El llamamiento lanzado por Simón Bolívar

A 180 años del Congreso Anfictiónico de Panamá

Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miseria a nombre de la libertad

SIMON BOLIVAR

Toda la América hispana, salvo Cuba y Puerto Rico, era libre, como culminación de las luchas independentistas que conmovieron a nuestra América desde el inicio del siglo.

 

Bolívar: «La patria es América»

En el pensamiento de Bolívar, «la patria es América» (1). Artigas decía lo mismo, en términos similares. La carta de Jamaica de Bolívar (1815) es un manifiesto por la unión de todo el continente: «Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo», ya que tienen en común  sostiene- un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, por lo cual propone una alianza política, económica y militar. El precursor había sido Francisco de Miranda, que en su Carta a los Americanos de 1791 planteaba «formar de la América una grande familia de hermanos». Bolívar proyectó el Congreso Anfictiónico de Panamá para plasmar esa «unión de repúblicas» que dedicó su vida a liberar. Refutando tesis «panamericanistas», historiadores latinoamericanos demostraron que dicho Congreso fue saboteado sistemáticamente por el Departamento de Estado norteamericano y que Bolívar fue un crítico permanente de la política hegemónica de Estados Unidos. «Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros», expresó, antes de legar a la posteridad la sentencia premonitoria inserta en el acápite. Pensamiento y acción, combatió junto con Sucre por liberar los territorios que hoy constituyen un conjunto de naciones de América del Sur hasta la victoria de Ayacucho.

Precisamente en vísperas de esa confrontación definitiva, el 7 de diciembre de 1824, como jefe de Estado de Perú Bolívar dirige una convocatoria a los gobiernos de Colombia la Grande, México, el Río de la Plata, Chile y Guatemala (América Central) para instalar una Asamblea de Plenipotenciarios en Panamá a fin de «obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino».

 

El Congreso y la doctrina Monroe

En notas tituladas «Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá», Bolívar escribía a principios de 1826: «Este congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra. La Santa Alianza será inferior en poder a esta confederación».

Pero el Congreso no logró sus objetivos. En todo caso sus resultados fueron muy limitados. En diez sesiones aprobaron cuatro resoluciones. No se constituyó la Asamblea continental de amplios poderes, privilegiándose la soberanía fragmentada. Tampoco se creó la fuerza militar conjunta de comando centralizado, prevista como una clara advertencia a las potencias europeas, y se acordó establecer una cooperación militar acotada. Sólo concurrieron dos delegados por México, dos por Centroamérica, dos por Perú y dos por los anfitriones colombianos. Chile había manifestado su acuerdo, pero O´Higgins fue desplazado. Paraguay había iniciado su política aislacionista con Gaspar Rodríguez de Francia. Los gobernantes porteños se negaron desde el primer momento. Bolívar comentó con amargura sobre el Congreso: «Su poder será una sombra y sus decretos, consejos nada más». EEUU no concurrió (uno de sus delegados murió, y el otro llegó a destiempo) pero saboteó desde fuera, con la complicidad británica.

Es que ya había entrado en vigor la doctrina Monroe, que en realidad (como lo ha demostrado con toda precisión Guillermo Toriello, el canciller de la dignidad de Guatemala) no es tal doctrina, sino un fragmento del informe elevado por el presidente James Monroe al Congreso el 2 de diciembre de 1823, e invocado luego por su secretario de Estado que le sucedió en la presidencia de 1824 a 1828, John Quincy Adams. La fórmula «América para los americanos» que le sirve de síntesis, se traduce en realidad por «América para los norteamericanos», y EEUU, ya en aquellas épocas tempranas del siglo XIX, se oponía a todo vislumbre de independencia para América Latina, aplicaba la fórmula de «divide y vencerás» y preludiaba la serie de invasiones que serían la constante de todo el período siguiente. El libro de Toriello prolonga ese análisis con una lista sucinta de las invasiones de EEUU a países de América Latina, que abarca una docena de páginas.

 

La unidad continental

El Congreso Anfictiónico, a pesar de su fracaso, ha dejado para América Latina un legado de total vigencia: el de la integración del continente. Hoy vivimos una tremenda paradoja: fuerzas de izquierda y partidarias de la unidad continental han accedido al gobierno en una serie de países y no obstante, el proceso se ha empantanado y se agudizan las contradicciones internas, para regocijo de sus enemigos. Quizá la reflexión sobre el Congreso de Panamá contribuya a sortear los obstáculos y a avanzar en la causa de la integración continental en esta nueva América Latina del siglo XXI. *

(1) García Márquez cuenta que uno de sus oficiales, José María Carreño, caraqueño como él, le confesó una noche que había resuelto volver a Venezuela para luchar por la unidad de los territorios que se estaban desmembrando. «Al menos, allá es la patria», arguyó. «No seas pendejo. Para nosotros la patria es América», replicó Bolívar. («El general en su laberinto»).

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