¿Libertad de expresión o libertad de discriminación?

Collage de la campaña "No soy tu chiste", del artivista Daniel Arzola.
Collage de la campaña «No soy tu chiste», del artivista Daniel Arzola.

En Venezuela la libertad de expresión y el “humor” han sido utilizados como justificación para la discriminación de la población Lgbti

Hace algunos días se convirtió en noticia en los medios de comunicación venezolanos y en tendencia en las redes sociales la apertura de una investigación por parte de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) contra el programa radial Calma Pueblo, transmitido de lunes a viernes entre las 6 y las 9 de la mañana por la Mega 107.3 FM, bajo la conducción de Verónica Gómez Pino, José Rafael Guzmán y Manuel Silva.

«Es imperativo comprender que la libertad de expresión no supone la libertad de discriminar con impunidad»

El programa fue suspendido de manera indefinida y se abrió un proceso administrativo sancionatorio contra la emisora. La medida responde a los comentarios que la animadora Verónica Gómez le realizó a un niño de 7 años de nombre “Alejandro” durante una llamada telefónica desde Margarita, entre ellos destacan aquellos en los que se le interpela a definir su posición política, se le interroga sobre la crisis económica, y finalmente donde es calificado como “gay”; por lo cual la medida se ampara en los artículos 27, 28 y 29 de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, en la que se prohíbe la difusión de mensajes que inciten o promuevan el odio y la intolerancia por razones religiosas, políticas, por diferencia de género, por racismo o xenofobia; y los mensajes que promuevan la discriminación, especialmente aquellos donde los niños, niñas y adolescentes sean objeto de burla, ridículo o desprecio.

Verónica: ¿Y tu mamá consiguió gasolina? Porque dicen que no hay gasolina en Margarita, ¿eso es verdad, Alejandro? ¿Hay colas horribles para poner gasolina? ¿Alejandro y que te parece eso a ti viniendo de un país petrolero?

Niño: No sé.

Verónica: ¿Alejandro, cuál es tu postura política? ¿Tú eres opositor o eres oficialista? ¿Quieres ser como Messi o como Ronaldo?

Niño: Ronaldo.

Verónica: Ah gay, bueno… Ah el niño gay, que quiere ser como Ronaldo. Bueno a sacarle las cejitas, vamos a sacarte las cejitas.

Ahora bien, ante este episodio las reacciones no se hicieron esperar; sin embargo, veo con preocupación que la mayoría de los pronunciamientos se han situado en la polarización política, concentrados en señalar o defender a los locutores, pero pocos parecen preocupados por el verdadero problema: el mensaje, ese que sigue considerando lo “gay” como un chiste. El problema no es la tendencia política de los animadores, de la emisora o lo parcializado de las medidas emitidas por el órgano de competencia, el problema radica en que los medios de comunicación son sin lugar a dudas uno de los principales agentes de socialización y comentarios de esa naturaleza se constituyen como una licencia para estereotipar, cuestionar y ridiculizar a todo aquel asumido o considerado gay.

Estos hechos no son casuales, son una evidencia del predominio de una visión heteronormada de la sociedad, en la que todo aquel que no responda al binomio hombre-mujer y no se adecúe al mandato heterosexual es reducido, inferiorizado, convertido en burla, excluido, cuestionado, estereotipado. Esto tampoco es una novedad, durante décadas en Venezuela la libertad de expresión y el “humor” han sido utilizados como justificación para la construcción de otredades, la transmisión, difusión y propagación de prejuicios y estereotipos sexistas, racistas, clasistas, así como, homofóbicos y transfóbicos.

Los medios de comunicación en sus contenidos se han caracterizado por estereotipar a la población Lgbti, anormalizándolos, patologizándolos, ridiculizándolos y caricaturizándolos para “entretener” a los “normales”, lo cual ha contribuido a legitimar y mantener múltiples formas de discriminación. Por ello, es imperativo comprender que la libertad de expresión no supone la libertad de discriminar con impunidad, los medios de comunicación y los generadores de contenidos tienen responsabilidades que no pueden ser obviadas ni evadidas; no obstante, los esfuerzos deben orientarse a exigir que todos los sujetos, programas y medios de comunicación con independencia de su posición política sean investigados y sancionados ante la emisión de contenidos estereotípicos y discriminatorios, pues la garantía de derechos de la población Lgbti debe ser permanente, constante, oportuna, efectiva y eficiente, no puede ni debe ser selectiva y coyuntural.

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