Salinas de Gortari, vigilado por la CIA

Desde que fue candidato a la Presidencia en 1987, Carlos Salinas de Gortari estuvo bajo el escrutinio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Brian Latell, jefe para América Latina del Organismo de 1990 a 1994, está convencido de que Salinas perdió las elecciones de 1998 ante Cuauhtémoc Cárdenas. En Entrevista con Proceso, Latell aborda además la personalidad del ex presidente mexicano, los presuntos nexos de su gobierno con el narcotráfico y las concesiones que otorgó a Washington para lograr el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Miami. «El gobierno de Carlos Salinas de Gortari fue, sin duda, el más controversial, duro y corrupto. Marcó para siempre el rumbo de los mexicanos».

Brian Latell habla con conocimiento de causa. Fue el oficial de Inteligencia Nacional para América Latina de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de 1990 a 1994.

Durante esos años, conoció muchos secretos de la vida política de México y de América Latina, y por sus manos pasaron delicados informes que fueron enviados a Washington.

En 1998, cuando tenía 54 años de edad, Latell se retiró de la CIA. Lo hizo después de una larga carrera en los servicios de inteligencia que inició en los años sesenta. Se dedica ahora a la academia.

Latell -de pelo casi blanco, alto y de complexión musculosa- se acomoda en el confortable sillón de piel de su recién instalada oficina de profesor visitante en el edificio Casa Bacardi, de la Universidad de Miami, Florida. Accede a una entrevista con Proceso para hablar de un tema que conoce bien: el salinismo.

Pero antes de iniciar la entrevista advierte que sus respuestas deben ser consideradas como «puntos de vista personales que de ninguna manera se pueden atribuir o considerar como observaciones oficiales del gobierno de Estados Unidos o de la CIA».

Pese a hablar español, Latell pide que la entrevista se realice en inglés, «para ser más preciso en mis apreciaciones». Incluso, en varios momentos de la conversación pide al reportero detener la grabadora cuando se tocan puntos delicados, aquellos en los que no tiene autorización para hablar públicamente.

 

El expediente

Casi de entrada, Latell suelta: «De manera personal, tengo la certeza de que en 1998 las elecciones presidenciales de México las ganó Cuauhtémoc Cárdenas. A Carlos Salinas de Gortari lo impuso ilegítimamente la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado».

Aclara que esta conclusión fue en su momento compartida en Washington, pero -advierte de manera enfática- «no es la posición oficial de la agencia ni del gobierno de mi país».

Señala que a Carlos Salinas -«uno de los personajes más interesantes y difíciles de entender»- se lo dedicó un expediente desde el momento en que, «por dedazo», el PRI lo designó como su candidato presidencial. En dicho documento se resaltaron su carácter, debilidades, historial académico, sus relaciones políticas…

«Existe un hecho importante en la vida de Salinas de Gortari que lo define perfectamente y que, como se vio más adelante (en su presidencia), explica su personalidad y la forma de tratar el grueso de los mexicanos», comenta Latell.

Abunda: «En el análisis que se hizo de él, se destacó el hecho de que a los tres años de edad asesinó a su empleada: una niñita indígena de 12 años de edad (…) Yo no creo que haya sido un accidente, como dicen. Como analista de la CIA eso me indica una cosa: que Carlos, miembro de la familia Salinas de Gortari, no le da ningún valor a la servidumbre, y más aún si es gente indígena y pobre».

El 17 de diciembre de 1951, Carlos -aparentemente jugando con su hermano Raúl- mató «accidentamente» con un rifle calibre 22 a una niña de 12 años que realizaba labores domésticas en la casa de su familia.

«En la agencia hubo gente que decía que había sido un accidente y que era erróneo tomar ese incidente de la niñez de Carlos como un indicativo de su carácter. Luego cambiaron de opinión», enfatiza.

De repente, Latell mira su reloj y detiene la entrevista. Es hora del almuerzo.

«Podemos seguir conversando mientras vamos a un cafecito que está aquí a dos cuadras de la universidad», explica.

 

El narco

La cafetería es pequeña, típica de las que rodean los centros universitarios en Estados Unidos: mesas bajas, una barra y atractivas jovencitas que atienden a los clientes.

Latell huye de la música ambiental del lugar y busca una mesa para dos personas ubicada en una esquina de fondo. «¿Me permite sentarme en la silla que pega a la pared? Lo siento, pero es que hay cosas que se aprenden en la agencia que no se pueden olvidar. Siempre hay que estar en una posición estratégica para tener control de quién entra y quién sale. Es posible que los cubanos sepan que está usted aquí platicando conmigo», comenta Latell al reportero. Da por hecho que el gobierno de Fidel Castro lo vigila desde que en la década de los años sesenta fue analista de la CIA para Cuba, y más ahora que da clases sobre temas cubanos en la Universidad de Miami.

El reportero le pregunta sobre qué sabía la CIA del gobierno de salinas y sus presuntos vínculos con el narcotráfico.

Latell dice: «Desde el principio de su gobierno (de Carlos Salinas) había mucho escepticismo y sospechas de que él y su hermano (Raúl) tenían nexos con los narcotraficantes. Mucha gente de México se nos acercó y nos presentaron sus sospechas y acusaciones sobre este asunto. Algunos lo hicieron a través de intermediarios, y otros directamente, pero ninguno nos dio evidencias que validaran sus denuncias. Eso no fue sustancialmente suficiente para responder al respecto o para ser persuasivos».

El ex funcionario de la CIA reitera que por cuestiones de seguridad y para evitar interpretaciones equivocadas de sus declaraciones, está impedido de dar detalles o los nombres de dichas personas.

