La marihuana y sus peligros

Si nos alimentamos exclusivamente con comida “chatarra” tendremos problemas de salud. Lo mismo sucederá si consumimos 1/2 Kg. de azúcar al día o ingerimos grandes cantidades de psicofármacos; si trabajamos muchas horas al día el estrés puede generar enfermedades, algunas de ellas mortales; y si estamos muchas horas al día frente al monitor de una computadora y no hacemos ejercicio podemos sufrir consecuencias nefastas tanto como si pisamos demasiado el acelerador en una curva cerrada o no frenamos al llegar a la esquina con una calle muy transitada.

El problema es excederse, ir más allá de los límites, querer más y más, no disfrutar el momento por estar pre ocupados por un futuro que no existe, porque cuando el mañana llega se transforma en presente y nuestro anhelo se vuelve ayer. La mentalidad consumista está continuamente deseando; mientras almuerza está pensando en la cena y, cuando alcanza la meta que se había propuesto, ya tiene la cabeza puesta en otro deseo. No importa si se trata de alcohol, marihuana, dinero, prestigio, fama o poder.

La vida genera consecuencias que están determinadas por nuestros actos, y quienes planifican el camino que transita nuestra sociedad solo piensan en su propio beneficio. Los gobiernos de los principales países del mundo, junto al sistema económico imperante, responden a los deseos de las grandes corporaciones, son los instrumentos que convierten a nuestra sociedad en una perfecta pirámide viviente que exprime las reservas naturales del planeta con la finalidad de dominar a las personas bajo un solo poder económico, y la democracia, al igual que las demás formas conocidas de gobierno, es una fachada bajo la cual se esconde la más perfecta dictadura concebida por la mente humana. Somos esclavos en un mundo que pertenece por igual a todos y cada uno de nosotros, pero lo único que hasta el momento sigue siendo gratis, es el Aire que respiramos; de los restantes tres elementos, las grandes corporaciones poseen en forma mayoritaria Tierra y Fuego (energía), y lentamente nos estamos aproximando al momento en que también tomarán control de la más grande reserva de agua dulce del planeta, el acuífero Guraní, reservorio transfronterizo de agua subterránea que se extiende bajo la superficie de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Para el sistema que rige nuestro mundo todo está permitido, todo es legal, siempre y cuando no afecte en forma directa o indirecta al poder establecido. El asesinato es castigado por todo el peso de la Ley, pero ésta hace la vista gorda ante las víctimas de guerras que, en su gran mayoría, se desatan por intereses económicos. Ese sistema dominante, simbólicamente regido por la O.N.U., tiene a la marihuana entre su lista de prohibiciones, aunque poco dice y hace con los millones de niños que al año mueren por causa de la desnutrición, y tal organismo ha criticado públicamente al gobierno uruguayo por la iniciativa de legalizar la venta de marihuana.

Hoy, martes 26 de junio, fue presentado el informe anual de la agencia de la ONU a cargo de la lucha contra los estupefacientes, y su director, Yuri Fedotov, calificó de «decepcionante» el proyecto de Uruguay de legalizar la marihuana. Consultado ante la iniciativa presentada por el gobierno, Fedotov respondió que «si se confirma, se trataría de un cambio decepcionante». Para él, «el cánnabis no es una droga tan inocente como algunos nos lo quisieran hacer creer. Según informes médicos, produce cambios irreversibles a nivel cerebral», agregó.

Según estadísticas de la O.M.S. a consecuencia del tabaquismo, y de forma diaria, mueren quince mil (15.000) personas, mientras que el alcohol mata diariamente a casi setenta mil (70.000), y entre ambas ocasionan 30 veces más muertes que drogas ilegales como la cocaína y la heroína, aunque no se sabe de nadie que haya muerto a causa de una sobredosis de marihuana. Desde luego que un consumo abusivo de cannabis podría causar serios problemas de salud, pero lo mismo ocurre con casi cualquier acción que se ejecute en exceso.

Los niños y los adolescentes no deberían estar expuestos a su consumo, pero tampoco deberían fumar tabaco, beber alcohol, ser víctimas de la violencia de los mayores, del mercado laboral o carecer de alimentos, abrigos y educación; se podría decir que el mundo está como está debido a la falta de Amor, y mientras éste disminuye cada vez más, el egoísmo sigue ganando terreno.

