someteremos al yugo del rating, elegiremos la huella.

Y apostaremos por sobre todas las cosas al conocimiento. Lo único más poderoso que la imagen es el conocimiento. Un hombre informado es un ser peligroso para el statu quo. La verdadera libertad de expresión es el derecho de la gente a saber.  Cuando luchamos por la libertad de expresión, no estamos luchando por nuestro derecho a hacer algo sino por el derecho de la gente a saber. Sumaremos nuestro proyecto a la democratización del saber.

En tiempos de uniformidad televisiva alzamos las banderas de la diversidad y frente al pensamiento único opondremos el pluralismo y frente al monopolio opondremos la libertad y frente al autoritarismo del secreto y el ocultamiento, opondremos la democracia del conocimiento informativo.

No debemos olvidar tampoco en la descripción del contexto en que iniciaremos nuestra misión, que la televisión tiende a transformarse en el principal aparato de hegemonía de la sociedad. Esto significa que en los próximos años, la imágen , los valores y las actitudes que los niños , los jóvenes y los adultos del país se formarán sobre la degradación ecológica, la historia oficial, los derechos humanos, la deuda externa, la marginalidad, la violencia y tantos otros temas que modelan nuestra vida, provendrán más de la televisión , que de la prensa, el cine, la radio, la escuela, los partidos políticos y las iglesias. La futura dirección ideológica del país se gesta cada vez más alrededor de la televisión.

Las cosas han llegado a un punto tal que la dramática pregunta del genial Manheim , ‘’¿podrá acaso sobrevivir la democracia a la televisión?’’ no parece ahora una excentricidad de contestatarios.

El progreso de la técnica ha cambiado las bases sobre las que se constituía el poder de unos hombres sobre otros. El monopolio del saber y de la información, pesa hoy más que el de la propiedad.

Los grandes medios tienden a convertirse en un casi perfecto gobernante de masas. Constituyen una fuente de educación y cultura tan importante como el sistema escolar. Son verdaderas escuelas paralelasque venden modos de vida, estilos de consumo, aspiraciones sociales, percepción de sí mismo y del mundo, así como los datos políticos necesarios para la organización de la sociedad.

Son por lo tanto un instrumento y una manifestación de la distribución del poder en cada sociedad.

La televisión puede ser un factor de democratización, de circulación de ideas e información, pero puede ser también un enorme instrumento de manipulación y de concentración del poder.

La sociedad uruguaya, enfrenta con este histórico llamado, reclamado hace decenas de años, uno de sus más complejos desafíos, una de sus pruebas más difíciles y que tendrán determinante influencia en su futuro: la democratización y diversificación plural de la comunicación y la información.

Los uruguayos nos hemos ganado el derecho a la democracia política y tenemos también el derecho y la obligación de construir y ampliar la democracia de la comunicación y la información.

Ante el crecimiento exponencial del poder de la televisión existe el peligro de que pequeños sectores se replieguen en la protesta y en el rechazo, o que nos sometamos inermes y resignados al poder omnipotente de una tecnología.

Pero tenemos también la alternativa de integrarnos críticamente, como debemos hacerlo en todas las cosas, a su corriente, para desplegar todas las fuerzas intelectuales, culturales, morales de la sociedad, para disputar espacios nuevos en la televisión.

La televisión, y más en general la comunicación, deben ser conceptualmente, genéticamente contrarias a la concentración.

Deben ser un vehículo de pluralidad. Esto exige un esfuerzo concreto, preciso. No un ejercicio de declaraciones, sino un esfuerzo por construir mecanismos plurales y múltiples de comunicación.

La sociedad uruguaya es madura y consciente de esta necesidad de diversificar y ampliar las voces de la televisión.

Hacen falta nuevos espacios para nuevas voces, nuevas formas, nuevos lenguajes, nuevas y más variadas ofertas culturales. La sociedad uruguaya puede y debe producir desde sus instituciones representativas y desde sus individualidades, estas corrientes de expresión. Ese es un mecanismo fundamental para afrontar el nuevo siglo, y las paralizaciones de la sociedad uruguaya.

Es un desafío de calidad, de capacidad creadora, de ingenio, de ruptura del inmovilismo y de proyectos que den nuevo impulso a la cultura nacional. Integrando la televisión al concierto de todas las expresiones culturales, articulándola para enriquecerse mutuamente, pero también para construir juntos las claves de una actitud crítica y ciudadana que hagan de esta tecnología un instrumento adecuado de nuestra humanidad, y no un poder tecnológico por encima de las mayorías democráticas.

