Amalia Polleri, rebelde con causa(s)

Siempre la sujeción, siempre el aplazamiento, siempre el no dejar el ser que florezca, que sea verdaderamente, es indignante. Cuando me dicen ‘terrorista’ en resumidas cuentas tienen razón por que yo cortaba a hachazos esta situación, no diplomáticamente y con cautela, con cosas que yo veo que no caminan. Tampoco el terrorismo camina, pero tiene que ser una cosa mucho más importante que lo que están haciendo las mujeres en todo el mundo como para terminar con la sujeción».

Así se expresaba en Amalia Polleri, cuando la historiadora Graciela Sapriza elaboraba su libro «Memorias de rebeldía» y la entrevistó como protagonista.

Es que así era ella, «siempre kilómetros adelante de nuestras políticas modositas y progresivas, contestataria empeñada en cambiar las cosas», como la recuerda su correligionaria en la militancia, la senadora Margarita Percovich, quien tomó a su cargo la deuda de llevar a Amalia al Parlamento y la acaba de saldar.

Fallecida en 1996 a los 86 años de edad, sólo pudiera ver hoy a muchas de sus congéneres peleando por una cuota de 30% de candidaturas para mujeres en las listas electorales, seguro que Amalia alegaría, enojada: «nada de cuota, no menos que paridad!!!!».

 

ESPEJOS CONVERGENTES

Quela Rovira conoció a Polleri hace más de 70 años. En 1937 ella cursaba preparatorios de arquitectura mientras Amalia se presentaba a concurso para docente de dibujo. «Fogosa, de gran capacidad intelectual, fuerte en sus ideas que defendía hasta el final, vehemente, entusiasta, llegó en la enseñanza hasta los puestos más altos por concurso, y era capaz de abarcar muchos intereses a la vez», describe la profesora Rovira.

Entre los 70 y los 80 ambas se jubilaron  «para alegría de los que gobernaban» en aquellos años difíciles- pero no se quedaron quietas. Dispuestas a dar su visión de la materia dibujo –«que no es sólo aprender conocimientos sino inculcar sensibilidad, gusto, imaginación»– juntas escribieron el libro «El lenguaje gráfico plástico». Destinado a los estudiantes del Instituto de Profesores Artigas (IPA), no llegó a destino porque no fue admitido como libro de texto por las autoridades educativas de la época. En cambio, la primera edición se agotó en la provincia argentina de Córdoba.

Lilián D’Elía, actual consejera del Codicen, recibió con gusto uno de esos ejemplares, asegurando que esta vez las cosas serán distintas.

Para Rovira, su amiga de toda la vida, «Amalia creía tener razón siempre, pero aceptaba críticas y se disculpaba, y era un ser muy tierno».

«Es una cosa que está por arriba de los sistemas, es el Gran Sistema que está por arriba de las clases, por arriba de los partidos, por arriba de las ideologías, está por arriba de los países. Es el gran sistema que hace que la mujer sea esclava y punto.

Un ser de segunda, porque habría que pagar diez mil cosas que no se le pagan a la mujer, no se le da nada, no se le da tiempo, horario, crecimiento. Todo lo que han conseguido las mujeres lo han conseguido ¿en qué lucha?: en lucha individual más que en lucha social, porque realmente la sociedad no las ha respaldado».

Trayendo palabras de Amalia desde «Memorias de rebeldía» el pasado16 de marzo Sapriza evocó su mirada pícara y desafiante, su vitalidad y desparpajo nunca insolente. «Se definía como un ser feliz y la clave hay que buscarla en su infancia», dijo, porque como aseguraba Alba Roballo, «La infancia es la patria de las personas».

 

AMORES Y REBELDIAS

Presa de la emoción, la artista plástica Agueda Dicancro recordó su generosidad: «No es frecuente que una creadora aliente a las demás para hacerlas crecer», y Amalia lo hacía todo el tiempo.

«Amalia es referente permanente aún hoy, y todavía me da respuestas», asegura Olga Larnaudie, actual presidenta de la Asociación de Críticos de Arte, quien destaca la consecuencia de la homenajeada en todo lo que hizo y su impronta experimentadora, que la empujaba a embarcarse en las últimas tendencias de cada momento.

«La amistad de Amalia Polleri me cambió la vida», reconoce la poeta Nancy Barcelo, perseverante sostenedora de la Feria del Libro y del Grabado que ya acumula 46 ediciones. Arremetedora, inquisidora, dueña de una inteligencia e intuición fuera de serie, además de su privilegiada memoria, son algunas de las cualidades que Barcelo engarza a su perfil de poeta, que reivindica más allá de que la propia Polleri lo relegara por otras actividades.

Precisamente participando en los jurados de la Feria del Libro fue donde Mariano Arana, ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, conoció a la multifacética Amalia. Hoy la recuerda como «una militante por el derecho de la gente a ser gente», amén de promotora cultural y de género.

Rodolfo Nin Novoa, presidente de la República en ejercicio cuando inauguró la exposición en el edificio anexo del Palacio Legislativo, no conoció personalmente a Amalia Polleri. Cuando lo invitaron en su carácter de presidente de la Asamblea General legislativa, empezó a documentarse y quedó asombrado por las múltiples facetas de esta «mujer transgresora» y por su protagonismo durante el siglo XX.

Como nunca faltaba a nada que valiera la pena, Amalia tampoco estuvo ausente en su homenaje. Vino con su voz modulando algunas de las palabras con las que agradeció en l995 el Candelabro de Oro que en reconocimiento a su trayectoria vital que le otorgara la B’Nait B’rit: «Mi único mérito fue siempre luchar por la verdad. Puse al servicio de la comunidad lo que era: poca cosa, pero todo».

 

LA COLUMNA POLLERI

La versátil Amalia también tuvo un espacio de opinión en La República de las Mujeres, que desde el nombre hacía honor a la guerrera autora: se llamaba «La columna Polleri». En la edición del 6 de mayo de l990, por ejemplo, bajo el título «Acaparadores de poder», señalaba: «No importa que la mujer ascienda con tremendo esfuerzo de las profundidades de su confinamiento social. Los billetes de N$ 20.000 -(que acaban de imprimirse)- llevan la efigie del poeta Juan Zorrilla de San Martín, o los anteriores llevaron las de Rodó, Lavalleja y otros personajes (varones)». A continuación recordaba que Delmira Agustini, Idea Vilariño, Marosa Di Giorgio, Paulina Luisi, entre otras, estaban allí, pero los hombres en el poder no las veían porque «usan solamente el ‘pret a-porter’ propio». Esta fue sólo una de sus indignadas reacciones frente a hechos confirmatorios de una unilateralidad cultural que, al decir de Amalia, colocaba a la mujer desde el nacimiento, «al servicio del hombre como zombi o robot bien programado».

 

Mi fundación, mi empresa,

son mente, ojos y manos.

 

Soy a la vez gerenta y galera de mago,

saco pañuelos listos,

con lágrimas y adioses,

saco libros y arneses de langostas celestes,

neuralgias

loterías

alcuzas y relámpagos,

trampas de cazar pumas

y arco iris enanos.

 

También suelo pescar desastres, rebeldías.

Las tejo y las destejo

como cualquier humano

que muere y resucita

con la noche y el día.

 

No obtendré jamás diploma

Porque soy gavilán y no paloma.

 

Amalia Polleri
(Ultimas poesías. Manuscrito.)

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