De luto: Brasil actúa con firmeza y precisión ante 231 muertos en boite de Santa María

Las autoridades brasileñas desplegaron toda su capacidad para enfrentar la tragedia que dejó un saldo final de 231 muertos y un centenar de heridos, en la boite Kiss, de Santa María, Rio Grande del Sur, cercana a la frontera con Uruguay.

La discoteca estaba ocupada en el momento de la tragedia por unas 900 personas, superando largamente el máximo autorizado de 691, con que había sido habilitada. Los permisos de habilitación estaban vencidos, según el informe oficial, lo cual podría determinar que tanto los implementos de seguridad, como vías de evacuación y sistemas de prevención no funcionarán debidamente, lo que está ahora siendo evaluado.

Los tres días de duelo decretados en todo el país, tuvieron su doloroso epicentro en Santa María, donde unas 35.000 personas marcharon el martes a la noche vestidas de blanco, en señal de respeto para las víctimas, pero también con carteles exigiendo que la Justicia alcance a los responsables.

Las responsabilidades múltiples de una tragedia

En medio del drama, los brasileños asisten a un intento aparente de evadir culpas, en tanto los videos de las cámaras de seguridad en el interior de la boite, no aparecen y mientras algunos aseguran que las cámaras no funcionaban, otros atribuyen al calor y el humo que los registros no estén como se esperaba. Hay también versiones que apuntan a ocultamiento de información por parte de involucrados.

Lo concreto es que la primera responsabilidad recae sobre quienes permitieron que la boite estuviera con un 30% más de público que el permitido, lo que convirtió la salida de emergencia en insuficiente para la gente que cayó en una trampa mortal.

Dos propietarios de la boite y dos integrantes de la banda que actuaba en el momento en que comenzó el incendio, están presos.

El cantante de Gurizada Fandangueira, fue el que utilizando una bengala en  medio de la actuación, prendió fuego al techo.

La versión de que la seguridad cerró las puertas para evitar que muchos “salieran sin pagar”, es controvertida todavía.

Mientras tanto de los 129 heridos internados en hospitales de Porto Alegre y Canoas, 76 continúan en estado “crítico”, con riesgo de vida importante, según informó el propio Ministro de Salud Pública, Alexandre Padilha.

Desde el gobierno central, la presidenta Dilma Rousseff, además de los días de duelo y el apoyo solidario con las víctimas y sus parientes, ordenó que todas las prefecturas sean convocadas con urgencia para discutir las condiciones de seguridad que presentan las boites en todo el territorio de Brasil.

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