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Loaiza Keel: «Los temores a firmar con Argentina son exagerados»

¿ La amenaza del presidente Nicolas Sarkozy puede estar vinculada a la crítica situación que atraviesa una cantidad importante de bancos (por lo menos 18) en Europa a los que se ha intimado a aumentar su capital?

Primero que nada, las declaraciones de Sarkozy efectivamente pueden tener un tono amenazante, pero diplomáticamente no necesariamente lo son. Si bien respecto de Uruguay, Francia no debería tener objeciones particulares, pues con ese país hemos avanzado en la adecuación al estándar exigido por la OCDE y el Foro de Transparencia Global e Intercambio de Información con Fines Fiscales, Sarkozy hizo las declaraciones al culminar una Cumbre del G­20 y objetivamente Uruguay sigue en la lista gris elaborada por la OCDE y monitoreada por el Foro a solicitud del G­20, y no ha pasado la Fase 1 de su auditoría («Peer Review»).

Uruguay no es un paraíso fiscal ni nunca fue calificado como tal por la OCDE, pero sí como país que aún no ha implementado plenamente el estándar de intercambio de información con fines fiscales de esa organización. Ahora bien, en las declaraciones de Sarkozy influyen múltiples aspectos de política interna. Su país no puede despegar económicamente y sus bancos están muy comprometidos por su posición en la contaminante deuda griega. Todo esto con elecciones próximamente y pésimas perspectivas para la reelección de Sarkozy. Pero además, esta «desmesura» o grandilocuencia se enmarca en un contexto europeo y global, de crisis crónica y en especial de crisis del Estado de Bienestar europeo, donde la pirámide demográfica languidece y el nivel de vida decae.

Por eso, todos los líderes, desde abril de 2009, se han empeñado en atemorizar a los evasores, a sus grandes fortunas. Aunque, de nuevo, esto es una presión no del todo honesta. Como he dicho desde hace tiempo, a Uruguay no le queda otra que vivir en este mundo y ser inteligente en él, pero las motivaciones de los países desarrollados son propias y saben que con la evasión no solucionan nada, pero siempre será mucho más fácil venderle a sus electores que los malos son un grupo de países desconocidos y no sus bancos o ellos mismos.

 

¿Qué efectos políticos y económicos puede tener la amenaza de Sarkozy sobre Uruguay?

La OCDE se ha cuidado de decir que actúa por encargo del G­20 y que cada uno de sus miembros puede imponer sanciones a los países. Hasta ahora algunos países han generado una serie de desestímulos jurídicos, en particular en materia tributaria, para una serie de territorios (no permitir deducir gastos con esos países, subir las retenciones, aplicar automáticamente normativa de precios de transferencia, hacer más compleja la circulación de dinero), pero todavía no se han extendido ni puede decirse que exista un perjuicio tangible de entidad. Pero más allá de lo estrictamente tributario, políticamente Uruguay ha visto lesionada una vez más su reputación internacional en materia fiscal y lo puedo asegurar porque he vivido en el exterior, trabajando en la materia, y acabo de volver de Europa, donde se habló del tema. Nadie piensa en el mundo que somos poco serios porque gravamos las rentas en el extranjero o pensamos en subir la presión fiscal al agro, todo lo contrario. Piensan que no somos serios porque somos un país objetado por la OCDE.

 

¿Qué herramientas tienen OCDE o el G­20 para aislar a Uruguay de la comunidad internacional?

No existe una policía internacional y las herramientas que usa son el escarnio internacional primero, con sistemas de listas y auditorías, como lo vienen haciendo, pero siempre en el marco del «soft law». Ser un país objetado te perjudica. Pero además, cada país G­20 y OCDE puede estimular o desestimular a sus empresas a invertir en países objetados como Uruguay. Puede hacerlo en forma objetiva, mediante normas como las que te indiqué en anterior respuesta, o sotto voce, como se especula hizo el propio Sarkozy con sus empresas.

¿A qué se debe la resistencia de Uruguay a firmar un acuerdo con Argentina?

A mi juicio, influyen un chauvinismo extendido en Uruguay y una histórica rivalidad, que tiñe cualquier análisis serio de un problema como este. Pero además, algo más serio, un temor claro y fundado a que firmar un acuerdo de intercambio de información tributaria perjudique las inversiones financieras e inmobiliarias en Uruguay. Creo que los temores son exagerados y que en todo caso Uruguay ya no puede sostener la presión internacional en el tema. Son exagerados, porque para Argentina, Uruguay nunca fue más que una caja chica, porque el dinero grande está en otro lado. Son insostenibles porque, aunque sea cierto que la evasión de los argentinos es un problema de Argentina y que no es culpa de Uruguay que los argentinos saquen y escondan el dinero de su fisco (no lo es, claramente), Argentina tiene más fuerza, ha multilateralizado el tema a través del G­20 (y Brasil también, aunque sea más discreto), y tenemos que saber que tenemos menos fuerza. Ser «no solidario» internacionalmente solo puede perjudicarnos.

Lo que sí hay que intentar es hacer un acuerdo en el marco del Mercosur. Y debe además intentar un acuerdo que no solo comprenda el intercambio de información, sino evitar la doble imposición. Hoy es mejor, desde una perspectiva fiscal, invertir en Argentina desde España que desde Uruguay, algo inadmisible en un bloque con las pretensiones que tiene el Mercosur. El obstáculo es que la política actual de Argentina es solo firmar acuerdos para evitar la doble imposición cuando antes se firmó y probó un acuerdo de intercambio de información.

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