Primer ministro gay en Bélgica muestra sus espaldas a las cámaras de televisión
Aunque necesito incluso autorización de sus ministros, la aparición en la TV belga del primer ministro cambiándose de camisa en la Fiesta Nacional generó gran polémica.
El primer ministro de Bélgica Elio Di Rupo, ha vuelto a foco de la escena –y no solamente la política- en su país, tras aparecer en un programa televisivo cambiándose de camisa, y exhibiendo su espalda, previo al día de la Fiesta Nacional. Nada sin embargo parece demasiado nuevo en materia de libertades para Di Rupo, que a sus 62 años es el único primer ministro que hasta ahora ha reconocido su condición homosexual en Europa, y eventualmente en el mundo, incluso antes de acceder al poder.
Los tres segundos de video que muestran la musculosa espalda del primer ministro, fueron captados en julio del año pasado, pero recién ahora salen al público, en lo que algunas consideran “una imagen vergonzosa para la dignidad del país”, mientras otras lo consideran una “acción política propagandística” y otros más señalan que les es “indiferente”.
El “sumun de la indecencia”
Los flamencos nacionalistas, que están avanzando en el país y ponen en jaque al gobierno, han sido los más recalcitrantes contra las imágenes.
“Estoy escandalizado y avergonzado. ¿En qué otro país del mundo, un jefe de Estado o de Gobierno se rebajaría así y banalizaría su función? ¿Sería imaginable que Obama, Hollande, Rajoy, Merkel o Cameron se desvistieran en su habitación frente a una cámara?.Es el súmum de la indecencia”, calificó la acción el diputado opositor, Alain Destexh.
Di Rupo, que pidió permiso a su gabinete ministerial para autorizar la difusión de la imagen, descartó de plano que su espalda sea motivo de vergüenza alguna, algo lógico aparentemente, en un país que lo ha visto en televisión besando en vivo a un transexual durante un espectáculo de música.
Te recomendamos
La cadena nacional de Javier Milei: entre el tono mesiánico y la autoalabanza
El mandatario ultraderechista habla en tono triunfal, mesiánico y, casi siempre, autocomplaciente: asegura que sus cambios son “históricos” y cuela en el discurso pasajes místicos y diatribas contra sus detractores.
Compartí tu opinión con toda la comunidad