La falsificacion de la historia

Leo «LA REPUBLICA» todos los días desde su aparición. Pero hoy 19 de julio quedé asombrado, estupefacto. En una nota de página entera Suhail Hani Daher Akel, «primer embajador palestino en la Argentina», convertido ahora en «analista internacional» escribe sobre la historia antigua de esa pequeña región geográfica del Cercano Oriente, que hoy en día alberga a gran parte del pueblo judío con su Estado de Israel y en un futuro, cercano o lejano, verá la existencia de un Estado árabe-palestino (rechazado en 1947) que todos deseamos, conviviendo en paz con sus vecinos y aportando su capacidad e inteligencia al bienestar de toda la región.

Como viejo profesor de historia no pude dar crédito a lo que estaba desplegado ante mis ojos. Pocas veces he leído una deformación tan grave del pasado, una falsificación tan burda de lo acontecido miles de años atrás. Es hacer tabla rasa de la historia concebida como disciplina que intenta conocer, en la forma más objetiva posible, el pasado de las diversas sociedades humanas. Es negar o desconocer el aporte de cientos de investigadores, eruditos e historiadores especializados en esta temática. Es suponer que no existen la crítica bíblica, ni los avances de la filología, ni la antropología, que los Rollos del Mar Muerto nunca fueron encontrados, que los hallazgos arqueológicos no sirven para nada.

Lo único que le interesa al «analista» es hacer creer a los lectores (si llegan hasta el final del disparatario) que esa tierra fue siempre habitada por los «palestinos» y que los «pérfidos judíos sionistas» se apropiaron de ella recién en el siglo XX !! El articulista carece de antecedentes académicos y de conocimientos mínimos sobre la historia antigua de la zona. Cualquier mediano profesor de historia de la antigüedad lo bocharía de inmediato. ¿Conoce el autor de la nota la obra de eminentes historiadores de las universidades alemanas, británicas, francesas, americanas para no citar a las israelíes?

¿Se ha enterado de los grandes avances producidos en la crítica bíblica durante los siglos XIX y XX? ¿Ha leído al gran especialista en historia árabe que es Bernard Lewis? Decir que Abraham fue un «iraquí» es el colmo del ridículo. Afirmar que el rey David era hermano de Saúl, es un desatino. Llamar a los cananeos «palestinos» y confundirlos con los «filisteos» (de origen cretense, llegados por el mar) es no saber nada. Tanto cananeos como hebreos se enfrentaron a los filisteos que dominaban la zona costera.

El escriba desconoce a la Biblia, niega a la Iglesia Católica que ha reconocido el origen judío de Jesús de Nazaret, convierte a María ­la madre de Jesús­ en «aramea-filistea» (sic) Llama «gobernador» a Poncio Pilatos cuando en realidad era el procurador de la Provincia de Judea, que por algo era llamada así,

Dice más cerca de nuestros días, que los sionistas colonizaron Palestina y la dividieron mediante la Resolución 181 de la ONU en noviembre de 1947. Por lo tanto, habría que llegar a la conclusión de que Stalin, la URSS, Bielorrusia y Ucrania estaban «infiltrados» por el sionismo porque votaron a favor de la partición. Habría que suponer que el discurso del canciller soviético Gromyko defendiendo el derecho de los judíos de recrear su Estado en su vieja patria histórica, fue una «maniobra sionista». Es desconocer que el stalinismo y el sionismo fueron visceralmente antagónicos a lo largo de su historia. Es lamentable y doloroso tener que leer estas cosas. En términos de inteligencia militar se llama «desinformación».Es otro intento más de desacreditar la existencia del Estado de Israel. Es desacreditar también a la historia, fundamentada en estudios serios de severos investigadores. Y desacredita también al periódico que publica tantas mediocres fantasías.

Esto no es historia, es una novela imaginada con intencionalidad política para contribuir a la propaganda dominante hoy en día. ¿O es un episodio más de la autorización del Islam para mentir en favor de la expansión del credo?

Me ofende como estudioso de la historia y me apena ver estas barbaridades publicadas en «LA REPUBLICA». Para finalizar es bueno que se sepa que el lugarteniente de Hitler Josef Goebbels ­a quien el articulista debe admirar­ nunca fue «mariscal» ni su apellido era «Gebels» como aparece en el periódico…

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