Naciones Unidas condenó el asesinato del periodista japonés de cuya muerte se hizo responsable el Estado Islámico

A través de un comunicado, las Naciones Unidas definió el reciente crimen de otro periodista japonés como “un trágico recordatorio del creciente peligro que enfrentan los reporteros y otras personas en la nación levantina, sumida en casi cuatro años de violencia por extremistas y mercenarios apoyados desde el exterior”.

Asimismo, la ONU remarcó la “brutalidad” del Estado Islámico, organización culpable de miles de abusos contra los pueblos sirio e iraquí, informó Prensa Latina.

“Expresamos la necesidad de juzgar a los perpetradores de este acto repudiable de terrorismo, e instamos a la comunidad internacional a cooperar con Japón y otras autoridades en esa dirección”, se indica en el comunicado.

En ese marco, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, también manifestó su rechazo al asesinato, pocas horas después de que fuera divulgado el video con las imágenes de la ejecución del reportero japonés.

Ban Ki-moon y el Consejo de Seguridad de ONU transmitieron “condolencias” a los familiares de la víctima y al gobierno japonés, y exigieron la liberación de todas las personas secuestradas por los extremistas, quienes en 2014 comenzaron una ofensiva en el norte de Iraq y Siria para imponer su visión de la Sharia (Ley Islámica).

Video

El Estado Islámico, a través de un video, se autoproclamó responsable de un nuevo asesinato a un periodista. En las imágenes que han sido difundidas el fin de semana por las redes sociales se muestra a un rehén, el reportero japonés Kenji Goto, decapitado.

Goto, de 47 años, era periodista freelance y cineasta que llegó a Siria en octubre para liberar a su compatriota. Pero también fue secuestrado.

Según informaron diversos medios de prensa internacionales, el viernes 30 venció el plazo para “salvar a Goto y a otro rehén, el piloto jordano Moaz al-Kasasbeh, a quien el ISIS quiere cambiar por una yihadista iraquí, Sajida al-Rishawi, presa en Amman”.

El gobierno jordano exigió a los secuestradores una prueba de vida del piloto que nunca fue aportada.