Encuestitis: la enfermedad del siglo ha sido vencida.

“El Frente Amplio no llega a obtener las mayorías parlamentarias, no hay triunfo en primera vuelta obviamente, la disputa en el ballotage será reñida, prácticamente es un escenario de empate técnico, la crecida del Luis Lacalle Pou continúa, hay que remontarse a veinte años atrás para recordar unas elecciones tan parejas con resultados inciertos, etc…, etc…”; estos fueron más o menos los discursos construidos y repetidos una y otra vez por la casi totalidad de los empresarios con servicios de sondeo de opiniones (es decir, las encuestadoras, tan famosas como los candidatos a la presidencia), amplificados por los canales de televisión, las radios y los diarios casi sin excepciones. Incluso en el mismo momento o a poco de iniciarse el escrutinio el domingo por la noche, las proyecciones de las encuestadoras daban unos resultados que poco se acercaban a lo que efectivamente cantaban las urnas. Y tuvieron que recular en chancletas, desdecirse, interrogarse, algunos con caras de perplejidad o de asombro no entendían lo que venía aconteciendo minuto a minuto, ensayaron explicaciones, elucidaciones, interpretaciones…no escuché a nadie reconocer los yerros, nadie se disculpó, y luego los analistas políticos, algunos de los cuales se guiaron casi exclusivamente por las tendencias que señalaban las encuestas, tampoco atinaron en su mayoría a señalar algo en sentido contrario. En fin, la encuestitis afectó gravemente el entendimiento, la capacidad analítica y las reservas neuronales dedicadas a la comprensión cabal de la realidad política de mucha gente, periodistas, analistas, políticos, dirigentes, hasta los propios implicados directamente en algún momento se creyeron que estaban ya listos para el recambio de gobierno. Mientras otros se afilaban los dientes y crecían con fantasías, soñando con ser la bisagra de los acuerdos parlamentarios o el fiel de la balanza. Algunos, se imaginaban escenarios de frustración para la izquierda, incluso varios sostenían que el Frente Amplio pagaría con pérdida de base electoral el desgaste natural de la gestión de gobierno. Predicción tras predicción, toda la retórica previa a las elecciones del pasado domingo fue cayendo al saco del despropósito, de la ignorancia, de la impericia, de la incompetencia…pájaros de mal agüero revoloteando a su alrededor. Por otra parte, en el Frente Amplio también hubo muchos que se enfermaron, el virus les ganó a sus propias defensas y se contagiaron y les vino la pesadumbre, el mal humor, la tristeza, la impotencia y la rabia. Afortunadamente hubo quienes decidieron seguir batallando con alegría, convicción y buena onda. Pocos supieron lo que realmente estaba aconteciendo en el Uruguay, lo que quedó demostrado el domingo pasado. Las mayorías silenciosas antes eran una expresión del conservadurismo de derecha, hoy las mayorías silenciosas manifiestan su deseo de conservar el proceso de cambios que se inició en el 2005. El país se corrió a la izquierda, las grandes mayorías ciudadanas se volcaron por el progresismo, el proceso continuará, como en Bolivia, como en Brasil, Uruguay seguirá recorriendo un camino por la mano izquierda, hoy conducido por el presidente Mujica, muy pronto otra vez de la mano de Tabaré Vázquez, mañana por quien sabe quién. Lo que muchos aún no advirtieron es que el frentismo ultrapasa a los candidatos, hay frenteamplismo por muchas décadas más, su vitalidad trasciende los propios líderes, su vocación es la de seguir apostando y construyendo una patria justa, solidaria e igualitaria. Por eso votamos como votamos el domingo 26 de octubre de 2014.
Christian Adel Mirza

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