La disputa, la competencia, la novedad y diversidad, no pueden solamente medirse por la fuerza totalizadora del mercado, en particular en el sector de la información, del entretenimiento, de la comunicación.

Pero tampoco podemos eludir el desafío de que la pluralidad de las voces en la televisión, deben regirse por el uso adecuado, inteligente, creador y audaz de los lenguajes televisivos, de la imagen y el sonido, como potentes voces de la convivencia democrática.

Los proyectos de unificar y uniformizar las sociedades han fracasado en todas las épocas. Hay que admitir sus diversidades, sus particularidades, sus matices e incluso sus contradicciones, como forma de progreso. La televisión nacional a través de las nuevas voces que hoy son convocadas , deben ser expresión de esa convivencia y pluralidad.

Es por ello que consideramos importante y necesario la existencia de un canal digital de alta definición, que cubriendo todo el territorio de Montevideo y sus alrededores, se integre a los esfuerzos de la democratización de la información , a través de múltiples voces y protagonistas.

Es en este marco que este proyecto, portador de una concepción pluralista y participativa de la sociedad, tiene algo distinto que decir y hacer ante el conjunto de las ofertas televisivas que hoy existen y aquellas que se proponen existir.

Nuestro proyecto, probado ya mediante las ofertas ideológicas, éticas, políticas y culturales construídas desde hace 45 años por nuestro Director, Federico Fasano Mertens, en la forja de los 16 medios de comunicación ( 2 canales de televisión, 3 radios, 8 diarios y  3 semanarios, sin contar los medios del exterior)  que entregó al servicio de la comunidad y el cambio social, defiende su derecho a un canal de televisión con y para todos los habitantes de nuestra capital, compitiendo de igual a igual con todas las restantes voces y ofertas ideológicas y culturales que conviven en nuestra formación social.

No concebimos este proyecto como un instrumento político ni como un negocio sino como un instrumento cultural al servicio de la sociedad, construyendo la otra voz masiva que hoy no se deja oír con fuerza en el sistema nervioso del circuito televisivo pese a la importancia cuantitativa y cualitativade los ciudadanos que piensan de similar forma.

Y como proyecto esencialmente cultural, porque como bien observó Jacques Lang, ‘’cultura es todo’’, nuestra oferta privilegiará esta obligación por sobre todos los demás intereses.

Nuestro proyecto intentará estar a muchos años luz de las declaraciones del popular Juan Carlos Gené pronunciadas unlejano 28 de setiembre de 1971: ‘’qué diablos me vienen a preguntar a mí, qué hice por la cultura nacional, si yo manejo una empresa puramente comercial’’.

La participación de la gente, la democracia informativa sin autocensuras ni arreglos, la difusión de la cultura popular y la sana recreación al servicio del legítimo tiempo libre y el desarrollo humano, serán las raíces que impulsaran la fronda de nuestra propuesta.

Para poder construir este proyecto se necesitan importantes recursos.

No es posible comprometernos a una televisión ajena a la publicidad comercial, fuente principal de nuestros ingresos, a una televisión donde la publicidad no sea una mercancía sino un bien social donde se informe sin manipulación sobre la oferta de bienes y servicios que existen en la comunidad. Si bien podemos exhibir el esfuerzo económico de 16 medios de comunicación, probadamente exitosos y arraigados en su época, que ya demostraron su persistencia en el tiempo, ninguno de los cuales clausuró sus actividades por decisión propia, sino por el autoritarismo que arrolló la Constitución y la libertad de informar. Ello no es posible. Pero sí es posible comprometernos a una televisión sin afán de lucro. A una televisión donde el lucro sirva solo para fortalecer el proyecto, donde sus protagonistas se comprometen a destinar las legítimas utilidades provenientes de su producción, a fortalecer este medio  de nuevo tipo al servicio de la comunidad.  Ese compromiso, sí es asumido por este proyecto, que se obliga formalmente a destinar todas las utilidades existentes al desarrollo de la nueva televisión.

El objetivo comercial primario será en todo momento la calidad y cantidad del servicio por sobre toda otra consideración de lucro. Y será parte de nuestra política comercial, la existencia de tarifas reducidas para organizaciones sociales, sindicatos, centros culturales que exhiban determinados requisitos de representatividad.

En nuestra programación procuraremos equilibrar el factor recreativo con la información y la educación.