Sí, es verdad. Fumar marihuana produce cambios irreversibles a nivel cerebral. Entre otros daños, podría hacer que una persona perciba la increíble locura que reina en el mundo en que vivimos, donde lo único que importa es satisfacer los falsos deseos que nos venden los medios de comunicación, y tome así la peligrosa decisión de consumir apenas lo necesario, aquello que satisface sus necesidades básicas, lo cual sería un grave problema para una economía mundial edificada por personas que van por la vida como zombis.

Al vivir con la mente en el pasado sufrimos por las heridas no cicatrizadas, o añoramos los viejos días de glorias que no volverán; con el pensamiento en el futuro nos desgastamos anhelando tener más, y al no poder alcanzar aquello que nos aseguran debemos poseer para ser felices, surgen las frustraciones de las cuales derivan los distintos tipos de psicosis, que no son otra cosa que la pérdida de contacto con la realidad.

De acuerdo a determinados textos que he leído, documentales que he visto, comentarios de gente que conozco y, también en base a mi experiencia personal, el principal efecto de la marihuana es el de alterar la percepción del transcurso del tiempo, el cual da la sensación de fluir en forma más lenta. Es algo así como un estado alterado de la consciencia que agudiza los sentidos.

En lo que me es personal soy capaz de percibir con mayor nitidez los sonidos de los diferentes instrumentos ejecutados en una canción; disfruto de la comida de un modo en el que logro distinguir cada ingrediente saboreándolo con deleite, más aún cuando se trata de un menú que además de resultar agradable de ver, puedo llevarlo a la boca sin usar cubiertos. Sensaciones de placer similares pueden sucederme tanto cuando me siento a ver una película como cuando observo el paisaje a mí alrededor, sin importar que se trate de los árboles en la vereda de enfrente, la vastedad del mar abierto en una playa de aguas dulces en Rocha, el paisaje que en San Gregorio de Polanco deparan las costas del Río Negro, o el inconmensurable brillo de una luna llena sobre el tejado de mi casa. El tabaco y el alcohol llegaron a mi vida casi al mismo tiempo. Tenía aproximadamente 17 años cuando comencé a consumirlos.

Hoy tengo 40 años, fumo 20 cigarrillos diarios y, si bien no soy un alcohólico, debo confesar que los únicos momentos de mi vida que me avergüenzan tienen relación con la ingesta desmedida de alcohol. Basta con mencionar un accidente automovilístico, en el cual afortunadamente no hubo lesionados, o la ocasión en la que estuve a punto de perecer ahogado en las aguas del arroyo San José. Una noche, mientras estaba de vacaciones en Punta del Diablo, decidí fumar marihuana sin miedo, sin inhibiciones. Me encontraba acompañado por un amigo de la infancia, y tenía unos 34 años.

En la actualidad, seis años más tarde, mi consumo de cannabis es de entre dos y tres cigarrillos al mes, y en la gran mayoría de los casos lo hago en mi casa y estando solo. Decido fumar cuando me encuentro bien, de buen ánimo, dispuesto a pasar un momento agradable. No poseo problemas de ninguna índole, y salvo la circunstancia de que aún no encontré a la mujer indicada, no tengo penas ni pesares. Económicamente me encuentro en el mejor momento de mi vida, pues no tengo deuda alguna. Aún poseo el automóvil año 90 que compré en 1998, el cual me lleva y me trae a donde necesito, y que uso muy esporádicamente ya que voy caminando al trabajo. Salvo por los tres sistemas de sonido (uno estéreo y dos surround), en mi casa no hay nada que pueda siquiera estar cercano a considerarse un lujo. El refrigerador es el mismo que compré (de segunda mano) hace 18 años, no tengo microondas, equipos de aire acondicionado en cada habitación ni pantallas Led (salvo la del notebook que compré luego de tres años de considerarlo seriamente). No los tengo porque no los necesito, aunque tengo algunos ahorros con los cuales podría adquirirlos al mismo tiempo. Y no estoy ahorrando para algo específico, simplemente el dinero que gano alcanza y sobra para que pueda llevar una vida confortable.

Sí, es verdad. El informe de la O.N.U. tiene toda la razón. Fumar marihuana produce cambios irreversibles a nivel cerebral. Y como habrán podido notar, son cambios muy peligrosos para la sociedad

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