El consumo de drogas y la falta de control policial ponen en jaque a una otrora tranquila localidad

La inseguridad de la "Zona 3" de la Costa de Oro casi le cuesta la vida a un destacado periodista

Un hombre de 26 años, identificado como Richard Barcos, llegó al hogar de Fontoura acompañado por un vecino de la zona pidiendo «un lugar donde quedarse». El vecino dijo que se trataba de su cuñado, y que a pesar del pasado «agitado» que tenía el joven, el haber ingresado a una iglesia le había cambiado la vida y ahora era un «muchacho bárbaro». Fontoura lo creyó y lo acogió en su hogar.

El recién llegado no tenía conocimiento alguno en trabajos de campo, pero el periodista decidió enseñarle a ordeñar y a sembrar, dándole un lugar para quedarse en la casa del peón.

El muchacho, agradecido, le contó a Fontoura que antes consumía cocaína y marihuana, y que incluso había llegado a robar para poder consumir, pero que ahora todo eso había cambiado y estaba tratando de reanudar una vida digna, trabajando y ayudando a los demás.

A los tres días de estar hospedado en la casa de campo ubicada a la altura del kilómetro 67,500 de la ruta interbalnearia, Fontoura fue sorprendido de atrás por el joven que, utilizando un grueso palo, le pegó en la cabeza hasta que se hartó. El dueño de casa cayó al piso y el individuo no detuvo su saña hasta que corrió la sangre.

Barcos caminó hasta la casa de un vecino y dijo «maté a un hombre». La Policía llegó al lugar y detuvo al joven que intentó escapar.

Mientras tanto, el periodista que supo destacare en medios como «La Mañana», «Marcha», «Ultimas Noticias», «La Democracia», radio «El Espectador», «Sarandí», «Monte Carlo» y «Canal 5″, fue trasladado a La Española, en estado delicado.

Recién en el día de ayer, Fontoura se sintió mejor y habló con LA REPUBLICA. Lo lamentable del caso es que el mismo día en que fue internado, un grupo de ladrones ingresó a su finca y la desvalijaron. Los delincuentes se llevaron todo lo que encontraron a su paso, incluyendo una bomba sumergible que se encontraba a 40 metros de profundidad y que tiene un alto costo económico. Los mismos intrusos mataron a una chancha que estaba a punto de parir, y la carnearon, dejando las crías muertas tiradas en el patio.

La Policía que investiga el caso, dijo que ambos hechos son aislados, y que no tiene relación la paliza con el robo. Pero existen dudas que no pueden pasarse por alto. Los ladrones sabían exactamente dónde Fontoura escondía los objetos de valor. Evidentemente alguien que tenía conocimiento tuvo que haberlos orientado. Las pertenencias no aparecen, así como tampoco los ladrones.

Los problemas de droga están complicando una zona que siempre se destacó por la tranquilidad que presenta. El área comprendida entre La Floresta y Jaureguiberry alberga a unos 3 mil habitantes durante todo el año, ascendiendo a 10 mil en los meses de verano. El propio Fontoura contó que hace algunos meses un vecino de casi 90 años se suicidó. Pero hay quienes en el barrio sostienen que es imposible que se haya suicidado e incluso la propia investigación policial no está cerrada bajo convencimiento, ya que aparentemente la pistola propiedad del anciano no coincide con el proyectil que le dio muerte.

La costa está agitada y hay muy poca cobertura policial. Los agentes de la zona dicen que no tienen móviles ni gente como para cubrir la vasta área que tiene varios kilómetros de descampado. Mientras se piensa cómo «cubrir los baches», Juan Francisco Fontoura, afortunadamente, se recupera en una sala de La Española de la salvaje agresión que le provocó la fractura de un brazo y múltiples fracturas de cráneo y rostro. *

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