CRISIS POLÍTICA

Mientras el coronavirus plaga el mundo, Nicaragua vive una peligrosa realidad paralela

El país centroamericano es uno de los más pobres del continente y está sumergido en una crisis política que se agrava con la llegada del coronavirus.

Daniel Ortega junto con su esposa, Rosario Murillo. Foto: Gobierno de Nicaragua
Daniel Ortega junto con su esposa, Rosario Murillo. Foto: Gobierno de Nicaragua

Nicaragua, un país centroamericano presidido desde 2007 por Daniel Ortega, vive en una realidad paralela mientras el mundo entero arde por la pandemia del coronavirus.

Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, dicen que todo está bien. El Ejecutivo inaugura obras públicas para el ocio de los nicaragüenses, organiza marchas y manifestaciones «contra» el coronavirus e incentiva a la gente a salir a las calles con normalidad.

Ortega asegura que, hasta ahora, solamente se han reportado cuatro casos y un fallecido.

Al contrario de sus vecinos, como Costa Rica o El Salvador, en donde rigen fuertes restricciones a la circulación y duras sanciones a quienes entren a zonas restringidas durante la pandemia -por ejemplo playas y parques nacionales-, Nicaragua flota en un realismo mágico y Centroamérica teme lo peor.

El Poder Ejecutivo de Managua mantiene las fronteras abiertas y ha permitido el ingreso sin restricciones ni controles de dos cruceros: los turistas pueden bajar sin controles sanitarios e incluso se les dan los regalos.

Una multitudinaria marcha llamada «amor en tiempos del COVID-19″, Rosario Murillo marchó con decenas de miles de personas en una acción sanitariamente irresponsable, mientras afuera la Organización Mundial de la Salud advierte de la rápida propagación del coronavirus que ha contagiado a 680.000 personas y matado a 32.000, según World Meters.

El riesgo de la negación

Daniel Ortega se va quedando solo: estaba en un pequeño club de mandatarios mundiales como Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador, quienes relativizaban la pandemia y negaban la urgencia de llevar adelante acciones contra el COVID.-19.

El premier británico Boris Johnson fue uno de los primeros de salirse del comité negacionista, debido a que a mediados de semana confirmó que se había contagiado de coronavirus, cuando antes negó que los británicos debían estar expuestos a la enfermedad para crear una «inmunización natural».

Este sábado, el presidente mexicano López Obrador instó a la gente a quedarse en sus casas, aunque en repetidas ocasiones ha pedido a la población que salgan a comer a restaurantes y hacer vida normal, e incluso llegó a decir en una conferencia de prensa que tiene unos «amuletos» que lo protegen contra el virus.

Estados Unidos, liderado por Trump, ávido negacionista del cambio climático y la abrumadora evidencia científica, también ha minimizado la pandemia y tardó muchísimo en tomar medidas drásticas. Aunque los gobernadores de los estados más afectados -Washington, California y Nueva York- han tomado la iniciativa a nivel local, el país se convirtió ahora en el país más afectado: 124.000 casos y más de 2.200 muertes hasta este fin de semana.

Ortega y su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, han obstaculizado en los últimos días la propuesta de aumentar el presupuesto nacional de salud, presentado en el Parlamento por la legisladora opositora Azucena Castillo. El presidente de ese poder del estado, el médico sandinista Gustavo Porras, la censuró apagándole el micrófono en medio discuro, se burló de las personas que usan mascarillas y recomendó como única medida lavarse las manos para evitar los contagios.

El neurocirujano Josmar Briones, de la Asociación de Médicos Nicaragüenses en el Exilio, tachó de irresponsable al gobierno de Ortega: «Hace dos semanas supimos que se registraron los primeros casos en Nicaragua, específicamente en el hospital militar, y a partir de entonces estamos alertando a la población. Supimos que había 10 pacientes en el hospital militar, dos en el hospital Manolo Morales, y de un caso sospechoso en Estelí».

El caso de Estelí ha sido confirmado por algunas fuentes, fue atendido en el hospital San Juan de Dios de esa localidad.

De presentarse una situación como la de Italia, España o Estados Unidos, Nicaragua quedaría devastada por lo endeble y empobrecido de su sistema nacional de salud: solamente tienen 120 respiradores artificiales para atender a toda la población.

Briones estima que las cifras entre el sector privado y el público de ventiladores se aproximan a los 130 ventiladores, de ellos el 80% ya están siendo usados por enfermos crónicos con otros padecimientos.

 

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