Los últimos segundos de vida registrados por la televisión

En vivo y en directo transmitiero dos ejecuciones en Guatemala

Ambos habían sido condenados a la pena capital por su participación en el secuestro y posterior asesinato de la empresaria Isabel Bonifasi de Botrán, en 1997. Cetino Pérez fue el primero en ser ejecutado mediante una inyección con dosis letal a las 6.02 horas locales (12.02 GMT) y poco más tarde, a las 7:20 (13:20 GMT), fue el turno de Cerrate Hernández.

En los dos casos y una hora antes de que se aplicaran las sentencias, el juez de ejecución Gustavo Adolfo Dubón Galvez leyó a los condenados la sentencia. La agonía de los dos hombres fue transmitida en directo por los noticieros de radio y televisión. Las dramáticas imágenes registraron cuando uno de ellos balbuceó unas palabras antes de que la dosis letal hiciera efecto.

Los signos vitales de los condenados fueron decreciendo tras la inyección de la dosis de dormicum, cloruro de potasio y penthotal, según precisó el médico forense Mario Guerra. Las imágenes televisivas mostraban la larga agonía de los condenados, con movimientos leves de los dedos de las manos y el abdomen. Según fuentes extraoficiales, Cetino tardó 13 minutos en morir, y Cerrate ocho. Para la ejecución en Guatemala, el prisionero es sujetado a una camilla especial con amarras que le sostienen piernas, brazos, cuerpo y la cabeza.

Hasta una hora antes de iniciarse la ejecución, los prisioneros estuvieron acompañados de sus familiares, un sacerdote en el caso de Cerrate, que era católico, y varios pastores evangélicos con Cetino. Los dos estaban en celdas separadas. Teresa Canahuí y Antonia Cetino, madre y hermana de Luis Cetino, se desmayaron mientras su hijo dejaba de respirar. Incluso, cuando entró en la fase de agonía, seguía orando.

«Los Pasaco»

Pérez y Hernández pertenecían a la banda de secuestradores «Los Pasaco» y fueron encontrados culpables de haber participado en el secuestro y asesinato de Bonifasi de Botrán el 29 de enero de 1997, a pesar de que su familia había pagado más de 200 mil dólares. La Policía guatemalteca, que responsabiliza a «Los Pasaco» de más de 35 secuestros, fue movilizada en las horas previas a la ejecución ante el temor de que los cómplices de los condenados intentaran liberarlos. El «módulo de la muerte» no era utilizado desde el 10 de febrero de 1998 cuando fue ejecutado Manuel Martínez Coronado, condenado a la pena capital por el asesinato de siete miembros de una familia en 1995. La Justicia guatemalteca tramita en la actualidad las apelaciones de otros 24 condenados a la pena capital por los delitos de secuestro y asesinato. Con las dos ejecuciones volvió a encenderse el debate sobre la aplicación de la pena de muerte en Guatemala, ambiente dominado por los proclives a la ejecución, a cuya cabeza se coloca la poderosa empresa privada guatemalteca. Entre los opositores destacan la Iglesia Católica, la procuraduría de Derechos Humanos y grupos humanitarios, quienes sostienen que la ejecución no funciona como disuasivo para frenar la violencia que afecta a este país. (Agencias)

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