Polémicas vacaciones de Bush

El presidente estadounidense, George W. Bush, y sus colaboradores debieron salir al paso de las críticas que suscitó el largo mes de vacaciones que el mandatario decidió tomarse en su rancho de Texas (sur), afirmando que se trata de «vacaciones de trabajo».

Hay que remontarse 32 años, a la época de Richard Nixon en 1969, para encontrar un presidente norteamericano que se tomara vacaciones por tanto tiempo, y a los estadounidenses, que tienen en promedio dos semanas de vacaciones por año, la decisión presidencial no les cae muy bien: un sondeo mostró que 55% de ellos piensa que después de sólo seis meses en la Casa Blanca, Bush se toma demasiadas vacaciones. «Lo impactante de este trabajo, es que parece seguirlo a uno a todas partes», declaró el presidente estadounidense, durante una corta estadía a comienzos de julio en el feudo de sus padres en Kennebunkport (Maine, noreste).

Sus colaboradores se preocuparon desde el comienzo de las vacaciones de Bush el 4 de agosto de mostrar que el presidente puede trabajar tanto en Crawford, una pequeña ciudad de Texas con un calor aplastante, como en Washington. «Son vacaciones de trabajo», repiten.

«Vivimos en una época en la cual el presidente y la Casa Blanca pueden ser operativos siete días a la semana, 24 horas por día, en cualquier lugar del mundo», gracias a la tecnología, insistió el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan.

El rancho del presidente en Pradera Chapel, cercano a Crawford, fue rebautizado oficialmente el pasado jueves «Casa Blanca del Oeste». Desde allí George W. Bush hizo su primera alocución televisiva, para anunciar que autorizaría el financiamiento público, bajo ciertas condiciones, de la investigación científica sobre las células madre embrionarias.

Bien o mal, una parte del personal de la Casa Blanca se instaló en Crawford, una ciudad de apenas 700 habitantes, con un sólo semáforo y un único bar-restaurante-gasolinera-autoservicio donde también se venden recordatorios alusivos a la presencia del presidente.

Bush insiste que se siente mejor en su rancho de 650 hectáreas que en Washington. «La temperatura, al menos, no es política aquí. Estoy con amigos», explicó a comienzos de semana.

«Washington está muy bien y considero un gran honor poder trabajar en la Oficina Oval. Pero soy el tipo de persona que necesita aire libre. Me gusta estar afuera, me gusta trabajar afuera. Eso me permite pensar mejor y tener buen ánimo», agregó.

«No es necesario estar en Washington para trabajar. Es increíble ver todo lo que podemos hacer hoy con teléfonos y fax», sostuvo el presidente. Bush debe dejar este domingo su rancho por segunda vez desde el inicio de sus vacaciones, para ir a la iglesia. Hasta ahora salió únicamente para una partida de golf el martes pasado y para ayudar el miércoles en la construcción de una casa para una madre soltera en la localidad de Waco (Texas).

Pero sus colaboradores insisten en que guarda un estrecho contacto con su equipo de gobierno, y que sigue los asuntos nacionales y discute las cuestiones internacionales más importantes por teléfono con su consejera para la Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. *

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