Utopía

Será quizá por la grisura del día, por necesitarte, por el querer tenerte a mi lado que hoy te escribo para declararte mi compromiso, mi adhesión, mi empeño en seguir tus pasos. En medio de todo la casa me la ha invadido la voz del Nano Serrat. Todo es tocado impregnado por su cantar sin par.

Te canta a ti a la que perseguida y traicionada, nos sigue reclamando que creamos, que vayamos en su busca.

Es la misma que se rebela contra los asesinos de sueños, los partidarios de la opción única, los predicadores del “es lo que hay valor”, del “no hay otra”, “hay que resignarse no podemos hacer nada”, esos que se esconden tras un “quiero pero no puedo”. Los que pretenden sembrar resignación o se dedican a cantinflear floridos discursos en donde pretendidamente tienen todas las soluciones. Los mismos que nos han dicho a lo largo de toda una vida que hay que tener paciencia, saber esperar, que con tiempo vamos a… no protestes que terminas ayudando al enemigo.

Los que taimadamente se empeñan en no entender que si es cierto que no habrá mañana si no hay un hoy concreto y siempre hay que vivir lo cotidianidad de cada uno, no lo es menos que es necesario soñar el mañana para saber qué buscar y dónde. La vida no es un caminar a ciegas dejándose arrastrar por cualquier vientito ocasional salido de una flauta de uno de los tantos Hamelin que andan por ahí.

Es lógico que por todos lados encontremos miedos a esta vieja terca y maltrecha que con los puños apretados sigue empecinada señalando un norte diferente. Es lógico que los supuestos “realistas” se sientan sus enemigos personales y que se llenen de pastillas para evitar soñar.

Aunque no lo digan, aunque ni siquiera lo reconozcan frente al espejo, temen que al soñar se les presentan los viejos ideales, los abandonados, los descalificados, los sacrificados en el altar del pragmatismo. Temen el rendir cuentas. Por ello es que optan por intentar seguir despiertos, alertas ante esas tentaciones que consideran malévolas.

A la mañana corren presurosos a los supermercados y shopping ideológicos y llenan su boca con los últimos productos, mientras miran en derredor buscando micrófonos donde lucir todo lo adquirido y pletóricos de arrebato llegan hasta a mostrar sus compras por escrito.

Próximos al mediodía revisan examinan su cuerpo para comprobar si conservan su porcentaje adecuado de corcho que les permita flotar un día más dentro de los aparatos donde se cobijan, mientras buscan su propio provecho.

Como les duele esa sra, que desde la sombra a la que la condenan se muestra levantando “incorregible” exigiendo más allá de lo posible mientras cultiva una y mil formas de rebeldía.

Necesito que siga sonando la voz del Nano, que siga repitiéndome que ella está allí esperándome que la abrigue en mi pecho. La que seductora me envuelve con sus encantos la que me llena de amor, de ese verdadero, del eterno, ese con el que pretendo comulgar mientras abrazo a mi hermano de vida, a mi amigo, a mi camarada.

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