DECISIÓN

Occidente ante la disyuntiva de abandonar Crimea a Rusia para mantener independencia de Ucrania

La crisis ucraniana puede desembocar en una solución dolorosa que Occidente no termina de aprobar pero que, sin embargo, podría aceptar: abandonar Crimea a Rusia para salvar la independencia de Ucrania.

En la situación actual, Occidente aspira a que Ucrania quede fuera de la zona de influencia de Moscú.

Para que este reparto sea suficiente, es necesario que la anexión de la península de Crimea satisfaga las ambiciones del presidente ruso Vladimir Putin en su afán por pasar a la Historia como el hombre que recuperó a Rusia como potencia, después de haber quedado casi en un segundo plano tras el desmembramiento de la URSS.

Una estrategia como ésta, destinada a apaciguar los ánimos en el viejo continente, podría provocar no obstante las críticas del presidente estadounidense Barack Obama y tampoco sería del agrado de los antiguos integrantes o satélites de la Unión Soviética, que verían peligrar su integridad.

Pero, ninguna gran potencia parece dispuesta a enfrentarse a Rusia para defender una Crimea ucraniana. La península fue cedida a Ucrania por Rusia en 1954, cuando ambas integraban la URSS.

En la situación actual, Occidente aspira a que Ucrania quede fuera de la zona de influencia de Moscú, y poder contar así con un país «amigo» fronterizo con Rusia.

«Occidente puede decidir mirar para otro lado en cuanto a la ocupación (de Crimea), pero solo si Putin reconoce al actual gobierno ucraniano», considera Alexander Motyl, profesor de la universidad Rutgers de Newark, en Nueva Jersey (EEUU).

«Tendría que dar garantías muy claras a Occidente», añade este experto en Ucrania.

«Lamentablemente, nada en el discurso y en los actos de Putin permite pensar que se detendrá en Crimea», advierte.

James Nixey, un experto de Chatham House, en Londres, considera, en cambio, poco probable que Putin quiera ir más lejos en su afán. «El presidente ruso logró su objetivo, y Crimea está perdida», acota.

«Rehacer el mapa»

Por el momento, la idea de alcanzar un compromiso al respecto no es la opinión oficial en Occidente. «No reconoceremos un referéndum que desvincule a Crimea de Ucrania para adherirse a Rusia», asegura el consejero adjunto de seguridad nacional estadounidense, Tony Blinken.

Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel, habitualmente prudente respecto a Moscú, dijo con firmeza a Putin que el referéndum del 16 de marzo para la adhesión de Crimea a Rusia es «ilegal». Merkel habló de «anexión», según un parlamentario alemán.

Los Países Bálticos, ocupados y anexados por Rusia tras la Segunda Guerra Mundial, están particularmente inquietos.

La presidente lituana, Dalia Grybauskaite, presiona a los dirigentes europeos «para que tomen conciencia del hecho de que Rusia intenta rehacer el mapa y las fronteras de Europa de la posguerra».

Sin embargo, para algunos analistas, Putin sólo busca «castigar» a los nuevos dirigentes ucranianos, pero preservando las apariencias en sus relaciones de trabajo con Occidente.

«Para Rusia, la pérdida de influencia sobre Ucrania es una cosa, pero relajar su control en Crimea y en consecuencia el acceso (al Mar Negro) de una de sus principales flotas marítimas es otra más importante y sería muy difícil de asumir», dice Erik Nielsen, del grupo bancario italiano UniCredit.

Este analista piensa que si Putin busca «castigar a Ucrania por sus inclinaciones proocidentales, no quiere que las inevitables tensiones con Occidente sobrepasen niveles aceptables en los ámbitos político y económico».

¿Por qué se detendría Putin?

Moscú ha ofrecido a los habitantes de Crimea mayores prestaciones sociales que las brindadas por Kiev, lo que hace muy probable una votación masiva a favor de la adhesión de la península a Rusia en el referéndum del domingo.

Pero, la mayoría de los analistas cree que Occidente nunca reconocerá esa adhesión, aunque la acepte tácitamente como un hecho consumado.

Steven Pifer, investigador de la Brookings Institution de Washington, sostiene que la ausencia de una firme condena general a la anexión sólo servirá para animar a Putin a intervenir aún más en Ucrania y en otros países de la exURSS.

«Sería un error por parte de Occidente creer que aceptar ‘la anexión’ de Crimea significa que Putin dejará tranquilo al resto de Ucrania», considera el exembajador estadounidense en Kiev.

Estados Unidos espera aún que la promesa de una mayor autonomía en las relaciones con Kiev -la otra opción ofrecida a los votantes en el referéndum en Crimea- pueda salvar la integridad territorial de Ucrania y hacer fracasar los proyectos expansionistas rusos.

«Quedé muy entusiasmado con las declaraciones del primer ministro (Arseni) Yatseniuk y las de otros responsables, según los cuales el gobierno ucraniano está abierto a conceder una mayor autonomía a los habitantes de Crimea», dijo a los periodistas el actual embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt.

«Pero, esto es algo que los ucranianos deben decidir en su marco constitucional, y no puede hacerse bajo la amenaza de los fusiles», añadió. AFP

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