Estudiantes, maestros y padres incendian Palacio de Gobierno exigiendo aclarar desapariciones
El Palacio de Gobierno de Chilpancingo, en el Estado de Guerrero, fue incendiado por manifestantes que exigen aclarar las desapariciones de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, que se presume fueron asesinados y que se acelere la investigación que parece quedará sin resolver.
Casi un millar de personas, tomaron el Palacio de Gobierno, donde tiene su despacho el gobernador Ángel Aguirre Rivero, mientras decenas de maestros se enfrentaban en la sede del Congreso del Estado, con policía antimotines, mientras se realizaba una sesión solemne de homenaje a una ex diputada, todo lo que se vio alterado por el motín generalizado.
Una sesión para recibir al Gabinete de Seguridad del Poder Ejecutivo, fue suspendida por los legisladores, que huyeron ante el temor que los profesores ocuparan también el recinto y le prendieran fuego.
A su salida del Congreso el presidente de la Comisión de Gobierno, Bernardo Ortega, dijo que si bien reconocía como “repugnante lo ocurrido en Iguala, no podemos permitir que se vulneren las instituciones y que el Poder Legislativo esté a merced de quienes piden justicia”.
Los accesos a Acapulco están semicortados por los manifestantes
Mientras tanto pese al reclamo de las autoridades federales, la Autopista del Sol, que une el DF con Acapulco, está cortada parcialmente por manifestantes que cobran peajes a los vehículos, mientras continúan los reclamos.
Los manifestantes han asegurado que continuarán ocupando los zócalos de las ciudades de Guerrero, hasta tanto reaparezcan sus compañeros vivos, o que se sepa exactamente que ocurrió, quien lo hizo, y sean detenidos.
La revuelta amenaza extenderse, después que alumnos de las escuelas para docentes de Michoacán, tomaran 23 ómnibus particulares como rehenes, los que anuncian usarán para viajar a Guerrero y apoyar a sus camaradas de estudios.
Las autoridades mexicanas, afirman que hay ya al menos 40 detenidos, investigados por la desaparición de los estudiantes, en su mayoría presuntos pertenecientes al cártel de los Guerreros Unidos, al que se atribuye haber actuado en confabulación con la policía para matar a los estudiantes, cuyos restos habrían aparecido en fosas clandestinas, pero la confirmación de este hallazgo, se demora más de lo que la sociedad mexicana parece dispuesta a tolerar.
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