El aumento de los combustibles

Otro «mazazo» a la población. De nuevo aumentó el precio de los combustibles. Desde principios de año hasta la fecha estos fluidos han tenido un incremento que en las naftas bordea el 23 por ciento, mientras que en el gas oil, supera el 30 por ciento. El resultado de esta medida con la cual Ancap quiere mantener su recaudación a los niveles anteriores, será imprevisible. El precio al que se venden ahora los combustibles los hace inalcanzables para infinidad de usuarios que, según los propietarios de las estaciones de servicio, han venido reduciendo su consumo desde hace tres años. Agregaron que el volumen de las naftas que se comercializan cayó, como consecuencia del anterior aumento, en una proporción similar al mismo, estimándose que con la decisión anunciada el viernes, la recaudación será aún menor.

Obviamente la ecuación que manejan Ancap y el equipo económico de gobierno falla en su misma base. Los uruguayos ya no pueden absorber este costo de los combustibles, y ello tendrá una repercusión generalizada en una cantidad de rubros vinculados al parque automotor. No sólo se venderá menos combustible, sino que muchos vehículos dejarán de circular, con un resultado imprevisible en torno al pago de la patente y los seguros. También se verán afectados los talleres mecánicos, las empresas que comercializan repuestos, quienes todavía los fabrican en Uruguay, etc.

Consultado acerca de por qué el aumento para el supergás y el gasoil es superior al de las naftas, Sanguinetti puntualizó que se buscó hacer un menor ajuste a las naftas dado que ha caído el consumo con los anteriores ajustes. Lo que no dijo el presidente de Ancap es que existe una tendencia que se puede verificar en los países vecinos, de buscar un paralelismo entre los dos tipos de combustibles, medida que, cuándo no, es promovida por los técnicos del Fondo Monetario Internacional. En Argentina el precio del gasoil no difiere en mucho con el de las naftas. Sin embargo allí, en razón de no existir una comercialización monopólica de los combustibles, han aparecido formas alternativas, como el de la utilización de sistemas de gas, que por el costo de ese fluido están creciendo en volumen. Ese beneficio pese a haber sido largamente propagandeado en Uruguay como resultado de finalización del gasoducto que trae ese fluido desde los pozos en la Argentina, corre el peligro de quebrar los «equilibrios» de Ancap. Por ello tememos que el gas natural no se convierta en una solución para abaratar el transporte en nuestro país, sino el centro de otro conflicto en que la burocracia estatal tratará de evitar que ese combustible barato sea utilizado por los usuarios.

Por ello, repetimos, sería bueno que Ancap y el gobierno explicitaran cuál es la ecuación que están manejando porque, ante los ojos de todos, este aumento además de perjudicar duramente la actividad económica, no aparece como una medida que sirva para solucionar los anunciados desfasajes financieros de la propia Ancap. Ni siquiera los directores pertenecientes al Partido Nacional, que afirman «comprenden las necesidades económicas de la empresa», estuvieron de acuerdo con la oportunidad de hacer el ajuste. El director Pablo Abdala estableció concretamente que «este ajuste es irresistible e inoportuno para la población».

Es evidente, ante la crisis, no debe de tratarse de salvar al muerto. Lo necesario es que el aparato productivo que aún se mantiene en pie siga funcionando.

De lo contrario estaremos ante la inminencia de otro punto final. *

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