Trabajador lácteo declarado culpable por dar patadas y puñetazos a terneros

El empleado de una granja lechera ubicada en la ciudad de Somerset, al suroeste de Inglaterra, fue declarado culpable de crueldad animal y condenado a 12 semanas en prisión y dos años de inhabilitación en labores afines a la ganadería, pues quedó capturado infraganti en un vídeo de Igualdad Animal, mientras golpeaba con patadas y puñetazos a varios terneros, e incluso tirando al piso fuertemente a otros.

«Este es el peor caso de maltrato animal que he visto en mis 23 años de carrera y puedo decir que he visto algunos casos horribles. Por ello este Juzgado opina que esta crueldad excede el umbral de la condicional», aseguró el juez Jeff Collingwood.

La investigación de Animal Equality, en su sección Reino Unido, derivó de la denuncia de un vecino de la zona, y reveló múltiples incidentes de violencia en tan solo un día de filmación.

Los personeros de la organización ingresaron con cámaras escondidas y constataron que se propinaban repetidas agresiones físicas a las vacas y sus crías, como patadas, golpes y gritos, además se les retuerce el rabo y se les empuja violentamente con puertas de metal.

«Nos complace anunciar que este trabajador de granja ha sido declarado culpable por sus terribles ataques a vacas y terneros inocentes, tal como se ha revelado en nuestra investigación. Agradecemos a la Sociedad Protectora de Animales en Reino Unido (RSPCA) la rapidez con la que han procesado este caso. Nuestra única frustración ahora es que la ley aún no admite condenas más severas en casos de abuso animal, y al final lo más probable es que no ingrese en prisión» declara Toni Shephard, directora de Igualdad Animal en Reino Unido.

Una industria cada vez más cruel

Para las organizaciones que velan por los derechos de los animales, las industrias cárnica y láctea son cada vez más crueles en el trato a los animales.

Según una reciente investigación de la misma ONG, los terneros viven en unas pequeñas casa plásticas, apenas más grandes que ellos, que tienen apenas unos dos metros cuadrados de espacio para que el recién nacido camine. Este ha sido apartado del lado de su madre con unos pocos días de vida y se le perfora la oreja sin anestesia para colocarle una etiqueta numeradora.

Aunque naturalmente los animales crecen hasta alcanzar el tamaño de una vaca, no se les cambian las pequeñas casas plásticas, por lo que tienen dificultades para entrar y resguardarse del frío o de la lluvia, y algunos ni siquiera pueden ingresar, haciéndose horribles heridas en su espalda al rasparse con el plástico.