Hoy por hoy es forzoso reconocer que el modelo uruguayo de televisión observa un marcado atraso de los servicios de información y educación y un notorio desarrollo de la  industria del entretenimiento.

Le daremos al entretenimiento el lugar destacado que se merece pero nuestro proyecto hará centro en gran medida en la información.

Empedocles decía que el mundo estaba constituido por la combinación de cuatro elementos, aire, agua, tierra, fuego. Le faltó el quinto elemento: la información.

Pero nuestro concepto de información no es el tradicional. Para nosotros la información es aquello que reduce nuestra incertidumbre sobre un asunto. Para nosotros la cultura es el proceso mediante el cual la información se convierte en significación.

La información hoy es esencialmente pasiva en tanto que no produce una transformación crítica. Pone el acento en la singularidad e insiste en el pormenor. Se caracteriza por la división, separación y compartimentación de los hechos. De esa manera nos conduce al particularismo y nos vacía de voluntad crítica.

Vivimos inmersos en el ruido informativo, en la polución informativa y en la sobredosis informativa.

Poseemos los mayores recursos de información que nunca ha conocido la humanidad y sin embargo todos los acontecimientos pasan desordenadamente sin significado para nosotros. Constituyen ruido. Nuestras vidas transcurren en medio de un ruido de fondo, un torbellino de acontecimientos.

No trataremos de tirar y tirar hechos sino de explicarlos. Las noticias están llenas de zonas de oscuridad que merecen explicación. Sería más fácil hacer más de lo mismo, que nuestra audiencia sepa lo mismo que las demás audiencias. Intentaremos lo contrario. No nos quedaremos en la epidermis de los hechos, iremos a su entraña.

Corresponde en esta presentación destacar como esencia del proyecto plural presentado, que nuestra empresa se compromete a integrar en su dirección a sus receptores, a los que intentará organizar y darles voz y voto para incidir en la defensa de sus derechos como consumidores del nuevo medio que hoy pugna por nacer.

A tales efectos impulsaremos la organización nacional de televidentes de nuestro medio, dotándola de autoridades libremente elegidas y de derechos indispensables para influir en la programación general.

Mientras la constitución de esa organización va madurando, buscaremos la forma de que nuestra audiencia se pronuncie, abriendo una lista de candidatos que se postulen para integrar el Consejo de Dirección del canal, eligiendo de esa nómina al candidato más votado. El representante de las audiencias se integrará a la dirección, con voz y voto en un Consejo de 21 miembros integrado por hombres y mujeres de la sociedad política, de la sociedad civil, de la cultura, la educación, de los sindicatos.

Y así como las audiencias elegirán a su representante, nuestra empresa designará un ombudsman, con amplias facultades y garantías de independencia, para auditar nuestra programación y velar por la defensa de los derechos de nuestros  consumidores.

Lo primero que haremos para honrar a la audiencia es asignarle, más allá del texto legal, el derecho de respuesta que enriqueceremos con el derecho de ampliación, de aclaración, de rectificación, de réplica y en todos los casos el de dúplica, incluso reiterada. Añadiendo a sus derechos el de producir materiales para el propio medio de sus preferencias. ¿Por qué la televisión no puede tener un espacio de cámara libre o abierta, donde representantes diversos de la comunidad lleguen a plantear sus posiciones respecto de lo que se está ofreciendo por ese medio a la sociedad y lo que éste puede brindar en el futuro? ¿Es posible pensar que la televisión debe dar ya un salto cualitativo, donde haga participar a las audiencias de una forma mucho más activa que con los llamados telefónicos, consultas o reiteración de mails? Nuestra respuesta es afirmativa y nuestra programación contemplará esos espacios y ubicará cámaras fijas en la ciudad para que la ciudadanía pueda acercarse a manifestar lo que desea, en una especie de dazibaos de la imagen.

Complementando esta idea estableceremos redes de comunicación popular e instrumentaremos campañas de sensibilización, estimulando a la opinión pública hacia la participación activa.

Nuestros trabajadores, periodistas, conductores, comunicadores, también tendrán voz y voto en el Consejo de Dirección y estableceremos desde el inicio de actividades la cláusula de conciencia, que durante el primer año será pasiva para transformarla en el futuro  en cláusula de conciencia activa.

Será tarea prioritaria de este proyecto convertir al pueblo en protagonista de los medios de comunicación, en gestor de sus propios mensajes, así como convertir al medio naciente en organizador de la movilización social y cultural de los uruguayos.

Este es el contexto y las razones de nuestra presentación.

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