A 40 años del Watergate: el día que Richard Nixon renunció a la presidencia de EE.UU.

A las 9 de la noche hora de Washington, Richard Nixon aparecía en las pantallas aún blanco y negro de la televisión Norteamérica sumamente demacrado: “Buenas noches. Esta es la 37ª vez que les hablo desde esta oficina donde se han tomado decisiones tan trascendentales”, inició su alocución el todavía presidente, afirmando que por carecer del apoyo del Congreso, renunciaría a su cargo al mediodía de la siguiente jornada.

Nixon dijo que le “hubiera gustado llevar la carga hasta el final, cualquiera fuera la agonía a soportar”,aunque que la falta de apoyo legislativo lo obligaba a dimitir. Pero sus emotivas palabras no lograron ocultar lo que se desencadenaría con el paso de los días: la mayor vergüenza histórica en la vida política democrática de EE.UU. donde dos periodistas habían descubierto y publicado el intento de espionaje republicano en los cuarteles centrales de Partido Demócrata.

La CIA actuando dentro de su propia casa

Agentes de la CIA que trabajaban en la Casa Blanca para evitar filtraciones a la prensa, ingresaron el 17 de junio de 1972 en las oficinas de la emblemática sede central del Partido Demócrata, en Washington, para colocar sistemas de espionaje. Nixon, que ya había hecho instalar sistemas de escucha secretos en toda la Casa Blanca, había negado cualquier vinculación al Watergate, pero las mismas cintas internas que había ordenado grabar, fueron las que desmantelaron su ardid junto al FBI y la CIA.

Dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, fueron quienes desentrañaron la madeja a partir de un informante reservado Deep Troath (Garganta Profunda), que daría finalmente las claves de lo que ocultaba Nixon, en algo que superó la investigación periodística para convertirse en una de las coberturas de inteligencia interna mayores que recuerda la primera potencia mundial.