Conjunción de intereses

La capacidad de asombro disminuye con la edad, dicen que es producto de la acumulación de experiencias vividas. Pero lo que no debe de mermar con la edad es nuestra honestidad intelectual para evaluar los hechos. Para ello es bueno tener memoria activa, una memoria que, como las leyes hechas por muchos logreros hacen prescribir las penas a las faltas cometidas, o las deudas contraídas, sobre todo con el fisco.
Cuando se habla de “conjunción del interés público y privado”, nuestros previsores legisladores dejaron bien en la nebulosa la definición del delito, lo dejaron abierto para el servicio de la politiquería de ocasión, esa es la razón de que nunca reglamentaron , con leyes respectivas, los artículos 24 y 25 de la constitución nacional que dicen:
“24-EL ESTADO, LOS GOBIERNOS DEPARTAMENTALES, LOS ENTES AUTÓNOMOS, LOS SERVICIOS DESCENTRALIZADOS Y, EN GENERAL, TODO ÓRGANO DEL ESTADO, SERÁN CIVILMENTE RESPONSABLES DEL DAÑO CAUSA A TERCEROS, EN LA EJECUCIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS, CONFIADOS A SU GESTIÓN O DIRECCIÓN”
Y, a continuación remacha el art. 25;”CUANDO EL DAÑO HAYA SIDO CAUSADO POR SUS FUNCIONARIOS O EN OCASIÓN DE ESE EJERCICIO, EN CASO DE HABER OBRADO CON CULPA GRAVE O DOLO, EL ÓRGANO CORRESPONDIENTE PODRÁ REPETIR CONTRA ELLOS, LO QUE HUBIERE PAGADO EN REPARACIÓN”
Es curioso que estos artículos se hayan vuelto pura demagogia letrada, papel pintado para seducir votantes, nunca legislaron al efecto.
Si esto hubiera sido hecho, muchos gobernantes habrían salido engrillados y en la miseria, de sus puestos, como sucedió en tiempos de la colonia a no pocos gobernadores y Virreyes, justamente por enriquecimiento ilícito o abuso de funciones. Pero ya no nos rigen las sabias y prolijas “Leyes de Indias”, desde que los abogados del puerto tomaron el gobierno y se inventaron republiquetas «del tamaño de su ambición», al decir del historiador A. Ramos,que por supuesto era muy pequeña, no trascendía al enriquecimiento personal y familiar.

Desde los comienzos de nuestra azarosa peripecia republicana, las leyes no fueron más para “impartir justicia y buen gobierno”, como en los siglos anteriores, sino “trajes de medida” para uso de los doctores de los bufetes portuarios que administraban estas factorías exportadoras atadas al comercio mundial anglosajón y a sus motores financieros abortaron nuestro desarrollo capitalista autónomo durante dos siglos.Contrabandistas apoderados del gobierno que legislaban según el credo del «libre comercio».
La república oligárquica es una creación de los bufetes, por ello estamos acostumbrados a que los presidentes y ministros sean letrados jefes de grandes estudios que viven de las empresas fundamentalmente extranjeras. En tiempos de los ingleses los gobernantes siempre habían hecho “una pasantia” por alguna empresa extranjera, o regenteaban alguno de los estudios jurídicos o contables que les “asesoraban”. Luego en los parlamentos estos mismos abogados hacían las leyes “a medida”. Es decir que estaban, como dicen, “de los dos lados del mostrador”. Habían sido empleados o servidores de aquellos a quienes debían controlar. A la ambiguedad le llamaron «teoría de las dos bibliotecas». Esto explica porque nuestro estado pierde todos los pleitos en los que cae con privados. Es que como dice el dicho popular , “hecha la ley hecha la trampa”.
Aquí tuvimos un gran propietario de inmuebles que llegó a ministro, e hizo una ley que quedó con su nombre, “la Ley Soneira”, que regula los arrendamientos urbanos. También tuvimos varios ministros de Ganadería que eran empleados de Frigoríficos o directamente dueños de grupos industriales deudores del estado .También pasaron funcionarios de la Asociación de Bancos por nuestros ministerios de Economía, como fuera el celebrado caso de Bensión al que nadie relacionó con la “imploción” financiera del año 2001, que dejara un boquete de mas de 3500 millones de dólares, sin contar con la cadena de quiebras y suicidios que provocó en gente con vergüenza empresarial o personal.
Este es el único gobierno patrio cuyos funcionarios, del presidente abajo, no salieron de los bufetes del puerto, o de las plantillas funcionales de las sociedades anónimas. Pero, aún así, nadie está a salvo de “pisarse el palito”, debemos ser rigurosos con los que se descarrían.
“La ley es tela de araña.
En mi ignorancia lo esplico,
No la tema el hombre rico,
Nunca la tema el que mande,
Pues la rumpe el bicho grande
Y solo enrieda a los chicos.”(Martin Fierro)

 

 

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