Una simple carta

Querida Luisa.

Tu vida ha sido un andar siempre con pasos quedos a lo largo del tiempo, has pisado los días de modo muy leve, como si temieras, que sin quererlo, pudieras borrar un leve rastro que pondría fin a tu búsqueda.
Quizás no te has querido aceptarlo desde la modestia de tus horas pero tu buscar se ha convertido en un encontrar continuo. Encontrar el alma de cada uno de nosotros que nos sentimos tus hijos, tus nietos. El “todo somos familiares” es más que una consigna, es lo que nos has enseñado a sentir junto a esas otras “viejas” como tu, auténticos hitos de fortaleza, confianza, de no resignación.
Tu y ellas se han convertido en grandes referentes de esa familia forjada en un dolor que traspasa el tiempo y la sangre misma. Una familia en donde hay muchos ausentes-presentes, a los que no podemos abrazar y ni siquiera tenemos el consuelo de tener un lugar donde llevar una flor de memoria y afecto. Tu ejemplo y el de todas, nos ha hecho sentir a todos parte de cada una de ustedes, nacidos de su accionar y parido en su empecinada lucha por la verdad.
Tras cada derrota tu y tus compañeras, han estado allí firme y siempre caminando, siempre reclamando, siempre exigiendo.

Sus silenciosos pasos avergüenzan a los verdugos a esos que temen mirarte a los ojos, a los que no hacen sino esconderse en triquiñuelas legales amparados por un aparato de injusticia y a exhibir gestos de una prepotencia que no consigue ocultar su cobardía y miseria moral.
Bob Dylan nos explicó que la razón está en el viento y ustedes han sido eso, un viento de dignidad que recorre cada centímetro del Uruguay. A ti Luisa en especial, por tus canas, por tus años te siento la reserva moral de este país.
No te preocupes si este 20 no marchas silenciosa y decidida por la avenida. Quizás no lo quieras creer, pero tu figura siempre está y estará al frente hasta alcanzar la verdad. Será hacia donde miremos cuando la vacilación llega, cuando pega la derrota y nos duplica el dolor.
Es probable que mis palabras nunca lleguen a alcanzarte. No importa. Las dejaré volar en el aire donde se anidarán en espera de que la luz de la justicia las haga innecesarias.
Querida Luisa, has sembrado buena semilla y ella ha fructificado, ya llegará el tiempo de la cosecha porque parafraseando al presidente martir Salvador Allende, llegará el día que las grandes alamedas se abrirán para dejar pasar la verdad y la sombras de nuestros muertos queridos podrán caminar del brazo con nosotros para acercarnos a ti y decirte simplemente gracias Luisa por hacernos a todos un poquito mejores seres humanos.
Un beso enorme y mejorate que eres de las imprescindibles
Con todo afecto
Douglas Ifrán.

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