CONSERVADORA

Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo, asume por tercera vez como jefa del gobierno alemán

La conservadora Angela Merkel, de 59 años, hija de un pastor que vivió en la Alemania comunista, confirmó el martes su estatuto de "mujer más poderosa del mundo" al ser elegida por tercera vez como jefa del gobierno alemán.

Merkel asumiendo por tercera vez como jefa del gobierno alemán / AFP

Sólo sus ilustres predecesores conservadores Konrad Adenauer, primer canciller de la posguerra en la República Federal Alemana, y Helmut Kohl, canciller de la reunificación, habían logrado tres mandatos.

La dirigente de la primera economía europea había ofrecido a su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), una rotunda victoria en las elecciones legislativas de septiembre pasado.

La CDU y su aliado de Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), obtuvieron 41,5% de votos.

Hija de un pastor protestante, casada dos veces y sin hijos, Merkel confirmó de esa manera su inmensa popularidad.

Después de ocho años al timón del país considerado el motor de Europa, Merkel se muestra preparada a dirigir su país otra vez más, sin que su imagen haya dado muestras de sufrir el desgaste del poder y las embestidas de la crisis económica mundial.

Nacida y formada en la ex-RDA, donde obtuvo un diploma de física, la líder conservadora es llamada a veces «la canciller de hierro», por su férrea defensa de las políticas de austeridad.

Pero los alemanes la apodan también «Mutti» («Mamá»), porque les inspira una gran seguridad, en medio de las tempestades europeas.

Amores y odios

Merkel es una de las líderes más respetadas en el mundo, pero también una de las más criticadas: en el extranjero, su figura irrita e incluso indigna.

Manifestantes coléricos han protestado en las calles de Atenas, Lisboa y Madrid, responsabilizándola por los recortes presupuestarios que, afirman, están ahogando las economías de sus países, y disparando la tasa de desempleo.

Muchos griegos la detestan, y la acusan de querer poner de rodillas a Grecia, para explotarla mejor.

«¡Merkel, fuera!», han gritado en marchas y protestas millares de manifestantes en esas capitales. Algunos incluso llevan carteles con caricaturas de Merkel, a la que pintan con un bigote estilo Hitler y vestida con uniforme nazi.

«Estoy determinada a ver que Europa emerge más fuerte de la crisis», insiste Merkel, dentro y fuera de su país.

«Alemania sólo puede ser fuerte con una Europa fuerte», repite, una y otra vez, la canciller, asegurando que Berlín no aspira a ejercer una hegemonía sobre la Unión Europea.

Su biógrafo, Gerd Langguth, resalta que aunque Merkel está siempre bajo la luz de los reflectores, sigue siendo un enigma. Ella es «una esfinge», que aprendió de sus años bajo la dictadura de Alemania del Este, afirma.

De niña, Angela Dorotea Kasner -la primera mujer que dirige Alemania y la primera desde Margaret Thatcher al mando de un gran país europeo- soñaba con convertirse en una patinadora artística.

Y ocho años después de su ascenso al poder, también gracias a una alianza entre la CDU y los socialdemócratas, la gran popularidad de Merkel no tiene precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

«Ella se ha convertido en una especie de madre de la nación», explica el politólogo Oskar Niedermayer.

Merkel «encarna al común de los mortales […] y eso le gusta a la gente», comentó.

Amante de la ópera, del vino tinto francés y de las caminatas en las montañas italianas, Merkel, que hace ella misma sus compras en un supermercado barato, proclama que su modelo es la ama de casa alemana, símbolo de la austeridad y el autocontrol.

Su esposo, el profesor de química Joachim Sauer, con quien Merkel se casó en 1998, no se queda atrás en su modestia. El hombre es tan tímido que no asistió a la ceremonia de toma de poder de su esposa en 2005. AFP

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