Nietzsche

Ejerce de hombre afirmativo y a la vez exigente. Este filósofo valora la belleza del sentir y del hacer. Su filosofía es un vitalismo que a través de la intuición directa capta y conoce la realidad en su multiplicidad y diversidad. El saber está al servicio de la vida y, de este modo, se potencia la capacidad de acción de los seres humanos. El conocimiento, según este pensador alemán, no es algo invariable, ya que es susceptible de ampliación, cambio y perfeccionamiento, puesto que la dinámica del conocer y de la ciencia está en constante desarrollo abierto, al igual que la existencia.
Nietzsche tiene presente el gran valor del conocimiento científico. Algo también señalado por Luis Jiménez Moreno: «El valor y la aceptación que merecían las ciencias, quiere Nietzsche que se le reconozca también a la filosofía». En relación con el estilo de este pensador, cabe decir, que puede considerarse aforístico, ya que era la forma que expresa de mejor manera la vinculación entre filosofía y vida. Escribe: «Mi ambición consiste en decir en diez frases lo que otros dicen en un libro, o lo que otros no dicen en un libro…». Y es que los diversos sentidos y significaciones se pueden comprimir en una especie de microcosmos que deja abiertas las puertas de la espontaneidad, y de la reflexión más profunda.
Lo mismo que en la superación dialéctica hegeliana los opuestos que se enfrentan pasan a componerse de formas nuevas, en Nietzsche, la superación atiende al proceso vital de cada persona. En Así habló Zaratustra escribe este genio de la filosofía: «Y este secreto me lo declaró la vida misma. Mira, me dijo, yo soy aquello que siempre tiene que superarse a sí mismo».
La valentía de su planteamiento filosófico general se manifiesta de modo evidente en sus obras filosóficas. Afirma el valor de la sensación de poder que proporciona una energía enorme para afrontar grandes desafíos y actuaciones.
El riesgo mismo es asumido y aceptado por Nietzsche, ya que es una de las condiciones del avance de la vida, y de los proyectos, pudiendo ser controlado y evaluado por el sujeto.
Rechaza la pervivencia después de la muerte, y considera que el ser humano está inmerso en el proceso evolutivo. Se muestra, por tanto, abierto al progreso humano, en esta vida terrena o sensible que tenemos. La actividad creadora del hombre se despliega en el tiempo. Y llega a decir: «En el tiempo es donde el hombre fija su meta. En el tiempo es donde el hombre planta el germen de su más alta esperanza». La finalidad es potenciar la expansión y engrandecimiento de los logros humanos. Y el sentido verdadero para Nietzsche está en el propio mundo de los hombres, y no en supuestos ultramundos inaccesibles a la observación empírica. En este sentido se parece a Marx, Engels, y a los socialistas y anarquistas del siglo XIX en el que vivió.

El vitalismo nietzscheano es irracionalista, porque el mundo no es racional, y esto hace posibles diversas interpretaciones del mismo que son discutibles desde distintas perspectivas valorativas. El caos y lo relativo forman parte de lo que entendemos por realidad del mundo.
Nietzsche afirma decididamente lo dionisíaco, es decir, la representación de la vida: el caos, lo irracional, las luchas y contradicciones de la existencia. Ya que el orden racional de lo apolíneo, a mi juicio, no debe ser lo único en la realidad. La transvaloración de todos los valores es otra de las grandes aportaciones de su filosofía.
Estos pocos aspectos que he tratado de la filosofía vitalista e irracionalista de Nietzsche son también una invitación a la lectura y comprensión de su pensamiento y de sus obras.

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