HAI CHAN

Hai Chan fue rescatada de una granja de bilis; ahora es libre y feliz

Hai Chan es una osa negra asiática. Los diez años de vida que tiene los pasó encerrada en una granja de producción de bilis y sus inescrupulosos captores le amputaron sus patas delanteras.

Hai Chan ha comenzado una nueva y maravillosa vida, lejos del maltrato y la esclavitud. Su vida entera la vivió en una granja de bilis y los desalmados que la tenían esclavizada le amputaron sus dos patas delanteras.

Cuando fue rescatada, Hai Chan estaba en un estado deplorable. Además del pésimo estado de sus patas, sufría de agrandamiento de las glándulas suprarenales, heridas de los procedimientos dolorosos de extracción de bilis y trastornos de estrés.

Los veterinarios y cuidadores de su nuevo hogar, el santuario de osos recién construido Ninh Binh, ubicado en Vietnam, la cuidaron hasta seis semanas antes de que estuviera lo suficientemente bien como para aventurarse al aire libre en la seguridad de su recinto.

La osa ya ha tenido cambios de humor bastante notorios. Pasó de estar letárgica, triste y desinteresada a ser curiosa y atenta. Duerme en una cama especial cerca del nivel del suelo para facilitar el hecho de que carece de sus patas delanteras. También se le coloca alimento a bajo nivel para que no le cueste alcanzarlo.

La despiadada producción de bilis

Hai Chan era presa de una lucrativa industria furtiva: el cultivo de bilis. Los osos son capturados de cachorros y sus madres asesinadas por los cazadores furtivos. Se les mantiene casi siempre con bastante hambre y deshidratados. También se les extraen los dientes para que no mastiquen las barras de sus jaulas.

Para empeorar las cosas, las patas delanteras se les amputan sus patas delanteras para hacer vino de pata de oso, una bebida «de lujo» hecha sumergiendo estas extremidades cortadas en alcohol, y que se vende carísima en el mercado negro.

La bilis es producida por el hígado y almacenada en la vesícula biliar. La de oso es especialmente demandada en la medicina tradicional china, y su cultivo es un proceso sumamente cruel e ilegal en muchas partes del mundo. Aún así se estima que su comercio alcanzará la exagerada suma de US$2.000 millones al año.

 

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