EDITORIAL

¡Bienvenido Fidel!

Visiblemente repuesto, el líder de la Revolución Cubana parece haber iniciado una nueva etapa en la que continuará como hasta ahora haciendo conocer «a quienes tengan oídos para escuchar» y a «quienes tengan ojos para ver», las grandes ventajas que tiene el capitalismo, a saber: más de la mitad de la población del mundo pasando hambre, padeciendo enfermedades totalmente evitables, sobreviviendo por fuera del mercado de trabajo-consumo (alimentación, ropa, vivienda digna, salud, educación) y sin perspectivas de lograrlo en el futuro ya que «los lineamientos» pasan por otro lado puesto que hasta ahora lo que se escucha, se lee en discursos, notas de opinión y en los propios hechos, no hay interés en desarrollar el mundo subdesarrollado sino que se apuesta a que siga cumpliendo la misión destinada (en el caso de que la tenga) de proveedor de materias primas, lo que significa radiarlo de la última tecnología, ayudarlos a formar técnicos que luego son llevados con buenos sueldos a las metrópolis, etc, etc, etc.

El capitalismo es un fracaso, un triste y miserable fracaso porque se basa en la explotación del hombre fuerte (adinerado) por el hombre débil (sin dinero), una especie de extensión del darwinismo. No ha podido solucionar los problemas de la humanidad, es más, los ha profundizado con su avarienta depredación.

El lector podrá refutar: el socialismo también ha fracasado. Es cierto pero a medias. En realidad no es el socialismo el que ha fracasado sino la forma de socialismo que se pretendió llevar adelante, la interpretación que se concretó de un pensamiento que lo que busca es que los hombres vivamos bien e igualitariamente. Si alguien alguna vez escuchó a algún gran pensador y/o «fundador» del capitalismo proponer los mismos postulados, que nos lo haga saber.

Fidel Castro parece decidido a elevar su voz nuevamente contra los ejes del funcionamiento del sistema actual. Su atención está centrada en el centro de poder del sistema en el cual vivimos, en el motor mismo de esta infernal maquinaria de explotación a nivel mundial. Y en ese eje, compuesto por muchas partes, destacan tres: la industria armamentista, la tecnología sofisticada y el mundo financiero, ya que cualquiera de los tres, cuando intuye que puede ser jaqueado en sus intereses, acude al único mecanismo de defensa que conoce: la guerra.

Por si tenía alguna idea errónea sobre el socialismo como fuerza guerrerista, los años que han pasado desde el derrumbe de los países que integraban el bloque socialista europeo, hablan por sí solos, no necesitan de mayores argumentos: Guerra del Golfo, Irak, Afganistán, los Balcanes, Panamá, simplemente para refrescar un extenso rosario de guerras al que se suma la creación de fuertes satélites militares en lugares claves como Medio Oriente y América del Sur que fungen de controladores y también está autorizados a «llamar la atención» a quien les parece que está actuando «fuera del orden establecido».

Pero Fidel, se ha centrado en estos últimos tiempos en la peor amenaza que hoy vivimos y que parece que todo el mundo desarrollado ya compró los refrescos y el pop para poder ver la guerra por tevé. Los países industrializados se han alineado con EEUU, otra vez como en Irak (después vendrán los «mea culpa» fariseicos y los pedidos de disculpa por las bombas que caen en escuelas y hospitales), buscando que un país que es una potencia económica en Medio Oriente no pueda dar el salto tecnológico de depender de sí mismo para desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos.

Se apela nuevamente a la amenaza de la guerra (que se concreta con armas cada vez más sofisticadas) para «encarrilar el orden previamente establecido por los centros hegemónicos».

El líder político más importante en el mundo del siglo pasado resurge ahora advirtiendo que se tratará de un injusto atropello y una guerra devastadora, dado el alto poder de destrucción que ha desarrollado EEUU. Ojalá que esta cruzada pueda alertar a pueblos y naciones del mundo para evitar una nueva masacre de un pueblo que otrora ha sufrido mucho con los regímenes totalitarios sustentados por EEUU.

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