“El Corresponsal Indocumentado”

Derechitos al infierno

Obispo Juan Antonio Reig Pla

Según Juan Antonio Reig Pla, obispo de la iglesia de Alacalá de Henares (Madrid), Dios no juzga a los hombres por lo que puedan haber hecho con su corazón, aunque sí con sus genitales. “Os aseguro que los homosexuales encuentran el infierno”, dijo este señor en la misa de homilía del último Viernes Santo, provocando la inmediata indignación de la comunidad gay española.

Los catorce años que pasé en un colegio católico, las clases extras de catequesis, mi experiencia como monaguillo y el fétido aliento del padre Mario durante mis confesiones, me conviertieron en este ferviente ateo al que nisiquiera un milagro comprobado podría convencer de ninguna fe divina. Aún así considero que de estar yo equivocado y de corroborarse la existencia de esa entidad omnopotente, poco o nada le agradará saber que unos simples servidores de sotana le indilguen la costumbre de no dejar entrar a su paraíso a las criaturas de su creación que, libremente y sin perjudicar a nadie, han optado por la sexualidad que les salió de las pelotas.

La categoría a la que don Juan Antonio Reig Pla rebaja al supuesto creador de todas las cosas, es la misma que acreditaba a esos médicos de distrito militar que en la revisión médica prebia a la colimba te miraban el upite con minuciosidad para verificar si estabas apto o no para cumplir con el servicio a la patria. “A ver señores… ¡abran el libro en la página siete!”, ordenaban a los futuros conscriptos. Me cuesta imaginarme a un dios tan ordinario, pero así lo sugiere este simpático obispo que además impulsa ahora una campaña para sanar la homosexualidad y según dice ya tiene más de uno a medio curar.

Según supe durante mi aprendizaje católico, a las puertas del cielo se encuentra San Pedro, una suerte de secretario divino que se encarga, como cualquier secretario terrenal, del papeleo y los asuntos concernientes a la entrada de los merecedores de la eternidad en el paraíso. Me muero -no hay otra forma ni de decirlo ni de comprobarlo- por saber qué le dirá San Pedro a cada uno de los que tocan la puerta. Los milicos te ponían una sellito en el DNI. “No apto por AD”, siglas que no escondían demasiado los motivos por los cuales quedabas excento de ese infierno que era el Servicio Militar Obligatorio. A.D. Ano Dilatado. Fino y didáctico por partes iguales. Me pregunto cómo será el dictamen celestial.

Tal vez por cuestiones como esta -y otras que tampoco revisten ninguna gracia- el número de fieles practicantes se reduce cada día más, las iglesias se van quedando vacías y hay más público en un concierto de Ricardo Arjona que en las misas dominicales. Es, por otro lado, un tanto anacrónica la relevancia que la Iglesia Católica tiene en la sociedad española. Y aún más anacrónico y desconcertante es el rol que el gobierno de Mariano Rajoy pretende continuar dándole, defendiendo incluso las declaraciones homófobas de este clérigo sanador de gays. Pero así son las cosas. Y si así son, habrá que ver en qué estado quedará el ano de los españoles cuando finalmente Alemania le quite el dedo. Y según como marchan las cosas, me parece que en este país se van todos derechitos al infierno.

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