Pero comenta que «en todo el gobierno de Estados Unidos se compartía el escepticismo sobre el gobierno de Salinas de Gortari, sobre la corrupción, las relaciones con el narcotráfico y sobre la misma personalidad y carácter de Carlos Salinas como el priísta número uno de México».

El reportero le insiste con preguntas sobre los presuntos vínculos del gobierno de Salinas con el narcotráfico, particularmente de Raúl Salinas con Juan García Abrego, ex líder del cartel del Golfo, quien fue detenido en la ciudad de Monterrey el 14 de enero de 1996 y entregado a las autoridades estadounidenses por órdenes del entonces presidente Ernesto Zedillo.

Latell sólo responde: «García Abrego sabe mucho de Raúl y de todas las personas que estuvieron involucradas con el narcotráfico durante el gobierno de Salinas de Gortari».

Pide luego terminar la entrevista on the récord sobre este punto.

 

TLC, a toda costa

Latell vuelve al tema de Carlos Salinas: «Creo que en México no ha habido un político tan astuto como él».

Y ofrece un ejemplo que refleja dicha astucia y, también, la personalidad del ex presidente mexicano: su terquedad para lograr que en noviembre de 1993 el Congreso de Estados Unidos aprobara el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá.

«Con el propósito de que se aprobara el Tratado de Libre Comercio, él (Carlos Salinas) hacía una concesión tras concesión a Estados Unidos (…). Una de ellas: poner como garantía los títulos de las exportaciones del petróleo mexicano en la Reserva Federal de Nueva York», relata.

Luego refiere otra concesión más: «En 1989, permitió que Ernesto Ruffo Appel se convirtiera en el primer panista en ganar una gubernatura en el México dominado p
or el PRI».

Señala que «al principio, no creíamos» en esa victoria electoral del PAN, pero el hecho «nos reveló algo inconcebible y que hacía todavía más enigmático al presidente de México: con el único propósito de lograr lo que quería de Estados Unidos, empezó a compartir algo de poder político con los partidos de oposición, y con ello arrancó la reforma del sistema político mexicano».

Más aún, «su manera de actuar (de Carlos Salinas) nos llevó a una conclusión: que sus virtudes y sus logros eran más importantes que sus deficiencias», señala Latell.

Y da a entender que el éxito e materia económica del gobierno de Salinas, y su aparente apertura política -así haya sido bajo presión estadounidense- corrían en paralelo con los intereses de Estados Unidos. Ello explicaría en parte el silencio de Washington ante los señalamientos -reportados por la CIA y otras agencias estadounidenses- sobre el poder, corrupción y vínculos con el narcotráfico de varios integrantes del gobierno de Salinas o de su familia.

 

El año negro

De los seis años del gobierno salinista, el último -1994- fue el más dramático y trágico: el 1º de enero se produjo el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); el 23 de marzo, fue asesinado el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, y el 28 de septiembre, también fue asesinado el secretario general del PRI, José Francisco u ordenó el asesinato de Colosio? -pregunta Proceso a Latell.

– Para mí el asesinato de Luis Donaldo Colosio fue completamente una sorpresa y totalmente un misterio. Hasta hoy sigue siendo un misterio. No tengo ni idea sobre los responsables o los motivos. He oído, como casi todo el mundo en México, las teorías conspirativas, y esa es la misma percepción que tiene el gobierno de Estados Unidos.

Prosigue: «Posiblemente fueron narcotraficantes, posiblemente Salinas de Gortari. Hemos oído todas las teorías, pero no sabemos quién o quiénes son los responsables».

La misma respuesta ofrece Latell cuando se le pregunta del asesinato de Ruiz Massieu. Sin embargo, comenta un hecho: el que estos dos asesinatos sean tal vez «los secretos mejor resguardados en México» exhibe el poder que ejerció y aún ejerce el clan Salinas de Gortari, sobre todo en el sistema judicial y entre los militares.

Respecto del levantamiento armado del EZLN en Chiapas, Latell dice con tono de franqueza: «Nos tomó descuidados y por sorpresa a todos en la CIA, e incluso -puedo decirlo con toda seguridad- a todos en el gobierno de Estado s Unidos. Nunca tuvimos el menor indicio de lo que estaba armándose en Chiapas, ni a través de nuestros contactos en la Secretaría de la Defensa Nacional o de la Secretaría de Gobernación. No sabíamos que Marcos estaba armando a la población indígena para lanzarse contra el gobierno de Salinas de Gortari».

Señala que una vez que estalló el conflicto, el gobierno de Estados Unidos, y la CIA en particular, estuvieron al pendiente de «la intervención del Ejército Mexicano en el conflicto chiapaneco para que fuera moderada y que no se transformara al conflicto en una masacre».

Y es que, explica, «teníamos preocupación y queríamos asegurarnos de que la lucha de Marcos no fuera repetida en El Salvador y Guatemala, países que en ese momento estaban intentando resolver el problema de sus guerras civiles para alcanzar una reconciliación nacional».

De hecho, considera que «lo del EZLN fue más preocupante como detonador de movimientos insurgentes en América Latina, que como grupo revolucionario indigenista que provocara inestabilidad política y social en México».

– ¿Existieron otros ex presidentes de México que hayan preocupado a Washington?.

Latell sonríe:

– Luis Echeverría y José López Portillo -afirma.

– ¿Porqué?

– Hicieron mucho ruido con eso de querer ser los líderes de los países no alineados, provocando el interés de la Unión Soviética, que hasta propuso instalar en Tijuana un centro de estudios sobre Latinoamérica. Imposible que Washington hubiese aceptado que los soviéticos instalaran un centro de espionaje en la frontera sur. Ni entonces ni ahora. Pero eso es tema para otra ocasión. *

* Tomado de la revista mexicana Proceso en acuerdo con La República.

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