OPINION INTERNACIONAL

LOS PERROS Y LA DEMOCRACIA

Por esta razón el gobierno prohibió a los dueños de animales domésticos que los saquen a la calle y arriesgan pesadas multas si lo hacen. Algunos ciudadanos cuestionaron el privilegio del presidente, pero la agencia Fars, considerada el vocero extraoficial de Ahmadinejad, explicó que la compra de los perros se hizo con autorización de autoridades religiosas calificadas, ya que tenía el único fin de preservar la seguridad personal del jerarca y no iba contra ninguna norma religiosa.

Sin duda, no todos los ayatollahs aceptaron esta versión y la polémica prosigue. Pero una gran parte de la población está preocupada por otras cosas, entre ellas por el régimen que el pueblo iraní debe sufrir.

Como lo recuerda en un editorial el «New York Times», en el año 2005, Ahmadinejad ganó las elecciones prometiendo reformas económicas y el fin de la corrupción política. Pero, obviamente, no cumplió sus promesas y, pese a los altos ingresos del país en moneda extrajera con el petróleo a cerca de cien dólares el barril, el pueblo iraní debe hacer frente a escasez de víveres, un alto grado de desempleo y una creciente inflación.

La mayoría del pueblo no parece compartir el entusiasmo de su presidente por su tenaz búsqueda de conflictos en la región y en el mundo, con sus amenazas contra Israel (que después de todo no tiene ninguna clase de conflicto territorial con Irán), sus lunáticas negaciones del Holocausto y su confrontación por el tema nuclear con las Naciones Unidas.

Para asegurarse de que esa mayoría no pueda expresarse, los comités que deciden quiénes pueden ser candidatos o no para las elecciones parlamentarias, que deben realizarse el mes próximo, han vetado sistemáticamente a candidatos considerados no confiables por los clérigos de línea dura. Según informó la agencia France Presse el 6 de febrero, los reformistas que esperaban tener una oportunidad de ganar las elecciones parlamentarias y más tarde volver al poder en las elecciones presidenciales de 2009, están desalentados.

El vocero de la coalición de partidos reformistas, Abdullah Nasseri, dijo que su fuerza política sólo podía competir en un 10% de los distritos electorales, debido a la masiva descalificación oficial de sus candidatos. Como lo informó el periódico «Kargozaran», incluso un nieto del Ayatollah Khomeini, Ali Esraghi, de orientación reformista, fue descalificado. En declaraciones al diario, declaró que los inspectores habían indagado a sus vecinos sobre su estilo de vida : «Estuve indignado cuando descubrí que preguntaban si yo ayunaba, si usaba traje, si me afeitaba, si fumaba y en qué coche viajo». Esraghi dijo que no apelaría contra la decisión : «Si mis credenciales de nieto del Iman Khomeini no son suficientes, ¿a quién puedo quejarme?»

En la primera fase del criterio de selección de los candidatos, el Ministerio del Interior prohibió que se presenten más de 2000 candidatos en las elecciones del 14 de marzo. De hecho, la última palabra la tiene un cuerpo no electo : los Guardias de la Revolución, que deciden quién es suficientemente leal al régimen islámico como para presentar su candidatura al Parlamento.

Paralelamente a este tipo de depuración, el régimen ha incrementado la censura. La última clausura fue la de la revista feminista «Zanan» (Mujeres). Esta publicación, dirigida por Shahla Sherkat, una ex revolucionaria religiosa, convertida al feminismo, logró sacar su revista durante 16 años editando 162 números. La revista nunca tuvo carácter político y trataba de temas tales como la salud, la familia, la educación de los hijos, la literatura y logros femeninos. Un reciente artículo sostuvo que las leyes que imponen un trato desigual a las mujeres no están justificadas por la ley islámica y deben ser modificadas. Pero para las autoridades, la revista era «una amenaza a la seguridad psicológica de la sociedad» porque pintaba la situación de las mujeres en Irán en términos negativos.

A la luz del intrincado proceso de dos hermanas, que fueron condenadas a ser lapidadas después haber sido juzgadas y castigadas por ¡el mismo crimen! (un presunto caso de adulterio no probado) cabe preguntarse si «Zanan» no era demasiado moderada en sus críticas sobre la situación de la mujer en Irán. El caso, basado evidentemente en un error judicial, ha sido apelado y probablemente las dos mujeres sean absueltas. Pero el solo hecho de que haya podido ocurrir, constituye un testimonio sumamente elocuente sobre una sociedad machista y misógina que despoja sistemáticamente a la mujer de su dignidad humana.

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