El plomo, el excremento y el fraking

Imagínense que alguien le pone excremento de cerdo a la tubería que lleva el agua para el consumo humano hasta el grifo terminal en sus casas. El argumento de quien apele a semejante práctica se soporta en que con excremento de cerdo se protege mejor el tubo por el que pasa el agua de modo que la tubería dura más y los costos de mantenimiento se abaratan para la empresa que suministra el preciado líquido.

Aunque suene raro, produzca asco y afecte la salud humana, no resulta exagerado el ejemplo si se piensa en lo siguiente: En 1922 el ingeniero de la General Motors Company, GMC, Thomas Medgley Jr, observó que la combustión de los motores de los vehículos producidos en su empresa presentaba un sonoro “petardeo”, situación que incomodaba al conductor y afectaba el desempeño del motor. Después de ensayar 144 compuestos, encontró que el plomo era el más eficiente en su propósito de evitar el incómodo sonido. También resultó ser el más barato.

Desde el 2 febrero de 1923, fecha en que se vendió el primer galón de gasolina con plomo en norteamérica, hasta la década de 1990, la aplicación de Medgley jr esparció en la atmósfera de la tierra más de 375 mil toneladas del pesado metal cada año durante casi un siglo. Los publicistas de la GMC recomendaron llamar a la aplicación “tetraetilo” y sugirieron retirar el vocablo “plomo” de su etiqueta.

Cientos de científicos advirtieron al sistema de salud de los Estados Unidos sobre el daño que causaba el plomo en la salud humana, y sin embargo fueron desoídos debido a que otros científicos, contratados por los magnates de la industria automotriz y las gasolineras, aseguraban, con datos en las manos, que el plomo no causaba ningún daño a la salud ni al ambiente.

John McNeill, periodista de mediados del siglo pasado, afirmó con dolor en el corazón y con razón en sus argumentos, que el invento de Medgley Jr, “Tuvo más impacto nocivo en la tierra que cualquier otro organismo vivo”.

El tipo ese Medgley jr no quedó contento con su primer invento por lo que durante 1930 ideó la aplicación del gas freón, elemento básico de los aerosoles, también usado en neveras, equipos de aire acondicionado y electrodomésticos en general. En 2010 el protocolo de Montreal prohibió su producción. Para entonces la capa de ozono se encontraba tan deteriorada que en algunos lugares del mundo resulta necesario disponer modalidades extremas de protección con los cuales evitar los daños que producen los rayos ultravioleta.

Así suene irónico, Medgley jr, fue condecorado con la medalla de la Sociedad Americana de Química por allá en 1944, cuando los científicos y el sistema de salud eran conocedores de los daños causados con sus técnicas y aplicaciones.

¿A qué se debe que científicos, industriales y organismos de salud se hicieran los de la vista gorda con aquella realidad desoladora? La explicación es simple: Millones de dólares. Montañas de dinero. Ganancias descomunales. Cantidades inverosímiles de plata se irrigaron al sistema en general de modo que convirtieron realidades incuestionables en verdades a medias, en argumentos de políticos demagogos y en explicaciones sin soporte.

Cuando Medgley jr lanzó al mundo sus soluciones dañinas no existían mecanismos legales capaces de impedir su aplicación, utilización y masificación. El hombre y la naturaleza no tenían modo de defenderse. Al parecer hoy tampoco.

Aunque el plomo sigue esparciéndose en el ambiente por encontrarse en la gasolina de los países pobres, ahora mi inquietud gira entorno al FRAKING, una técnica desarrollada hace más de 60 años que consiste en emplear o bombardear con millones de galones de agua las fisuras de esquisto en las profundidades de la tierra, a razón de 9 mil libras por pulgada cuadrada. Al agua que se usa para la inyección hidráulica se le añade un químico que hace más macizo el impacto y genera mayor desplazamiento del material que se pretende remover.

Antes las petroleras o las compañías gasíferas mantenían su objetivo en pozos o depósitos localizados, y generaban, con su explotación, una afectación localizada o in situ, ahora, con la técnica del FRAKING, llegaran en su insidiosa búsqueda a afectar la sísmica de vastas regiones del planeta e incluso la tectónica de placas. Sin mencionar que las cantidades de agua utilizadas en la búsqueda del petróleo o del gas, se habrán multiplicado no solo en su cantidad, también en su inutilización debido a que más del 30 % del agua que se usa en la inyección colosal no podrá ser utilizada ni reutilizada jamás.
En Alemania fue prohibido de manera rotunda el FRAKING. Sobre el tema sus geólogos acertados y sus dirigentes conscientes no quieren saber una sola palabra. Lo peligroso es que los británicos y sus compañías multinacionales, al igual que gringos y canadienses, van caminando por el mundo imponiendo modificaciones en las legislaciones ambientales de los países productores de hidrocarburos, para intervenir con la técnica del FRAKING sus territorios.

La corteza semisuperficial de la tierra está siendo intervenida de manera irresponsable. Una compañía que trabaje la técnica del FRAKING en algún lugar de Colombia, puede afectar la estabilidad sísmica del Uruguay. Un contratista petrolero con inversiones en Guyana podrá ver desde su televisor en los Ángeles erosiones inimaginables en los cultivos chilenos sin sentir culpa alguna y una compañía con capital norteamericano y sigla brasileña, no se perturbará al ser informada de una sequía bíblica en Bolivia debido a que sus inyecciones de agua las introdujo en territorio paraguayo.

Pronto aparecerán los científicos acreditados, los geólogos sin escrúpulos y los ingenieros de petróleos con sueldos de actor de cine a señalarle al mundo que no existe motivo de preocupación y que la afectación colosal pregonada por los ambientalistas no es más que histeria de fanáticos que se oponen al progreso y al desarrollo.

Los Thomas Medgley Jr del mundo, continúan su camino y conservan su influencia, gracias a que las mismas personas que le hicieron el reconocimiento de 1944 ahora, con vestidos más viejos y las almas más ajadas, siguen disponiendo de la vida de todos seres humanos y del futuro del planeta mediante una técnica tan perversa e inescrupulosa que permite comparar el plomo que lanzamos al ambiente durante casi un siglo, con una gripe pasajera.

 

 

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