Ud. pierde un año de su vida buscando objetos perdidos

Las llaves, el portafolios, el control remoto y la ropa interior son los principales objetos que nos hacen desesperar, porque los perdemos con una frecuencia impresionante y, para volver a encontrarlos, en conjunto, perdemos un año de nuestra vida.

Doce meses en la vida es el lapso total que, según una investigación británica, pasamos buscando las cosas que perdemos y muchas veces con bastante malhumor.

Una rabia que se traduce en imprecaciones, conversaciones con Dios y, sobre todo, en el caso de las mujeres, en el deseo de tomar a golpes a alguien.

El retraso que implica el rito cotidiano de la búsqueda –particularmente desagradable cuando se hace con apuro y hace lleguemos tarde a distintos lugares– emerge de una encuesta realizada por la National Opinion Polls para la Yellow.

En el primer lugar de la lista de los artículos más buscados están los portafolios y carteras.

El 57 por ciento de los interpelados confesó perderlos a menudo en la propia casa, un promedio de una vez cada dos días, y a menudo afuera, sobre todo en bares y confiterías, discotecas, y medios de transporte público.

Lo mismo ocurre con las llaves, que en el instante de salir de su casa no encuentra una persona, y también con el control remoto. Lo que sí parece una sorpresa es que, en cuarto lugar, se encuentra la ropa interior. El 33 por ciento de los interpelados –mujeres en su mayor parte, se presume– dijeron perderla a menudo y, extrañamente, el lugar donde generalmente se la reencuentra es en el sillón del living.

La alianza de matrimonio, los cigarrillos, el menú de los restaurantes que hacen entrega a domicilio, los anteojos la agenda telefónica, la cartera y el teléfono celular están también entre los objetos que más desaparecen.

Pero, mientras los objetos perdidos son más o menos los mismos para todos, en lo que hace a la reacción hay una gran variedad entre uno y otro sexo.

Una mujer de cada cinco cuando pierde algo llora, no lágrimas de tristeza sino de frustración y rabia.

El hombre, en cambio, prefiere recurrir a las malas palabras.

Ambos a menudo, en un 30 por ciento, se dirigen a San Antonio o directamente a Dios, a veces con una plegaria otras con una promesa, pero son sobre todo las mujeres las que tienen impulsos violentos.

Una de cada seis tomaría a alguien a golpes de puño.

«El ritmo de la vida moderna –explicó Sandi Mann, docente de psicología en la University of Central Lancashire– creó una situación en la que hay cada vez más objetos que se pierden, más lugares donde perderlos y menos tiempos para buscarlos y hallarlos».

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