Una mala docente

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Soy profesora de Idioma Español. Bien calificada a nivel de Dirección e Inspección. Veintiocho años en la docencia. Mis alumnos han conseguido primeros puestos en concursos, los cuales promoví. He sido votada en segundo lugar como representante de los estudiantes para el CAP (Consejo Asesor Pedagógico) y soy la representante por Dirección en el mismo. Esto no me muestra como una persona poco comprometida con la Educación de mi país.
El Sr.Presidente conoce bien cómo funciona un Sindicato. Lo conoce muy bien.
Sus dirigentes deben poner a consideración de la Asamblea las distintas cuestiones, y si las ASAMBLEAS dicen no, no se acepta. Extraña ya que él concoce desde lo político cómo funciona el mecanismo. Su propia candidatura se resolvió de esta manera.
Es triste para mí en lo personal escuchar en este momento la palabra ESENCIALIDAD, ya que en UTU he trabajado en contenedores, he trabajado en liceos inundados y con alumnos desmayándose de hambre.

He trabajado en contextos críticos con liceos que se hubieran considerados inhabitables. Los materiales siempre fueron de mi casa: manteles, fibras, cintas, hojas, pilas para controles, globos, cámaras de fotos y mucho más. ¡Qué paradoja!
Quizás la culpa es nuestra, seguramente lo sea, a los estudiantes les hemos dado comida los docentes de nuestro propio bolsillo. Eso ocurre ahora también. Eso hizo que se naturalice la forma de concebir «el ser docente».
Ser docente es una actitud frente a la vida. No un simple trabajo. No un título. Moriré siendo docente y si con mi comportamiento pierdo mi trabajo, por lo menos me quedará la DIGNIDAD.
¿Seremos capaces de pensar en la EDUCACIÓN no como una promesa sino como una realidad?

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