Figura comunista

España rinde tributo a Santiago Carrillo, un gigante de la transición española

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«Me parece una figura imprescindible para que podamos disfrutar de los derechos de los que gozamos», afirma Alberto Gutiérrez, desempleado de 30 años que espera para entrar en la capilla ardiente instalada en la sede del sindicato CCOO.

«Me gustaría darle el adiós a una figura que yo considero el padre de nuestra Constitución», aprobada en 1978, tres años después de la muerte del dictador Francisco Franco, añadió.

España se despertó este miércoles con las primeras planas de los medios ocupadas por la mirada viva tamizada por unas gafas de gruesos cristales de esta figura histórica, una de las últimas de la transición democrática.

Secretario general del Partido Comunista de España (PCE) de 1960 a 1982, defensor del eurocomunismo frente a la Unión Soviética, Carrillo ha sido testigo de la historia española desde la Guerra Civil (1936-1939) hasta la transición, tras el fin de la dictadura.

Con él desaparece el «único español que estuvo en lugar destacado en los dos sitios, en el fuego del 36 y en el agua del 77″, año de las primeras elecciones legislativas tras el franquismo, escribió el diario de centro-derecha El Mundo.

En la fila de espera, personas de todas las edades hablan, otros compran rosas rojas, mientras que no dejan de llegar coronas de flores al auditorio donde reposan sus restos, en un ataúd abierto flanqueado por las banderas comunista, española, europea y madrileña.

También se suceden las personalidades políticas, dirigentes sindicales, responsables de todos los partidos.

El martes por la tarde, el rey Juan Carlos, de 74 años, acudió en persona, acompañado por la reina Sofía al domicilio de Carrillo, donde lo alabó como «una persona fundamental para la transición».

El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, subrayó por su parte, el «destacado papel que desempeñó durante la transición y su contribución al orden constitucional».

Santiago Carrillo fue criticado durante toda su vida por la muerte de miles de prisioneros franquistas en la localidad de Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en 1936, cuando era un joven responsable republicano de la defensa de la capital, durante la Guerra Civil.

Siempre alegó que no dispuso de fuerzas suficientes para oponerse a «grupos de incontrolados».

Pero, fue su compromiso, aceptando construir con un antiguo dirigente de la dictadura franquista, Adolfo Suárez, la nueva democracia española, lo que todos subrayan este miércoles.

Primer jefe del gobierno de la democracia, Adolfo Suárez tiene hoy día 80 años y está enfermo.

«Tenemos libertades gracias a la gente que participó en la transición y Carrillo fue uno de ellos, tanto como Suárez y el Rey, y todos los políticos de aquella época», afirma Javier Martínez, de 18 años, que ha acudido con su padre y su hermana.

Francisco García, prejubilado de 59 años, recuerda su «valor».

«Fue importantísimo también a la hora de la reconciliación, fue el que supo disipar muchas diferencias que había entonces y que sigue habiendo todavía», explicó.

Fue «un personaje muy importante de la transición junto con Adolfo Suárez, los dos más importantes que han hecho posible la transición en España, que fuera pacífica», añadió.

Esas dos personalidades también entraron en la historia por haber sido los únicos diputados, junto con el antiguo militar Manuel Gutiérrez Mellado, en no tirarse al suelo durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados.

La imagen de Adolfo Suárez y de Santiago Carrillo, sentados en sus escaños a pesar de los tiros disparados por los golpistas al techo, ilustran el compromiso común de los dos antiguos oponentes políticos.

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