Convertir en diamantes a los muertos queridos es tendencia de mayor expansión

De hace una década atrás la conversión de los seres queridos en un diamante es una tendencia por demás aceptada tanto a nivel de los deudos, como de las mismas últimas voluntades de muchos. Si bien el procedimiento sigue siendo caro –entre 3.000 y 5.000 euros– para el costo del funeral, el entierro, la reducción y el alojamiento final de las cenizas, no parece tanto ya en algunos países principalmente los más industrializados.

En ese orden la ciudad de Coire, en Suiza, está liderando la tendencia y recibe cada mes hasta medio centenar de urnas procedentes de todo el mundo, cuyos contenidos, después de un proceso relativamente largo –la “diamantización”- convertirá los restos humanos en una piedra preciosa, cuyo valor, evidentemente, está más en quién fue, que en cualquier otra consideración.

Como convertirse en una piedra preciosa

Cada cuerpo humano incinerado, puede dejar un resultado de entre 2 y 3 quilos de cenizas promedialmente. A partir de allí una serie de procesos convierten primero las cenizas en carbono y después en grafito, para lo cual se deben someter los restos a temperaturas que superan los 1.700 grados en algunos casos. El proceso completo demora hasta seis semanas.

Cada diamante es único y su color varía del blanco al azul más profundo, con un peso que puede ir de 0,25 a un quilate.

Los diamantes humanos, se están convirtiendo ya en industria casi, y la empresa suiza –que cumple sus primeros diez años- tienen filiales principales en Estados Unidos, Rusia, Alemania, además de otros 16 países, donde no dejan de recibir pedidos.

Las compañías de seguros, en Estados Unidos y Suiza por supuesto, ya han comenzado a incluir el servicio entre las prestaciones posibles que ofrecen a sus clientes.