La buena, la mala y la fea: El machismo en la política venezolana

Foto: Mujeres en Acción Venezuela
Foto: Mujeres en Acción Venezuela

En los escenarios de crisis y vicisitud política, económica y social, las desigualdades y formas de discriminación por razones de género tienden a profundizarse.

Las desigualdades por razones de género, la discriminación, la violencia contra la mujer y el machismo siempre han estado presentes en las diferentes épocas, sociedades y procesos organizativos que conocemos o en los que hemos estado insertos, sin embargo, en los escenarios de crisis y vicisitud política, económica y social, estas sin dudas tienden a profundizarse.

I

Los desacuerdos políticos cuando de una mujer se trata, cuando es esta la protagonista, no se resuelven por medio de la diatriba política, desde el argumento, desde la interpelación del enfoque y la ideología, desde su posición política o sus actuaciones, por el contrario, estas son atacadas o justificadas desde su condición de mujer.

Un ejemplo de ello, ha sido la respuesta a la actuación de la Fiscal General de la República Luisa Ortega Díaz, quien desde su pronunciamiento durante el mes de marzo en el que afirmó la existencia de una ruptura en el hilo constitucional por la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ha sido férreamente atacada por el sector oficialista que la considera una traidora, pero también por parte de la población tradicionalmente opositora que desconfía de ella y afirman, todo es parte de “un peine”. Pero lo que lo llama la atención es que no ha sido atacada solo por sus actuaciones o la ausencia de ellas, sino por el hecho de ser mujer. La Fiscal General en memes, tuits, artículos, pancartas y gritos en los espacios públicos ha sido llamada bruja, perra, sucia, loca, histérica, arpía, entre otros muchos epítetos. A una situaciónsimilar se ha enfrentado la ex Defensora del Pueblo Gabriela del Mar Ramírez quien, tras sus pronunciamientos en contra de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) ha recibido múltiples ataques por su condición de mujer, llegando a ser publicadas desde cuentas anónimas fotografías de su vida íntima en las redes sociales.

II

Lilian Tintori nunca ha sido de mi agrado por varias razones, pero principalmente por el empleo manipulado, elaborado, amarillista y espectacularizado que hace de los medios de comunicación y redes sociales al mejor estilo del reality show “Keeping up with the Kardashians”. Sin embargo, no puedo dejar de ver con preocupación cómo ante la situación política que nos afecta como país, está aflorando de forma explícita y descarnada el machismo más primitivo que anida en la sociedad venezolana –y que la mayoría tanto se ha empeñado en negar–.

Un ejemplo de ello han sido las reacciones de la población –principalmente opositora– a los recientes pronunciamientos de quien, durante los últimos años había sido considerada una “heroína”. Tras la medida de casa por cárcel concedida a Leopoldo López, las declaraciones de Tintori no resultaron ser del agrado del sector opositor, levantando sospechas de acuerdos y negociaciones con el gobierno. A partir de ello, desde distintas tribunas ha sido llamada a ocupar su posición de esposa, le ha sido recordado que el político es él, que debe permanecer al margen, se le ha exhortado a hablar de política solo cuando él le autorice; que debe en definitiva mantenerse calladita pues, “como toda mujer” se ve más bonita…

III

Los conflictos políticos no solo tienen consecuencias e impactos en la vida de las mujeres más visibles mediáticamente, investidas de autoridad o partícipes de los escenarios de toma de decisiones; en estos se ven afectadas todas las mujeres, pero particularmente aquellas en situación de vulnerabilidad como las mujeres de bajos recursos económicos, racializadas, discapacitadas, las mujeres jóvenes y adultas mayores.

Este hecho ha quedado en evidencia con la circulación de una serie de fotografías en las que se ve a una adolescente de 17 años siendo detenida por -lo que se puede contar en la foto-, al menos 20 funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), es decir, por una cayapa. ¿Suponía esta chica una amenaza tal que se requirió el empleo de más de 20 efectivos para neutralizarla a ella sola? ¿O es esta una expresión del patriarcado institucional y del machismo que hace gala ante la indefensión y la vulnerabilidad? ¿Dónde quedó la garantía del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia?

Estos hechos en su conjunto son solo la parte visible y mediatizada de un continuum de formas de desigualdad, discriminación y violencia de las que son víctimas las mujeres por parte de los diferentes sectores políticos de la sociedad. Por ello, debemos estar atentos pues, en los escenarios de conflicto son las mujeres las más expuestas a la violencia verbal, física, sexual, simbólica y mediática, entre otras. Pero sobre todo, debemos ser vigilantes y garantes de que la disidencia y el desacuerdo político no se conviertan en una justificación para la vulneración y menoscabo de los derechos de las mujeres.

Con información de contrapunto.com.

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